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» Diario Cordoba
Fecha: 21/11/2025 19:19
Cuando la tormenta descargaba con furia sobre Córdoba, contemplaba a través de la ventana los tejados de la Judería y pensaba que aquel no era el único chaparrón. La persistente borrasca que sobrevuela la política española es conocida y temida por quien mira de frente la actualidad. Temporal atmosférico y moral caen a la vez sobre un país que debería aprender a nadar hacia alguna parte. Entonces, vuelvo a mis entrenadores: Manolo y Camilo. Ellos no eran mis padres, ni mis hermanos, ni mis amigos, ni mis profesores, pero, admirablemente, fueron todo ello al unísono. Cuando preparaba mis oposiciones, me preguntaba continuamente qué me dirían en cada etapa del proceso. Actualmente, al acompañar a mis alumnos en el camino hacia los exámenes oficiales del Bachillerato Internacional, antes o después termino resaltando: «Mi entrenador decía…». Y con «mi entrenador» me refiero a dos personas, porque ambos me entregaron una filosofía de vida que aún hoy me sostiene: marcar objetivos e ir a por ellos. Siempre al compás de aquellos sus discursos estoicos, de los brazos en alto de Manolo, carpeta en mano, y de los inconfundibles silbidos de Camilo. En el trabajo, cuando vienen mal dadas, pienso qué me dirían ellos y me pregunto cómo pudieron estar allí durante tanto tiempo por puro amor al arte. Con ellos descubrí que el reto no es esperar a que el agua esté en calma, sino continuar nadando incluso cuando flaquean las fuerzas y falta el aire. En días en que el contexto político parece un barco capitaneado por piratas, vuelvo a pensar en mis entrenadores y en el modo que tenían de recordarnos que el desorden externo no supone una coartada para rendirse. Precisamente, se entrena para eso: para cuando llegan las peores olas. n
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