Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • El alcoholismo en Córdoba: más de 1.447 personas están en tratamiento en los servicios públicos

    » Diario Cordoba

    Fecha: 15/11/2025 08:26

    A María Ruiz Toril le cambió la vida dos veces. La primera, cuando su marido empezó a vivir las secuelas del alcoholismo. Comenzó a beber siendo apenas un niño de nueve años, en el bar donde trabajaba a cambio de «una copita de vino». La segunda, cuando ya adulta tuvo que sostener a su hijo para que no terminara igual. Hoy preside Acali, una de las asociaciones de referencia en Córdoba, y lo resume con una reflexión que comparten todos los expertos: el alcohol no solo destruye al que bebe, destruye a toda la familia. Su historia, lejos de ser una excepción, refleja una realidad que rara vez asoma a los titulares: el alcohol sigue siendo la adicción más extendida, más que la cocaína, aunque ambas se entrelazan en muchos perfiles. Más de 1.400 luchan contra el alcoholismo con ayuda de servicios públicos. Desde Acali insisten en el matiz más incómodo: buena parte de quienes llegan a tratamiento no se reconocen como alcohólicos. «Son bebedores sociales, pero que no pueden pasar un solo día sin beber», explica María Ruiz. «Si estás esperando que llegue un cumpleaños o un fin de semana para emborracharte, tienes un problema. Empiezan y se tiran toda la noche bebiendo, no controlan». La mayoría acude cuando las consecuencias estallan y las familias les dan un ultimátum, pierden el trabajo o tienen problemas con la justicia. Son los familiares «los que le ponen la maleta en la puerta», dice Ruiz, quienes empujan al enfermo a buscar ayuda. El perfil del adicto al alcohol Y el perfil, lejos del estereotipo de marginalidad, es una persona completamente normal: padres de familia, jóvenes, trabajadores con estudios e incluso «altos cargos que han acabado viviendo en la calle». Jesús Tamayo, presidente de Proyecto Hombre (la asociación presentó su memoria recientemente), apunta directamente a la juventud: «Cuanto más tarde se empieza, menos deterioro cognitivo y físico y menos probabilidades de desarrollar una conducta adictiva». Por suerte, dice, cada año se retrasa ligeramente la edad de inicio. Pero admite que los cambios sociales no son suficientes. «Nuestra cultura sigue asociando celebración con alcohol. Es inconcebible una fiesta sin él. Y eso facilita el abuso», subraya. La mayoría de quienes llegan a Proyecto Hombre por alcohol no son jóvenes. Los perfiles más frecuentes están entre los 40 y 50 años. El alcoholismo en la familia El alcoholismo arrastra a la familia: «Los familiares somos codependientes», reconoce María Ruiz. «Nos anula por completo». Las mujeres, además, cargan con un estigma mayor. Tamayo lo explica: «Aunque hay avances en perspectiva de género, la mujer adicta sigue siendo más criminalizada, y muchas llegan solas, sin apoyo social ni familiar». En las terapias de Acali y Proyecto Hombre, buena parte del trabajo consiste en reconstruir vínculos y enseñar a las familias a apoyar sin permitir. La recuperación es larga. La dimensión del problema La dimensión del problema no se evidencia en las cifras, que son como la punta de un iceberg. La Unidad de Adicciones del Instituto Provincia de Bienestar Social de la Diputación de Córdoba cuenta con 1.447 usuarios activos en los últimos seis meses, con el alcohol como primera adicción. Las cifras se dispararían si se tuvieran en cuenta los casos en los que aparece como segunda droga. En 2024 atendieron a más de 1.800 personas por alcohol, y este año prevén superar esa cifra. Magdalena de Miguel, la responsable de la unidad que atiende a personas con adicción en los centros de salud de toda la provincia, lo resume así: «A nosotros nos llega lo más grave. Los que ya han perdido el control». Pero alerta del camino que hay antes: abusos diarios, consumo en el trabajo, conducción bajo los efectos del alcohol. Situaciones normalizadas que ya suponen un riesgo. Las asociaciones coinciden en reclamar más recursos y más implicación institucional. En muchos casos, como admite Ruiz, «sin ayuda de nadie, solo con las cuotas de los socios». Tamayo insiste en que las administraciones deben apostar por una «prevención ambiental» que vaya más allá de actos puntuales y una ley efectiva para atajar el consumo en menores. Una fecha y... ¿qué más? La rehabilitación es larga. A veces dura años. Y nunca termina del todo. Este sábado es el Día sin Alcohol, una fecha que no cambiará nada sin un cambio social. Tamayo lanza una reflexión que resume la encrucijada: «Es el Día sin Alcohol, pero… ¿quién va a decir: hoy no bebo?». Para que funcione, dicen las entidades, no basta con una fecha. Hace falta educación, leyes, prevención real, apoyo a las asociaciones y un cambio cultural que permita ver el alcohol no como algo inherente a los encuentros sociales, sino como una droga legal con un enorme impacto sociosanitario.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por