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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 11/11/2025 16:39
La imagen compartida por Araceli González en que se la puede ver junto con su madre y su hermano Adrián El 10 de septiembre de 2018, un antes y un después partió la vida de Araceli González. Ese día, la actriz enfrentó la muerte de su madre tras una larga y dolorosa batalla contra el lupus. La historia de ese vínculo, marcado desde el origen por la soledad y la resiliencia, volvió a brillar en las últimas horas, cuando la actriz compartió una fotografía antigua y un mensaje profundo en sus redes sociales. “¡El recuerdo de nosotros tres es eterno! Ella. En silencio amó hasta las entrañas. En silencio y con mucha dignidad cuidó de nosotros. Sola. Nadie puede medir la intensidad con la que muchas mujeres en silencio accionan“, publicó la actriz, junto a una imagen en la que se la ve acompañada por su madre y su hermano. Cada palabra es una ventana al pasado: allí, la falta de un padre no fue ausencia, sino otra manera de aprender a enfrentar la vida. Araceli lo dice sin rodeos: “Ella me enseñó a levantarme cada día para encarar la vida con todos los logros de cada tránsito”. La dignidad no es pose, sino escuela silenciosa. Aprender a elegir, a decidir y, sobre todo, a no renunciar al amor y la fe en uno mismo ni en los demás, aunque anide el miedo o la soledad amenace. "Me enseñó que sola elijo y decido. Que amar y creer no es algo que debemos descartar por miedo a la plena soledad con tus sentimientos“. Su voz, hoy de hija, es eco de una multitud invisible: las mujeres que marcan huellas desde el coraje callado de llevar la verdad a cuestas. Con las mujeres de su familia, Araceli González de bebé (Instagram) El legado materno habita en cada conquista. “¡Estoy feliz, mis logros son infinitos y todavía voy por más!" De algún modo, los triunfos de Ara son frutos cosechados en ese jardín de la resistencia, donde su madre sembró identidad, principios y fe en el propio trayecto. La publicación no se quedó sola en el tumulto virtual. Decenas, cientos de mujeres respondieron con sus propias historias, con gratitud y reconocimiento. "Hermoso mensaje Ara querida, yo soy mamá soltera y la crio sola a mi hija, ya entra a la universidad, las mujeres podemos cuidar de nuestros hijos solas“, apareció en los comentarios, como si la red social se convirtiera de pronto en comunidad de esperanza y desahogo. Otra voz, igual de potente y vulnerable: "Yo también pasé por lo mismo, mi mamá también nos cuidó ella sola, sin un padre, hace dos años que la perdí por eso, entiendo tu dolor“. Ecos del mismo paisaje: cuando la ausencia se vuelve norma y cada madre se convierte, en silencio, en arquitecta de su pequeño mundo. Araceli González y el impactante parecido con su madre (Instagram) Como un manifiesto, cada comentario suma y refuerza el relato inicial: "Somos muchas las que luchamos solas, hacemos todo por nuestros hijos, aunque estemos rotas por dentro, tu mamá vive en vos y también en tus hijos y a ese legado no lo podrá borrar nada ni nadie, porque el dinero no compra amor verdadero ni dignidad, ni don de gente. ¡Abrazo!" El duelo se acompaña de la memoria, de miradas, de gestos heredados. “¡Cuánta verdad al describir a tu mami! Cuánto Amor da una madre, y cuánta libertad a que nosotros elijamos nuestros caminos... Solo queda amor en cada recuerdo!“, anotó otra lectora. Son mujeres que se reconocen, se abrazan virtualmente y celebran la fortaleza compartida. Los recuerdos de Araceli alcanzaron entonces un nuevo sentido: ya no son solo el homenaje de una hija huérfana, sino el catalizador para que otras mujeres pongan en palabras sus propias luchas y pérdidas. La actriz, sin pretenderlo, abrió la puerta a testimonios íntimos donde la maternidad, la pérdida y la resiliencia adquieren nombre y apellido. Araceli González y su mamá Rosa: un amor a prueba de todo (Instagram) Esa madre —la de la actriz, la de tantas seguidoras— no desapareció realmente. Permanece en la elección de levantarse cada mañana, en la enseñanza de enfrentar el miedo, en la certeza de que la dignidad nunca se pierde y de que el amor, cuando es verdadero, no desaparece. El dolor de la partida es real, pero también lo es el legado: “Mi hermano, mi mamá y yo”. El trío que sostiene la memoria. El ejemplo que no muere. Son mujeres que, aun en el silencio, escriben la historia familiar con gestos, con sacrificios y con esa humildad difícil de aplaudir pero imposible de ignorar. La vida de Araceli volvió, así, a ser espejo de una verdad colectiva: hay mujeres que luchan solas, que crían, que sufren, que eligen, y cuyo amor y dignidad trascienden el recuerdo y el paso del tiempo.
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