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» Diario Cordoba
Fecha: 17/11/2025 12:03
El olivo picudo enseñorea amplias zonas de las serranías de la Subbética y de las suaves colinas del área de Baena. Es una variedad tradicional, cultivada durante siglos por olivareros cordobeses que bien conocen un fruto que prácticamente sólo se da en estas latitudes. Fuera de Córdoba, su presencia es escasa: en toda Andalucía había en 2023, según datos de la Junta, unas 22.000 hectáreas de este tipo de olivar, de las que casi 16.000 estaban en Córdoba. Estaban; el pretérito imperfecto viene al caso, porque su situación ahora podría ser bien distinta. Como otros olivares tradicionales, el picudo no resiste el empuje de las plantaciones y las tecnologías modernas, mucho más productivas en términos de kilos por hectárea. Árbol por árbol, el picudo o cualquier otra variedad ancestral vencería por KO a cualquier arbolito de laboratorio. Son mucho más grandes y llevan siglos transformando los nutrientes de la tierra en aceituna, pero necesitan tiempo y terreno en cantidad. Donde caben 100 picudos se puede poner un millar de olivos jóvenes en intensivo. Eso es lo que está ocurriendo en la Subbética, según una denuncia de Ecologistas en Acción. El colectivo estima, basándose en herramientas de cartografía y el «conocimiento del terreno», que sólo en la zona de Priego se han arrancado en los últimos 15 años más de 930 hectáreas, en un proceso acelerado en el último trienio con el uso de maquinaria pesada. Pero la tendencia viene de antes y Ecologistas en Acción considera que antes de 2010 se habrían eliminado otras 1.000 hectáreas. Una variedad endémica Estos olivos desahuciados en aras de la productividad son principalmente de la variedad picuda sólo porque es abundante en la Subbética, casi endémica. Pero otros ancianos que tampoco rinden como los jóvenes están corriendo la misma suerte, como las variedades carrasqueña, verdial, cornachuelo o alameño-hojiblanco. «Estos olivares centenarios están siendo sustituidos por nuevas plantaciones de olivar hojiblanco a un pie en marcos intensivos, e incluso en parcelas con menor pendiente o con dimensiones apropiadas por el olivar de moda, el superintensivo en seto», apunta José Antonio Mérida, portavoz de Ecologistas en la comarca. La aceituna picuda ha dado a la comarca algunos de los aceites más premiados del mundo, a costa de sortear inconvenientes. Suelen ser olivares en pendiente, donde la mecanización es más complicada y que requieren más mano de obra. Además, la variedad picuda es relativamente tardía, sensible a las enfermedades y presenta una vecería muy acusada, lo que hace que su producción varíe mucho entre campañas. Olivar en marcos intensivos recién plantado en la zona Sur de la provincia. / Ecologistas en Acción El picudo se está cambiando por otras variedades, como la hojiblanca y otras, que pueden plantarse en marcos de un pie en cultivos intensivos o incluso superintensivos en donde el terreno lo permite. Según Ecologistas en Acción, los olivareros están optando «por la comodidad en la gestión del olivar en un momento en que las fincas están pasando de las generaciones anteriores, más ligadas al terreno y con un conocimiento más directo del campo, a los nuevos propietarios que se vuelcan más en las mejoras tecnológicas, guiados por el propio mercado del aceite y las tendencias que este impone». Asociaciones agrarias Las asociaciones agrarias reconocen el arranque de olivos picudos en la Subbética, pero matizan la extensión del problema. Francisco Moreno, secretario de UPA, sostiene que el fenómeno puede darse en «algunas zonas, pero no es la norma». Está ocurriendo porque los olivareros «en cuanto pueden reconvertir lo hacen, por falta de mano de obra en algunos casos». El contrapeso, asegura, viene de la DO Priego de Córdoba, que fomenta la producción y consumo de aceites a base de aceituna picuda. Carlos Molina, técnico de Asaja, también reconoce que el arranque de olivos tradicionales «en general se está dando, las plantaciones se están renovando». No queda otra, sostiene, ante la falta de relevo generacional en el campo, que «no es rentable». Molina da un dato: el coste de producir un kilo de aceite es «tres o cuatro veces superior» en un olivar tradicional que en otras modalidades. En esas condiciones, «o se hace así o se abandona el campo». En resumen, si se arrancan olivos «no es por gusto, es porque al agricultor no le salen las cuentas».
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