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  • Newell's terminó el año con otra derrota y ahora debe apuntar a un cambio rotundo de cara al 2026

    » Sin Mordaza

    Fecha: 17/11/2025 09:05

    Ni siquiera la despedida dejó un sabor agradable. Newell’s cerró su participación en la Liga Profesional con una nueva derrota, esta vez por 1 a 0 frente a Racing en el Coloso del Parque Independencia. El resultado pareció exagerado, pero terminó de resumir el espíritu de un año lleno de tropiezos, tensiones y sufrimiento. El final, al menos, no fue trágico: la permanencia se aseguró en la fecha anterior y evitó un desenlace que hubiese sido devastador. La última jornada no definía nada en términos matemáticos, pero sí tenía un valor emocional: jugar por el orgullo. Los hinchas lo entendieron así y también se lo exigieron a un plantel que atravesó el 2025 entre cambios de entrenador, errores de armado y falta de jerarquía, sumado a una conducción que falló en los momentos clave. El duelo ante Racing fue, básicamente, el cierre de una etapa; el alivio fue lo único que la salvó del desastre. Una despedida distinta, sin angustia En la previa, el espíritu en las inmediaciones del estadio fue muy diferente al de semanas anteriores. Hubo tranquilidad, sonrisas y hasta algo de fiesta. Por primera vez en mucho tiempo, el público no convivió con la presión del descenso, ni con la obsesión por mirar la tabla ni los resultados ajenos. La victoria sobre Huracán había despejado todos los fantasmas. Los aplausos cuando los jugadores salieron a realizar los trabajos precompetitivos fueron un reflejo de ese nuevo ánimo. A diferencia de otras ocasiones, el plantel se mostró en el campo sin temor a ser cuestionado. Ya no había bronca, sino alivio por haber esquivado un final que parecía inevitable en varios tramos del año. Cuando ambos equipos ingresaron al campo, las emociones se potenciaron. Fuegos artificiales, humo rojinegro, cánticos eufóricos y una ovación marcada para Lucas Bernardi, el entrenador que asumió en medio de la tormenta y condujo al equipo al objetivo mínimo: quedarse en Primera. Orgullo por la entrega Durante el partido, la gente respondió con aliento constante. Valoró la entrega del equipo, la intensidad para disputar cada pelota y el esfuerzo por competir ante un rival que, en la teoría, presentaba mayor jerarquía. El público se ilusionó con el empuje de Cocoliso González y Luciano Herrera, con las barridas de Montero y Luciano, los quites de Regiardo y las gambetas de los más habilidosos. Después de tanto padecimiento, ese compromiso mínimo significó mucho. El golpe final Cuando parecía que el empate estaba sellado, un gol inesperado de Conechny en el tiempo adicional devolvió a todos al sabor amargo que marcó gran parte del año. El fastidio se concentró rápidamente en Ever Banega, silbado por su bajo nivel y por la sensación generalizada de que el capitán dejó de ser una referencia dentro de la cancha. Sin mucho más para decir o reclamar, el final llegó envuelto en resignación. Una sensación repetida para los hinchas, que sienten que el club fue empujado a un escenario que no condice con su historia. Y también un cierre simbólico para una dirigencia que dejará el mando en un mes, tras un ciclo marcado por desaciertos que pusieron a la Lepra al borde del abismo. El mensaje de fondo es claro: la temporada que termina no puede repetirse. La historia de Newell’s está llena de orgullo, no de sufrimiento. Y para que ese valor vuelva a imponerse, será necesario un cambio real y profundo. Otro año así sería imposible de tolerar.

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