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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 17/11/2025 04:46
Jorge Gutiérrez “Mi nombre es Jorge Gutiérrez y soy un soñador con los pies en la tierra. Soy de la provincia de Salta, Argentina. A los cuatro años perdí por completo la visión en uno de mis ojos y, con el paso del tiempo, también fui perdiendo la visión del otro. Fui diagnosticado con glaucoma desde bebé y atravesé muchas cirugías. Lo que no perdí nunca fue el deseo de vivir, de aprender y de crecer”, así se presenta Jorge Gutierrez que hoy estudia dos carreras, una terciaria y otra universitaria. Su sueño es no solo convertirse en programador, además de contar con un interés por la poesía, sino también poder ayudar a que otras personas con capacidades y necesidades diferentes encuentren en la educación un apoyo para sus sueños. La Fundación Fe y Alegría es una organización internacional que trabaja en 16 países y que busca la transformación personal y comunitaria a partir de programas de educación y la promoción social para familias en contextos vulnerables. Actualmente, en Argentina, trabajan en las provincias de Salta, Chaco, Santiago del Estero, Corrientes, San Juan y Buenos Aires. A través de diversas alianzas, y con la escucha como motor de acercamiento, la Fundación busca crear nuevas oportunidades para estudiantes y sus familias. Ticmas dialogó con Jorge Gutierrez, quien amablemente compartió su experiencia y aseguró que es un alumno aplicado, aunque asegura que “algunas veces, me cuelgo (risas) pero siempre busco las mejores notas y desempeñarme al 110%”. Jorge estudia programación —¿Cuál fue esa primera experiencia de aprendizaje que dejó una huella en tu infancia? —Por mi discapacidad visual, ya de chiquito mi estimulación temprana fue diferente. Hay muchos momentos inolvidables, pero si tengo que mencionar uno, puedo hablar de quinto grado -en la primaria- cuando tuve que hacer unos proyectos de ciencias y ahí sentí que yo podía realmente aprender igual que los demás. Y me marcó eso de que las personas con discapacidad pueden aprender como los demás, mientras que las instancias lo permitan obviamente. Si la persona tiene las capacidades, obvio que se puede. —¿Cómo fue tu recorrido como estudiante hasta el presente? —Desde el comienzo pasé por muchísimas etapas, con muchos altibajos por la discapacidad. Lugares donde la pasé muy bien, lugares donde la pasé muy mal. Por ejemplo, en el jardín que yo lo hice en la escuela de ciegos de acá de Salta, gracias a Dios fue una experiencia hermosa e inolvidable con mis compañeros que tenían la misma discapacidad visual, entonces no sufrí muchos inconvenientes. Cosa que no me ocurrió en la primaria cuando fui a una escuela común. El primer año fue muy difícil, muy complejo. No la pasé muy bien; más que todo con los maestros, los compañeros. Yo tenía 6 años, era muy chiquito y todavía no entendía muchas cosas. Eso es algo muy común para las personas con alguna discapacidad. Luego en segundo, pasé a otra institución y ahí me quedé hasta séptimo; los primeros dos años sí fue complejo me costaba mucho adaptarme y estudiar por el tema de los contenidos. Tenía docentes de apoyo, pero igual costaba muchísimo y con los años, ya en cuarto, quinto grado me empecé a adaptar y a disfrutarlo más. Mis compañeros me ayudaban. Séptimo grado fue hermoso. Y luego empezó la secundaria en Fe y Alegría; el primer año fue muy duro por la pandemia, pero ya desde el principio sentí que en ese lugar la iba a pasar bien y pude tomarlo como una buena experiencia. A las personas con discapacidad les cuesta muchísimo, pero muchísimo. En general, a una pregunta como la que me hacés la respuesta es casi siempre negativa. Muy pocos casos te pueden decir cosas positivas, pero no es por los chicos en sí; sino que es por el bullying, por los aprendizajes, por las instituciones que no quieren adaptarse. Si uno habla con chicos con discapacidad en la secundaria, seguro que no la pasó bien en general; un gran porcentaje te va a decir que no y es algo que quiero recalcar. A los chicos les agarran ataques de depresión, ansiedad, inseguridad sumada lo que trae la etapa de la adolescencia. Y duele saber que un 90% de los chicos con discapacidad la pasa mal en el sistema educativo cuando estudian; la pasan muy mal. —¿Qué es lo que más te motiva para estudiar? —Tengo muchas motivaciones, hay muchas cosas que me alientan. Y en este momento en el que estoy estudiando dos carreras, lo que me motiva es luchar por mis proyectos, por mis sueños y también para ayudar a un familiar que valoro mucho. Algo más general que me motiva mucho es ayudar a otras personas con discapacidad, principalmente con discapacidad visual, pero a otras también. Quiero ser alguien con quien se sientan representado y ser una ayuda. Por eso estoy estudiando las carreras, por eso estoy estudiando para formarme, para ayudar con mis proyectos y con las herramientas que estoy creando. Ayudar a que puedan llegar hasta donde yo llegué, puedan triunfar, puedan tener independencia, puedan tener una vida común. Si yo pude, ellos también van a poder. Hay casos en los que las personas con discapacidad no tienen todas las herramientas; ya sea económicas, educativas, ya sean herramientas, sean dispositivos de apoyo. —¿Cuáles son tus estrategias de estudio? ¿Qué tipo de estudiante sos? Vale contar si sos aplicado, o no siempre —No soy mucho de audiolibros, pero los documentos los escucho y los voy leyendo. La estrategia de estudio es estar en lugares lejos de mi casa porque siento que soy vago (se sonríe). Obviamente que cuando estoy en mi habitación estudio sin música, pero para poder dar todo de mí me suelo ir a bibliotecas donde llevo mis herramientas y ahí estudio al 110%. Hay a veces gráficos para ver y entonces uso las herramientas de inteligencia artificial como apoyo para poder independizarme más con los materiales, con las actividades que por ahí visualmente no las puedo llegar a tener. Y es más que todo la constancia, y estudiar desde temprano; yo me suelo despertar muy temprano entre las 5 y 5.30 de la mañana; así gano más tiempo porque en el día tengo que hacer muchísimas cosas. Suelo ser aplicado, me pongo al día, pero sí algunas veces, me cuelgo (risas) pero siempre busco las mejores notas y desempeñarme al 110%. —En una entrevista previa mencionaste la importancia de tu mamá acompañándote ¿en qué te fortaleció su apoyo? —Básicamente si ella no estuviera al lado mío hasta ahora; yo no sé qué haría. Ella me fortaleció desde el primer día que entré al jardín, desde el primer día que me llevó a estimulación temprana. Gracias a ella, y gracias a mi esfuerzo, me fortaleció muchísimo en valores, en no tirar la toalla nunca. Por ejemplo, ahora estoy con los finales y había mucho contenido que me costaba adaptarlo; porque la institución no me quiso adaptar los contenidos entonces tuve que ver la forma de ver gráficos. Y yo estaba muy mal de los nervios y mi mamá me calmó, me dijo que respire. Ella siempre está para mí, es mi todo y es por quién estudio día a día. Porque es el sueño de los dos salir adelante. Sin el apoyo de ella no sé dónde estaría actualmente y no sé si hubiera logrado todo lo que logré. —¿Cómo nació el vínculo con Fe y Alegría? ¿En qué te ayudó? —Mi vínculo con Fe y Alegría fue muy espontáneo como sucedió. Cuando yo iba a la primaria siempre pasábamos por la institución “de pasada”. Y llegó séptimo, y mi mamá estaba buscando lugares para mandarme a un secundario y un día se le ocurrió, entró y así comenzó el vínculo con la institución. Fue algo que no busqué, pero que, sí, quizás si no lo hubiera encontrado, hubiera sido muy diferente mi formación y todas las cosas que logré hasta la actualidad. Entonces, fue un milagro y fue Dios que nos condujo a mi mamá y a mí a esta hermosa institución. Sería innumerable mencionar las cosas en que me ayudó. Entre ellas, formarme como joven, como adolescente, como persona, siempre hablando de los valores, siempre tratando de la mejor manera con los docentes. A la institución le importó desde el primer día que entramos a primero de secundaria, los valores, el compañerismo, la amabilidad, y eso quedó, por lo menos en mí, y en muchos chicos también quedó, y son valores y enseñanzas que no se van a olvidar nunca. Me enseñó más allá de lo educativo, que también fue muy amplio, en quinto año nos enseñaron muchísimas cosas que quizás en otro lugar no las hubiéramos visto. Nos enseñó cómo tratar en un mundo actual prácticas laborales de primer nivel en la provincia. Particularmente, creo que soy como soy también gracias a la institución, que aportó muchísimas cosas, muchísimas cosas. —¿Hay algún mensaje que quieras compartir sobre la importancia del estudio en tu vida? —El estudio abre puertas. Si uno se esmera, si uno aprende; más allá de todas las discapacidades o problemas que tenga o no tenga, el estudio te ayuda y te abre puertas y caminos. Muchas veces, puede ser que no tengas discapacidades pero sí tengas dificultades y el estudio se te haga cuesta arriba. Puede ser que quieran dejar todo, pero no lo hagan porque van a ver los frutos. Luchen día y noche, aunque les digan que no vale la pena. El estudio es lo que te puede salvar. Y a las personas que tienen discapacidad, métanle. Si yo pude, ustedes también. Aunque todo sea adverso, siempre vamos a encontrar una mano, siempre va a haber alguien en el mundo para ayudar. Y si alguna vez me necesitan, estoy.
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