Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Yo no fui

    » Data Chaco

    Fecha: 23/11/2025 01:23

    Juan Carlos Tuyaré. Existe en todo ser humano el instinto de supervivencia, una especie de mecanismo biológico del cerebro, capaz de desplegar maniobras que permitan crear escudos de protección, visibles o invisibles, a manera de refugio. Este instinto de subsistencia puede ser desarrollado en un sin número de situaciones riesgosas de la vida diaria, incluso donde no esté en juego la seguridad física, como por ejemplo, tratar de defender determinadas conductas no apropiadas, con el solo fin de preservar el buen testimonio de vida. Cuando hablamos de testimonio de vida nos referimos al balance de actitudes negativas o positivas que toda persona va dejando como una huella en el concepto de quienes los observan. No somos perfectos, pero debemos mejorar Propio de nuestra naturaleza imperfecta, la mayoría de las personas cometemos errores; y ello -en sí mismo- no sería lo malo; lo que no sería bueno es dejar de admitirlo, porque reconocerlo es el inicio para rectificar el rumbo. Desde el principio el hombre actuó bajo la justificación del famoso "yo no fui". Acerca de ello, el relato bíblico, fuente de nuestros comentarios y reflexiones, nos cuenta que Dios le dijo a Eva y Adán que podían comer todo tipo de frutos en el huerto del Edén, salvo uno que se les señaló como prohibido. Sin embargo lo hicieron, y cuando se le pidió a Adán que explicara porque lo hizo, no tuvo mejor idea que decirle a Dios: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí". Interpelada también Eva, dijo algo similar: "La serpiente me engañó, y comí". Metafóricamente los dos dijeron "yo no fui". Adán culpó a su mujer, e indirectamente a Dios, como el responsable de habérsela dado como compañera. Y Eva le echó la culpa a la serpiente que la engañó. Pero ninguno de los dos se hizo responsable del error que cometieron. Salvando las distancias, este tipo de actitudes podemos traerla al presente para evitar caer en lo mismo. Fallo de la Justicia chaqueña La Justicia chaqueña acaba de llegar a un veredicto -basado en las pruebas recolectadas- en un caso emblemático e histórico para la provincia del Chaco. A propósito de ello, en cierta oportunidad -una jueza del Poder Judicial- nos dijo algo sabio: "Todos los veredictos de la Justicia son tomados de distintas maneras. El que gana el juicio, tilda al fallo judicial como acertado; pero el que pierde el juicio siempre dirá que el fallo es injusto". Una vez conocido el fallo o veredicto del jurado chaqueño, no fueron pocos los que dijeron, al igual que Adán y Eva, "yo no fui"; a pesar de que fueron partícipes necesarios para crear el ambiente propicio para que ocurriera lo que según el jurado ocurrió. "Yo no fui" Comieron asados juntos con los declarados culpables, honraron a dioses falsos juntos a ellos, pero ahora dicen que no sabían lo que ocurría. Porque el beneficio que podía brindarles el estar al lado de los transgresores, fue más tentador que guardar prudencia y distancia de quienes se conducían de aquella manera. Pero ahora se sienten acorralados por su conciencia y desean no ser rechazados por la sociedad; entonces se defienden, y no tiene mejor método de defensa que contra atacar a quienes les sacan las máscaras detrás de las que estuvieron ocultos todo este tiempo. Les cuesta admitir que recibieron beneficios por cercanía. Es muy parecido a lo que pasa con los "amigos del campeón"; cuando el campeón se derrumba, y ya no hay nada para sacarle, todos se alejan, no queda nadie. Consecuencias de la trasgresión Como mostrábamos antes, la reacción de Adán pone de manifiesto las consecuencias de la transgresión, que incluyen la vergüenza, la separación de Dios, la desobediencia y una tendencia a buscar excusas y culpar a otros, en lugar de asumir la responsabilidad por lo que hicieron. Existe una máxima bíblica que señala la responsabilidad del que participa en malas obras de terceros: "Si alguno viene a ustedes con una doctrina equivocada, no lo reciban en casa, ni le digan ¡Bienvenido! Porque el que así lo hace, participa de sus malas obras". Dicho de otro modo, no hace falta ser el ejecutor de la mala obra para ser juzgado por Dios, sino que basta y sobra con haber sido cómplice de quienes lo hicieron.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por