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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/11/2025 02:37
Una ciudad destruída. En un abrir y cerrar de ojos, cuarenta mil personas perdieron sus casas y todo lo que tenían En el Justo P. Castro, un barrio de viviendas sociales que hacía poco se había levantado en las afueras de Caucete, los animales de pronto se inquietaron. Los perros aullaban, las gallinas corrían y aleteaban sin sentido y, de pronto, un fuerte sacudón al que siguieron otros hicieron caer a la gente, no importa que estuviera parada o acostada. Los pocos transeúntes que poblaban las calles a las 6 y 26 atinaron a abrazarse a los árboles y a los postes de alumbrado, mientras veían cómo las casas se desarmaban como juguetes. La tierra se abrió y una profunda grieta atravesó el barrio, derrumbando todo lo que encontraba a su paso. Era el miércoles 23 de noviembre de 1977 y la sanjuanina Caucete era víctima de un terremoto. La gran diagonal que la atraviesa y que lleva el nombre de Sarmiento, obedece al diseño que le impuso el hacendado José María de los Ríos al poblado que había decidido fundar el 17 de octubre de 1893, que se llamaría Villa Colón, y que su diseño urbano era una copia de La Plata, ciudad que le impresionó cuando la visitó por 1887. Cuando la villa fue declarada ciudad el 10 de agosto de 1948, pasó a llamarse Caucete, situada en el este de la provincia de San Juan. La provincia arrastraba diversos antecedentes de sismos. Como el de enero de 1944, donde en solo 25 segundos, la ciudad de San Juan se convirtió en escombros No se sabe con exactitud el origen del nombre de la ciudad. Podría ser por el cacique huarpe Sankacete o quizá podría significar cauce pequeño. La agricultura y la vitivinicultura eran sus mayores recursos, es sede de la Fiesta Nacional de la Uva y el Vino, y ocupa el segundo lugar en importancia provincial. Está situada a 27 kilómetros de la capital y a 36 del famoso santuario de la Difunta Correa, y viven actualmente unas 44 mil personas. El primer temblor ocurrió a las 6 y 26 de la mañana, registrado al noreste de la Sierra de Pie de Palo; veinte segundos después ocurrió otro más violento de 7.4 en la escala Richter y casi 10 en la Mercalli, cuyo origen estuvo a 25 kilómetros de profundidad. Por el estruendo que provocó, la gente supo que estaban ante algo verdaderamente grande. Salieron de sus casas y se sentaron en las calles por miedo a lastimarse si se caían. Rezaban arrodillados, y se lamentaban al ver sus casas convertidas en escombros. Sintieron que la tierra primero se movió verticalmente, y luego lo hizo en forma horizontal. Quedaron al descubierto fisuras de hasta un metro de ancho y de dos metros de profundidad. Grietas que asustan. La tierra se abrió, se movió primero en forma vertical y luego en forma horizontal El paisaje se sembró de cráteres y de volcanes de arena, por donde emergían violentos chorros de agua y los cerros quedaron tapados por gruesas nubes de polvo. La provincia tiene una trágica historia con los movimientos telúricos. Había sufrido un violentísimo terremoto la tarde del sábado 27 de octubre de 1894, con foco en el noroeste. El fenómeno, que duró entre dos y tres minutos, no solo había afectado a esa provincia, sino además a La Rioja y, en menor medida, a Catamarca y Córdoba. Estaba fresco el recuerdo del que había destruido a la ciudad de San Juan el 15 de enero de 1944 cuando la mayoría de las construcciones de adobe se derrumbaron como castillos de naipes. Había que circular con precaución por la ruta que unía Caucete con la capital provincial. Fue lo primero que se reparó para que pudiera llegar la ayuda que venía por tierra El 31 de julio de 1951 se sancionó un nuevo código de edificación, que estableció reglas sobre cómo debían ser las construcciones. Las que más sufrieron daños eran las hechas de adobe. El 10 de junio de 1952 hubo otro importante terremoto con epicentro en Pocito, Zonda y Ullum, 8 en la escala Mercalli. El nivel de destrucción fue muy importante y 40 mil personas quedaron sin hogar, hubo 65 muertos y 285 heridos. Cuatro escuelas se derrumbaron y una decena terminó dañada. De la misma forma, quedó seriamente afectado el riego, los desagües y la red vial y el ferrocarril. La ciudad quedó sin energía eléctrica. Ese día y los siguientes hubo más de un centenar de réplicas, que mantuvieron en vilo a la población. Otros pueblos también fueron afectados, como Nueve de Julio, 25 de Mayo, Las Casuarinas, Bermejo, Villa Rosa y San Martín. En la memoria histórica, se recordaba el violento terremoto de octubre de 1894 Una de las primeras medidas fue reparar el puente que cruza el río San Juan, sobre la ruta 20 “Domingo Faustino Sarmiento”, que une a la ciudad con la capital, para así poder recibir ayuda. Varios edificios tradicionales desaparecieron o dejaron de funcionar, como el hospital “César Aguilar”, fundado en 1938, hoy sede del museo histórico regional. Por las importantes grietas de sus paredes, debió ser evacuado de inmediato y los pacientes internados llevados al Hospital Rawson, en la capital. El nuevo hospital, de 32 camas, se inauguró el 2 de septiembre de 1980 y ese día se mostró un moderno equipamiento. Al parecer lo habían traído de otros nosocomios y, cuando terminó el acto, se lo llevaron. Se instaló un centro provisorio de salud en la Escuela Arancibia. Allí, médicos atendían a los damnificados y las enfermeras vacunaban con la doble, la triple y contra el tétanos. Se contó con la ayuda de profesionales que llegaron de otras provincias. Edificios emblemáticos fueron víctimas del fenómeno, como la torre de la iglesia Villa Dolores, que colapsó. El Broadway, el primer cine con que contó Caucete, se derrumbó y el cine teatro Oliver le quedaron en su fachada imborrables grietas y no pudo habilitarse. También sufrieron graves daños las bodegas instaladas en la zona y en casos colapsaron los tanques donde se almacenaba el vino. Caminos, servicio de agua, desagües, energía eléctrica, todo fue devastado en un par de minutos Tres días después el presidente de facto Jorge Videla visitó la ciudad, acompañado por el interventor el capitán de navío Vicente Lombardi. Era la primera vez que visitaba la provincia, donde estuvo cuatro horas. Antes de emprender el vuelo de regreso a Buenos Aires, brindó una conferencia de prensa, donde dijo que el terremoto había sido una desgracia, pero que no era irremediable. La gente había improvisado, en los propios terrenos donde se levantaban sus casas, precarios campamentos. Vagones de carga de la estación del ferrocarril, línea San Martín, se adaptaron como viviendas y se levantaron letrinas hechas con chapas que, años después, todavía se veían en los alrededores. Algunos recibieron la ayuda de sanjuaninos que vivían en otros lugares y muchos, desmoralizados por la falta de ayuda oficial, decidieron abandonar la provincia. La abrupta caída de la actividad hizo, además, que la gente debiese ajustarse el cinturón y que los más jóvenes buscasen nuevos horizontes lejos del desastre. Se firmó un convenio para que, a partir de un subsidio reintegrable de 500 millones de pesos, se iniciase la remodelación y reconstrucción de la ciudad. El gobierno nacional llamó a licitación para la construcción de viviendas. Se anunció entonces la construcción de doce mil viviendas por el Plan Fonavi y el Banco Hipotecario Nacional, pero no se llegó ni a la mitad de lo proyectado. La gente esperaba conseguir una casa digna en una ciudad que se había plagado de ranchos, baldíos y en el medio casas con paredes agrietadas, inhabitables. A pesar de todo, denuncian que aún hoy se levantan algunas casas hechas con adobe, una trampa mortal ante un terremoto, tal como lo habían sufrido los sanjuaninos en 1894, 1952 y 1944, plagadas de historias trágicas de muerte y destrucción.
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