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  • Un monstruo que no muere en Córdoba: el de las toallitas

    » Diario Cordoba

    Fecha: 11/11/2025 11:03

    Era enero del 2023 cuando una isla de toallitas y desechos afloró en el río Guadalquivir, junto al Puente Romano, en pleno casco histórico de Córdoba. El problema salía a la superficie de manera irremediable, como la basura que se esconde mal disimulada debajo de una alfombra. Y no, no era sólo una cuestión estética, el impacto ambiental de aquella montaña de basura y la dispersión de sus microplásticos al descomponerse no era algo baladí. En Córdoba, a pesar de las campañas informativas, el monstruo de las toallitas no muere. Emacsa reconoce que las cifras de los productos que se arrojan por error al inodoro y terminan en la red de saneamiento no mengua: en 2024, el último año contabilizado, fueron 300 toneladas. No es alivio, pero al menos se puede decir que no es un problema local. En Sevilla, por ejemplo, se recogieron el año pasado 755 toneladas. Para hacerse una idea: si se pusieran una encima de otra la mole equivaldría a un edificio de diez pisos. Además del inodoro, el arrojar residuos domésticos depende en exclusiva de la conciencia ambiental que haya en cada hogar y son muchos los desagües que se usan como sumideros de todo tipo de productos. Emacsa trata de atajar ese problema haciendo revisiones continuas en el más de medio centenar de aliviaderos de la red de saneamiento que hay en Córdoba, para retirar los residuos antes de que lleguen al río. Pese a ello, desde la empresa municipal de aguas de Córdoba se quiere lanzar un mensaje positivo: «Se aprecia una mayor conciencia social sobre este problema, fruto del trabajo conjunto de instituciones, medios y ciudadanía», apuntan fuentes de Emacsa, que advierten, eso sí, de que sigue siendo necesario insistir en la idea de que «el inodoro no es una papelera, y que la colaboración de todos es esencial para mantener una red eficiente y sostenible». Y es que las toallitas pueden ser muy, muy longevas. Huelga decir que de forma natural, pueden tardar en desintegrarse hasta 100 años y en el inodoro, siete veces más que si se tiraran al cubo de la basura. A diferencia de la celulosa con la que está hecho el papel higiénico, que se deshace, las fibras sintéticas de las toallitas permanecen sin alterarse mucho tiempo. Ojo, y es un error pensar que toallitas son sólo las que se usan para los bebés, ya que hay que incluir en el catálogo el papel húmedo, las desmaquilladoras, pañales y productos de higiene íntima, así como las mopas que hay para limpiar ventanas, cocinas y otras superficies. Emacsa recuerda, además, que «colillas, chicles, papeles, bolsas o botellas, es decir, todo aquello que acaba en el suelo y no se recoge a tiempo, además de ensuciar la ciudad, llega a la red de alcantarillado arrastrado por el agua de lluvia». La ONU fijó el 19 de noviembre como Día Mundial del Saneamiento con el objetivo de crear conciencia sobre la crisis global del saneamiento y garantizar el acceso a servicios básicos de saneamiento e higiene para todos. La factura que asumen las empresas encargadas de las redes de saneamiento es muy elevada, aunque en Emacsa no pueden facilitar este dato porque no tienen asignada una partida específica a un único tipo de residuo. Quienes pueden imaginar el coste son, por ejemplo, las comunidades de vecinos que han sufrido este problema. Sólo un servicio de desatasco puede costar una media de 160 euros. Toallitas en descomposición. | CÓRDOBA Refuerzo en la inspección Los problemas pueden surgir justo después de tirar las toallitas al váter, ya que es ahí donde pueden originarse los primeros atascos en las tuberías del bloque. Si los desechos consiguen atravesar la red de saneamiento completa y viajar hasta alguna de las estaciones depuradoras, donde se forman auténticos tapones que provocan roturas en la red, atasco en equipos de bombeo y malos olores, el problema lo tendrán que afrontar directamente las empresas públicas de saneamiento. Respecto al tratamiento posterior que Emacsa hace de esas toallitas, la empresa explica que al ser residuos no peligrosos son debidamente almacenados y su retirada la tiene que llevar a cabo un gestor autorizado para su adecuada gestión. «Este trabajo no depende de una sola actuación, sino de una estrategia integral que combina la mejora continua de las infraestructuras hidráulicas, la optimización del mantenimiento preventivo y la sensibilización ciudadana sobre el uso responsable del saneamiento», aseguran a CÓRDOBA fuentes de Emacsa. De este modo, mientras se completa el proyecto del futuro tanque de tormentas en el Balcón del Guadalquivir (esta será una infraestructura clave para mejorar la gestión hidráulica en episodios de lluvia intensa), «se están reforzando las labores de inspección y limpieza en los puntos más sensibles de la red, con una planificación dinámica que se adapta según las condiciones meteorológicas y los resultados de las campañas de control», apuntan desde Emacsa. Todo sea porque el monstruo de las toallitas muera algún día.

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