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» Voxpopuli
Fecha: 25/11/2025 18:21
El cáncer de piel es uno de los tipos más comunes de cáncer a nivel mundial, afectando a millones de personas cada año. En Argentina, la incidencia ha crecido notablemente debido a la combinación de alta radiación ultravioleta y una población en muchas regiones con piel sensible. Frente a este escenario, un grupo de científicos argentinos ha desarrollado una vacuna revolucionaria que puede transformar tanto la prevención como el tratamiento del cáncer de piel. Victoria al Melanoma Un equipo de científicos argentinos, liderados por el investigador del CONICET José Mordoh, ha desarrollado Vaccimel, la primera vacuna terapéutica contra el cáncer de piel más agresivo, el melanoma. Este hito médico, fruto de 30 años de investigación, representa una esperanza real y ya disponible en el país para pacientes con estadios intermedios y avanzados, ofreciendo un tratamiento con baja toxicidad y alta efectividad en la prevención de metástasis. Argentina ha marcado un hito histórico en la medicina oncológica global con el desarrollo de Vaccimel, la primera vacuna terapéutica diseñada íntegramente en el país para combatir el melanoma cutáneo, el tipo de cáncer de piel más agresivo y mortal. Este avance, resultado de más de tres décadas de incansable investigación por parte de científicos argentinos, representa una nueva esperanza en el tratamiento de esta enfermedad y ya se encuentra disponible para su uso clínico. La vacuna argentina contra el cáncer de piel surge del trabajo conjunto entre universidades nacionales y centros de investigación financiados por el Estado, con la colaboración de laboratorios locales especializados en biotecnología. Su desarrollo tomó años de investigación, durante los cuales se analizaron los mecanismos inmunológicos que permiten al cuerpo combatir las células cancerígenas en la piel. A diferencia de los métodos tradicionales, que se basan principalmente en la cirugía, radioterapia o quimioterapia, esta vacuna tiene un enfoque profiláctico y terapéutico. Por un lado, puede aplicarse en personas con alto riesgo para minimizar la aparición de lesiones malignas. Por otro, en pacientes ya diagnosticados, estimula el sistema inmunitario para atacar y reducir tumores ya existentes, con efectos secundarios mínimos. Los primeros ensayos clínicos realizados en hospitales de Buenos Aires, Córdoba y Rosario han mostrado una reducción significativa en el crecimiento tumoral y en la recurrencia de la enfermedad. El desarrollo de esta vacuna es especialmente importante en el contexto argentino, donde la radiación solar intensa y costumbres al aire libre hacen que la población esté más expuesta a los rayos ultravioletas. Además, el acceso a tratamientos oncológicos en zonas rurales y provincias con menos recursos suele ser limitado. Esta vacuna, al contar con un diseño accesible para su producción y distribución local, puede convertirse en una solución efectiva y asequible para el sistema de salud pública. Un Logro de la Ciencia Argentina El desarrollo de Vaccimel fue liderado por el Dr. José Mordoh, investigador superior del CONICET y jefe del Laboratorio de Cancerología de la Fundación Instituto Leloir, en colaboración con la Fundación Sales y el Hospital de Clínicas. La patente es compartida entre el CONICET y la Fundación Sales, y la licencia para su producción y comercialización ha sido otorgada al Laboratorio Pablo Cassará, garantizando su disponibilidad en el país.La investigación comenzó a finales de la década de 1980, enfocándose en la inmunoterapia, una estrategia que busca potenciar las defensas del propio organismo contra las células cancerosas. Tras años de estudios rigurosos y ensayos clínicos, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) finalmente aprobó su uso en 2021, permitiendo su comercialización y aplicación. El proyecto ha recibido premios nacionales e internacionales, reconociendo la innovación y el potencial impacto social. Los investigadores enfatizan que aún se están desarrollando fases adicionales para ampliar su aplicación y confirmar resultados a largo plazo, pero el futuro que proponen es esperanzador: una vacuna argentina que no solo combate el cáncer sino que también posiciona a la ciencia local a la vanguardia de la oncología mundial. Entre los testimonios de pacientes que participaron en los estudios, muchos destacan la mejora en su calidad de vida y la reducción del estrés asociado a los tratamientos invasivos. Para la comunidad médica, representa un avance paradigmático que podría abrir la puerta para vacunas contra otros tipos de cáncer. Finalmente, esta vacuna también tiene un mensaje cultural y social: la ciencia argentina puede generar soluciones propias a problemas concretos que afectan a su gente. Más allá del aspecto clínico, es un orgullo nacional que reafirma la importancia de invertir en investigación y desarrollo para cuidar la salud desde una perspectiva local, con impacto global. En conclusión, la vacuna argentina contra el cáncer de piel representa una esperanza real frente a una enfermedad que afecta a miles de argentinos y argentinas. Con su enfoque innovador, la solidez científica detrás y el potencial para ser ampliamente accesible, marca un antes y un después en la oncología regional y mundial.
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