11/11/2025 13:12
11/11/2025 13:12
11/11/2025 13:12
11/11/2025 13:12
11/11/2025 13:12
11/11/2025 13:12
11/11/2025 13:12
11/11/2025 13:12
11/11/2025 13:12
11/11/2025 13:12
» Diario Cordoba
Fecha: 11/11/2025 11:05
Juan Carlos I publica libro y está cargadito de mensajes. Sobre todo para ellas, las mujeres de la corona. También se lamenta de cómo se tuvo que ir de España o de que nunca ha sido libre. Y aunque el libro se titula Reconciliación, más bien provoca lo contrario. Y deja en una posición delicada a su hijo, Felipe VI. Sus memorias son también un relato masculino de poder y de una institución donde las mujeres nunca lo han tenido fácil. En sus páginas pretende edulcorar su biografía y minimizar los escándalos bajo el concepto de «errores de hombre». Para él, las infidelidades fueron solo debilidades personales. Se le olvida cómo comprometieron, junto con sus casos judiciales, la imagen de la monarquía. Pero vamos al grano: la actual reina, Letizia Ortiz. Cuando Juan Carlos I habla de ella, aparece el reproche y paternalismo. «No contribuyó a la cohesión de nuestras relaciones familiares», escribe. Asegura que su despacho «siempre estuvo abierto» para ella, pero le echa en cara que «nunca vino». Pone a su hijo, el actual rey, como si fuese manejado por su esposa, pues asegura que lo aisló. Le reprocha, también, no permitir estar a solas con sus nietas. Quizás tanto malestar surge cuando uno ha vivido rodeado de personas cumpliendo tus normas o expectativas, hasta que alguien toma el timón cuando se iba a la deriva. Y si encima esa persona es mujer, menos gracia hace. La reina Letizia pasa a ser como la Yoko Ono de la familia real. Sin embargo, es paradójico. Letizia Ortiz ha hecho más por mantener y modernizar la monarquía que él en sus últimos años de reinado. Cuando el emérito era un lastre, ella devolvió cierta credibilidad a la Corona. Y lo hizo frente a quienes no le perdonaban ser una plebeya y frente a una familia peculiar. Su reproche a Ortiz muestra el patrón de la reina cuestionada que rompe con una forma de hacer. No la reconoce como agente de transformación, sino como origen del problema. Frente a ella, la reina Sofía. Ahora (a buenas horas) la ensalza. Pero esa idealización muestra que, bajo su óptica, tiene premio la mujer que soporta en silencio. Sofía, que durante décadas toleró humillaciones públicas por el bien de la Corona, es evocada como el modelo correcto, el opuesto a Letizia. Juan Carlos I se extraña de que no vaya a visitarlo. Incluso después de haber tenido a su amante viviendo al lado de su casa. Sofía era una reina de acompañamiento, sin conflictos visibles. Alaba a la mujer que acepta, pero critica a la que trata de cambiar. Que el libro se publique primero en Francia no es casualidad. Marca distancia y protege su relato en un entorno menos crítico, justo cuando la Casa del Rey celebra 50 años de monarquía sin él. Más que reconciliarse, el emérito busca preparar el terreno para su regreso a España. Pero la sociedad española, y especialmente las mujeres, ya no son las mismas. Y Letizia Ortiz ya es reina. Si el emérito ve en ella el origen del distanciamiento, quizá sea porque la monarquía que él forjó no sabe convivir con mujeres que ya no callan. *Profesora de la UOC y periodista
Ver noticia original