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Parana » El Once Digital
Fecha: 21/11/2025 08:33
El emprendimiento familiar de dulces caseros que emociona al país. El emprendimiento familiar de dulces caseros La Alemanita, ubicado en Aldea Protestante, es hoy un sello entrerriano que combina tradición, esfuerzo y una historia íntima: nació con la llegada de un bebé, en la cocina de la abuela, con la olla de mamá y el impulso de empezar de cero. Desde aquellos primeros cuatro kilos de dulce de durazno, la familia pasó a elaborar entre 2.500 y 3.000 kilos por temporada, manteniendo un proceso totalmente artesanal que emociona a quienes reconocen el sabor “idéntico al de la abuela”. En diálogo con el programa "Moviendo el Avispero" que se emite por Elonce Radio & Stream FM 98.7, la productora Noelia Acosta repasó los comienzos, el crecimiento, los desafíos del pequeño productor y el orgullo de ver a sus hijas sumarse al emprendimiento que definió como “otro hijo más”. Un embarazo y el duraznal del suegro Una urgencia convertida en oportunidad. Noelia recordó que el emprendimiento nació casi de manera espontánea, empujado por la llegada de un bebé. “Esto surgió de una idea por un algo que surge que venía un bebé en camino… algo había que hacer. Entonces dijimos: ¿qué hacemos? Patricio se puso la camiseta y empezó a elaborar dulces”, relató. El punto de partida fue inesperado: una enorme producción de duraznos en la casa de la familia, donde su suegro —“por hobby”— tenía decenas de árboles frutales. “Dijimos: algo se puede hacer. Podíamos vender la fruta. Así se consumían los primeros duraznos en compota, después se vendían los maduros, pero seguía sobrando. Y ahí surge la idea de Patricio de empezar a hacer dulce”, explicó. Los primeros pasos: 4 kilos y mucha prueba. El primer lote fue mínimo: “Arrancamos con 4 kilos, probando. Y hoy en día hacemos alrededor de 2.500 a 3.000 kg de durazno únicamente, con unas 30 a 35 variedades al año”, detalló Noelia, con orgullo. Ese fue el nacimiento de La Alemanita, un emprendimiento que continúa siendo cien por ciento familiar. Materia prima: entre los árboles viejos y los productores locales El fin de la primera generación de frutales. Con el paso del tiempo, los árboles originales fueron desapareciendo. “Ya tenían sus años y empezaron a desaparecer. Quedan dos o tres todavía”, contó Noelia. La producción debió buscar nuevos caminos: “Empezamos a buscar afuera, al Mercado Central. Además, todavía hay árboles frutales en las casas de familia de la zona. Cada temporada nos traen y nosotros les compramos”. El dulce de higo se mantiene como un clásico imposible de negar. “Sí, todavía se sigue haciendo. Lo piden muchísimo, no nos puede faltar. Cada año hacemos un poco más y siempre nos quedamos cortos”, afirmó al programa "Moviendo el Avispero" que se emite por Elonce Radio & Stream FM 98.7. La temporada de higo comienza a fines de noviembre o principios de diciembre y se extiende hasta marzo o abril. Una cocina de la abuela y la olla de mamá Los inicios en un espacio cargado de historia. La imagen del comienzo es casi cinematográfica: “Con una cocina que era de la abuela de Patricio, la olla de mamá, la cuchara de la mamá… y empezamos así”. Poco a poco fueron incorporando utensilios más grandes, aunque no sin tropiezos: “Después de muchas quemadas, hasta lograr el producto que hoy tenemos”, recordó entre risas. Un proceso artesanal de principio a fin Noelia describió paso a paso cómo elaboran cada dulce: Recepción de la fruta, proveniente de productores de la zona o del Mercado Central. Lavado minucioso, en una sala específica. Pela y corte; algunas frutas se cocinan con cáscara. Cocción lenta, agregando azúcar de a poco. Envasado en caliente, con frascos esterilizados y sellado al vacío. Lavado y etiquetado, todo hecho a mano. “Todo se hace a mano. No tenemos ningún tipo de máquina más que cuchillo y mano”, enfatizó. La clave del éxito está en la esencia artesanal: “El sabor creemos que ahí está, y también es el secreto”, sostuvo. El valor emocional del sabor casero Para Noelia, el mayor reconocimiento llega de quienes prueban el producto y se conmueven. “Muchos dicen: ‘es como lo hacía mi abuela’. Algunos se emocionan porque es tal cual como lo hacía mi mamá, mi abuela, o mi vecina”, relató programa "Moviendo el Avispero" que se emite por Elonce Radio & Stream FM 98.7. La Alemanita logró algo más que un producto: logró despertar recuerdos. Competir con las grandes industrias. El crecimiento de la producción no borró la esencia artesanal. “Peleamos por el producto. Para nosotros es como que fuera otro hijo el emprendimiento”, afirmó Noelia. La competencia de los productos industriales es constante: “Hay gente que nos cuestiona el precio porque en un supermercado es más económico. Uno explica que no tiene químicos y que es totalmente natural. Hay gente que entiende y gente que no”, admitió. Las dificultades del pequeño productor en Argentina El peso de los costos y la carga impositiva. Como ocurre en muchos emprendimientos familiares del país, los obstáculos son numerosos. “Un pequeño productor padece los costos, la parte impositiva. Los créditos y préstamos tienen tasas altas y el acceso es difícil”, explicó a Elonce. Sostener la producción con volúmenes importantes implica una lucha permanente: “Sentimos que cada vez te ofrecen menos al productor. Es muy difícil sostener un emprendimiento como este”, describió a Elonce. La inversión constante: ganar para reinvertir. Durante años, la familia reinvirtió todo: “Los primeros años fue invertir, invertir e invertir. Recién hace poco uno empieza a ver un margen de ganancia”, admitió. El arraigo a Aldea Protestante: identidad, idioma y tradición Un lugar que se defiende con orgullo. Noelia expresó un cariño profundo por la comunidad: “Es un lugar muy chico, de 600 habitantes. Siempre tratamos de que la gente conozca la aldea”, afirmó a Elonce. El vínculo con las tradiciones alemanas del Volga también va unido al emprendimiento. “Se defienden las recetas de la abuela, el idioma… que vuelve a surgir con las fiestas y eventos”, señaló. Un turismo que descubre un tesoro escondido. Muchos llegan por los productos, pero se sorprenden con el entorno. “A dos kilómetros de la ruta hay un lugar hermoso. La gente llega y se asombra de lo linda y cuidada que está la aldea”, expresó al programa "Moviendo el Avispero" que se emite por Elonce Radio & Stream FM 98.7. Crecimiento con límites: ¿hasta dónde puede llegar La Alemanita? El dilema entre volumen e identidad. El proyecto sigue creciendo, pero no a cualquier costo. “Siempre estamos en pos de crecer, pero cuando el producto es artesanal hay un tire y afloje. Queremos sostener la calidad”, explicó Noelia. La idea de industrializar no entra en los planes: “Si lo industrializás ganás más, por supuesto, pero no queremos eso. Hay muchos sentimientos. Arrancamos de cero”. Un emprendimiento que nunca dejará de ser familiar y el apego emocional al proyecto es fuerte. “No creemos que pasemos para el otro lado. Nunca digas nunca, pero hoy queremos sostener este modo”, remarcó. La hija que inspiró todo es parte del emprendimiento De bebé inspiradora a trabajadora del proyecto. La historia cierra su propio círculo. “Jazmín hoy cumple 23 años y es muy gratificante. Hoy trabaja con nosotros, atiende a la gente, se hace cargo cuando hace falta”, contó la productora a Elonce. Sus otras dos hijas también colaboran: “Para nosotros es un orgullo enorme”, expresó Noelia. Valores que se transmiten. El objetivo no es que ellas continúen necesariamente con el negocio, pero sí dejarles un legado. “Queremos transmitirles constancia, perseverancia y amor por lo que uno hace”, destacó programa "Moviendo el Avispero" que se emite por Elonce Radio & Stream FM 98.7. Un mensaje para los jóvenes emprendedores Noelia cerró la entrevista con un mensaje esperanzador: “Que crean en ellos mismos. Obstáculos van a tener, varios, pero tienen que vencerlos. Cada obstáculo que se vence es gratificante”, afirmó. Y dejó una reflexión que resume el espíritu de La Alemanita: “Un proyecto es como un hijo. Uno lo ve nacer y crecer, y cuanto más grande es, más orgullo da”.
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