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  • Fin de una era: el deporte de pegarle a Tinelli cuando ya está en el piso y cómo los amigos del campeón le soltaron la mano

    » El Ciudadano

    Fecha: 20/11/2025 22:43

    Miguel Passarini Lo acontecido en las últimas semanas respecto del hombre fuerte de la televisión argentina que por más treinta años fuera una figura intocable, demuestra que cuando el poder se pierde, los amigos del campeón desaparecen, y si pueden, cuando ya está en el piso, le dan una última “patada” contando aquello que tenían guardado bajo siete llaves. Hace tiempo que Marcelo Tinelli, antes amado ahora aparentemente odiado, perdió el trono del que ostentó por décadas en la televisión, y ahora, casi a diario, el mismo medio que lo aplaudía y le festejaba sus chistes malos, le soltó la mano (¿definitivamente?) contando los detalles de sus deudas millonarias, las falacias de su supuesta idílica familia que veraneaba en una chacra de Punta del Este que debió vender, y el odio encarnizado entre aquellas que se sonreían para las fotos en las revistas y alguna vez gozaron del título de “primeras damas de la televisión”, por estar en pareja con el productor y conductor que, según cuentan, llevaba chicas a una oficina en el famoso cuarto piso. Que debe millones, que no le pagó a sus empleados, que dejó un verdadero tendal de deudas de LaFlia, empresa que sucedió a la histórica Ideas del Sur que en su momento vendió al grupo Indalo; que puso plata propia como garantía de vaya a saber qué cosas, que hay un empresario rosarino que le cuenta las costillas porque le debe millones, y así una tras otra. Minuto a minuto, en los portales y en las redes, se suceden los comentarios en contra del otrora cortador de polleritas que, claramente, y más allá del acting, nunca se deconstruyó sino todo lo contrario, y poco a poco su lugar en la televisión de aire se extinguió más allá de los tanques de oxígeno que puso a disposición de programas fallidos, con gente que intentaba bailar o cantar y jurados a los que les ganaba el ego en forma permanente. Siempre cercano a los gobiernos de turno del lado de la grieta que tuviera que ponerse, haciendo un humor con la política oportunista y mercenario, ahora se confirmó la salida de Marcelo Tinelli de su programa Estamos de paso (vaya paradoja el título) del streaming Carnaval, que dejó a sus seguidores a la espera de un anunciado regreso que nunca se concretará, aunque aseguraba que sería allí donde contaría «la verdad» de todo lo que está pasando, que ya importa poco y nada. Al respecto, el conductor publicó una historia en Instagram en las últimas horas anunciando su baja del streaming, a pesar de tener contrato hasta el 15 de diciembre y dejando, al menos por el momento, sin trabajo a todos sus compañeros. Pero luego trascendió que no se fue, que en realidad lo echaron de Carnaval, porque más allá de los bots pagos para sumar vistas al programa (algo común de los popes del formato), poca gente lo veía por tratarse de semejante figura. Qué hay de cierto detrás de las supuestas amenazas de muerte a su hija Juanita y de todo lo que ella dijo de su padre al que pintó como un monstruo, de las deudas que deberá afrontar, y de una carrera que hace tiempo emprendió el descenso, sólo él lo sabe, y quizás en algún momento trascienda. Incluso quizás lo termine contando sentado en el living de Mario Pergolini, su supuesto antagonista ahora reciclado por eltrece, porque está claro que por un punto más de rating, venderle el alma al diablo, no va en contra de ninguno de los principios de la televisión ni está reñido de la ética. A lo lejos, la caída sin red de aquel muchacho oriundo de Bolívar hoy con 65 años que, como otros emergentes televisivos, se hizo millonario en los años 90, en tiempos del menemismo y del ficticio uno a uno y un poco más, demuestra que no hay intocables en la televisión y que, cuando el rating desaparece de las planillas, el amor “incondicional” de sus pares y de los dueños de los canales se esfuma por la ventana, las cámaras se apagan y le dicen «chau, chau, chauuuu».

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