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» Notife
Fecha: 22/11/2025 08:26
Una nueva jornada de violencia volvió a sacudir al centro de Nigeria este viernes, cuando un grupo de hombres fuertemente armados irrumpió durante la madrugada en la escuela católica St. Mary, en la zona de Agwara, estado de Níger, y secuestró a estudiantes, docentes y personal del establecimiento. Las autoridades confirmaron el hecho, pero aclaran que el número de desaparecidos sigue siendo “supuesto” y que todavía no fue determinado con precisión. De acuerdo a los primeros reportes oficiales, el ataque se produjo entre la 1 y las 3 de la mañana. En ese lapso, los agresores rompieron las puertas del internado, redujeron al personal de seguridad —uno de ellos murió y otro quedó gravemente herido— y se llevaron por la fuerza a menores de entre 12 y 17 años, además de profesores y trabajadores de la institución. Aunque algunos medios locales hablan de alrededor de 52 chicos secuestrados, el secretario del gobierno de Níger, Abubakar Usman, advirtió que el dato no está confirmado y que las fuerzas policiales y militares continúan con las tareas de verificación en el terreno. “Las agencias de seguridad siguen evaluando la situación”, insistió el funcionario. Equipos especiales fueron desplegados en la zona para intentar dar con el grupo armado y las víctimas. Foto por OLYMPIA DE MAISMONT / AFP El ataque generó fuertes críticas internas, luego de que trascendiera que St. Mary había reabierto sus puertas pese a advertencias previas de los servicios de inteligencia sobre un aumento de amenazas en la región. El propio Usman lamentó la decisión de las autoridades de la institución, señalando que se expuso a los estudiantes “a un riesgo evitable”. Un país bajo presión y una violencia que no da tregua El secuestro de St. Mary es el segundo en menos de una semana y se suma a una serie de episodios que mantienen en vilo a la población cristiana del país más poblado de África, en medio de tensiones diplomáticas con Estados Unidos por la situación de esta parte de la población. Hombres armados recogen las pertenencias dejadas por los fieles que corrieron a refugiarse tras oír disparos, mientras entran en una Iglesia en Eruku, estado de Kwara, Nigeria, el 18 de noviembre de 2025, en esta imagen obtenida de las redes sociales. El lunes, un grupo de hombres armados irrumpió en un colegio de Kebbi, en el noroeste nigeriano, y se llevó a 25 alumnas. Una logró escapar, mientras que las otras continúan desaparecidas. Un día después, otro comando atacó la Iglesia Apostólica de Cristo durante una misa que estaba siendo transmitida en vivo, mató al menos a dos personas y secuestró al pastor y a 38 fieles, por quienes ahora exigen un rescate millonario. Estos hechos se enmarcan en una crisis de seguridad que lleva ya más de 16 años en el norte y centro de Nigeria, regiones donde operan tanto bandas criminales dedicadas al secuestro extorsivo como grupos yihadistas vinculados a Boko Haram y al Estado Islámico en África Occidental. Desde el inicio de esa insurgencia, el país acumula 40.000 muertos y más de dos millones de desplazados. Puede interesarte Antecedentes que explican la escalada Los ataques a escuelas y templos cristianos no son nuevos. El secuestro de casi 300 alumnas en Chibok en 2014, perpetrado por Boko Haram, es el caso más recordado, pero lejos de ser el único. En los últimos años, el secuestro masivo se convirtió en un negocio criminal: las bandas armadas obtienen rescates, financiamiento y control territorial mediante ataques a instituciones vulnerables. A eso se suma un conflicto religioso y étnico que atraviesa al país desde hace décadas. Nigeria está prácticamente dividida: un norte mayoritariamente musulmán y un sur de predominio cristiano, con zonas intermedias —como Agwara— donde los enfrentamientos y represalias son frecuentes.
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