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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 09/11/2025 10:38
Zohran Mamdani habla tras ser elegido alcalde de la ciudad de Nueva York el 4 de noviembre del 2025, en esa ciudad. (AP foto/Yuki Iwamura) Notable la victoria electoral de Zohran Mamdani, aunque no sorpresiva, ya que era previsible desde su triunfo en las primarias. Una mayoría absoluta lo convirtió en alcalde, y la derrota es conjunta de republicanos, el centro político y de los demócratas más moderados. Y a pesar de que no figuraba en la papeleta, hasta Trump fue derrotado, ya que terminó asumiendo un innecesario protagonismo plebiscitario. La lista de perdedores también incluye a una comunidad históricamente ligada a los demócratas como lo es la comunidad judía, y dado el rechazo de Mamdani a todo lo que Israel representa, esta columna se referirá a los judíos estadounidenses. En EEUU la comunidad judía es la más numerosa fuera de Israel, y hasta la guerra iniciada por Hamas el 7 de octubre de 2023 y el estallido de judeofobia a través del mundo, cuando se hablaba de la comunidad estadounidense usualmente se hacía referencia a su poder e importancia, exactamente lo que hoy parece cuestionado, toda vez que después de las multitudinarias manifestaciones en contra de Israel, somos quizás testigos de un cambio de época en relación al tradicional apoyo bipartidista que acostumbraba a existir. La población judía representa hoy alrededor del 2,4% del total en EEUU, aunque según estadísticas del FBI concentra en los últimos años el mayor nivel de ataques por razones de odio contra cualquier religión o minoría. “Los judíos no se distribuyen solo religiosamente, sino que están concentrados en ciudades grandes, con Nueva York disputándole a Tel Aviv y Jerusalén el cetro de la urbe judía más poblada”, por lo que a su interior, se reproducen las distintas divisiones del pueblo judío entre laicos y religiosos, así como en cada uno de estos grupos están representadas las distintas ramas no solo religiosas entre corrientes reformista, conservadora y ortodoxa, sino que también entre laicos, ateos y solo agnósticos, como también en uno y otro, distintas posiciones políticas e ideológicas. A ello se agregan las tradicionales divisiones entre asquenazíes (mayoritaria en NY), como también sefardíes y mizrajim. La Página Judía publica el 13 de mayo de 2024 una encuesta realizada por la Federación UJA de Nueva York, según la cual 1,4 millones de judíos residirían en la ciudad de Nueva York y sus alrededores, lo que incluye los cinco distritos neoyorquinos (Manhattan, Brooklyn, Queens, el Bronx y Staten Island), así como el condado de Westchester y Long Island, información que cifra en 37% la tasa de matrimonios mixtos y en 13 000 los sobrevivientes del Holocausto, residiendo la mayoría en Brooklyn. Es una comunidad de gran diversidad, con diferentes orígenes nacionales (incluyendo israelíes) entre quienes no han nacido en EEUU, diversidad que impide ponerlos a todos en un mismo saco, y que desmiente la afirmación antisemita de que los judíos actúan en grupo y en forma muy similar unos y otros. Más aún, una de las sorpresas para analistas, comentaristas y medios de comunicación, fue encontrarse con algo que ha dado mucho de qué hablar como lo fue la cantidad de judíos que aparecieron votando por Mamdani, lo que tiene una explicación. La cobertura del comportamiento de los judíos a veces se distorsiona por culpa de los propios judíos, ya que, al no ser una religión proselitista, el debate público está influenciado por visiones no siempre certeras, a veces hechas por admiradores y personas de buena voluntad hacia los judíos, como es el caso de la Historia de los Judíos de Paul Johnson, que, por ejemplo, le dedica poca cantidad de páginas a un hecho tan importante en la historia judía como lo fue la expulsión de España. Además, la cobertura de esta última guerra y las manifestaciones antisemitas posteriores a través de Occidente han sufrido no solo del problema de cuánta información distorsionadora proviene de Hamas, como también que, en la actual prensa internacional, viejos mensajes de odio sobre Israel y los judíos han sido maquillados en nuevo formato. En Nueva York y sus alrededores se concentra la mayor cantidad de judíos con EEUU, con cerca de un millón y medio (REUTERS/Shannon Stapleton) Dicho lo anterior, no deja de llamar la atención el comportamiento electoral judío en Nueva York, aunque no del todo sorpresivo, por mucho que se sitúe el apoyo al ganador en alrededor de un tercio de los judíos que acudieron a votar. Es legítimo dejar planteado el tema, ya que los que apoyaron a Mamdani actuaron en forma parecida a esos latinoamericanos que también lo respaldaron, ya que quienes desde allí vinieron conocen con exactitud del repetido fracaso al que conducen esas atractivas ofertas de gratuidad generalizada. De hecho, la historia de Israel refleja episodios semejantes en cuanto a comportamiento electoral, en el caso de aquellos judíos religiosos y antisionistas que consideran un error histórico la creación del Israel moderno ya que esperan al Mesías, y la propia aparición del Estado no solo acarrea negociaciones entre las distintas corrientes sionistas que en 1948, poco después de la Declaración de Independencia, pudieron haberse enfrentado hasta por las armas en el caso del barco Altalena, como también hubo una negociación entre Ben Gurión y los religiosos. Más aún, existe un componente instrumental que lleva aún hoy a partidos religiosos a apoyar gobiernos de derecha como el actual de Netanyahu por las prebendas que se entregan a cambio de esos votos en el parlamento o en el caso de aquellos gobiernos de izquierda que han hecho tradicionalmente concesiones a los kibutzim. Hay, por lo tanto, un tema de clientelismo que también se ha visto tradicionalmente en el voto judío en NY, sobre todo en comunidades de alta concentración y en que la sugerencia de los líderes tiene gran influencia en cómo se vota, tal como ocurre con ciertas comunidades ortodoxas y que ha favorecido repetidamente a los demócratas. En Israel se agrega el importante número de legisladores de la Lista Árabe Unida, quienes participan en muchas negociaciones y votaciones. Es decir, en su comportamiento electoral tanto Israel como NY son lugares de especial diversidad, lo que se notó en esta elección, donde el voto judío a Mamdani en forma resumida provino de juventud judía como también de grupos religiosos antisionistas, que en algunos casos extremos han tenido en Israel contactos con los ayatolás iraníes, con el antiguo Ministerio de Asuntos Judíos de la OLP de Arafat y han participado en las conferencias mundiales organizadas por la ONU y que han buscado deslegitimar a Israel como ocurrió con Ginebra en 1978, Durban en 2001 y la conmemoración de su 20 aniversario en 2021, como también en la votación de los 70, donde la Asamblea General hizo equivalencia de Sionismo y Racismo, en forma tan injusta que se vieron obligados a cambiar de opinión posteriormente. ¿Me gusta lo que pasó en esta elección de Nueva York? No, no me gusta, como tampoco me agradó el antisemitismo desatado estos últimos años en las calles de NY o en las universidades de la Ivy League, entre ellas, algunas de las más prestigiosas del mundo. Para mi persona, la comunidad judía de EEUU era el estándar mundial para los judíos fuera de Israel. Siempre lo destacaba, pero ya no más. “Creo que lo que ocurrió estos últimos años fue tan inesperado, que me dio la impresión de que hubo un shock de tal entidad, que fue difícil asimilarlo en toda su magnitud, y todo indica que no estaba preparada ni ella ni sus líderes para tan gigantesca manifestación de odio, como tampoco lo estaba yo”. En su comportamiento electoral tanto Israel como NY son lugares de especial diversidad (REUTERS/Angelina Katsanis) Pero ya ha pasado suficiente tiempo, y creo que la autocrítica es necesaria, toda vez que tanto en la elección como en el antisemitismo desatado en calles y universidades, me hubiese gustado ver más presencia, más adaptación a una nueva realidad donde todo puede empeorar en vez de mejorar, por lo que es necesaria una constante revisión de si las tácticas que fueron tan adecuadas en el pasado lo siguen siendo en esta nueva realidad. Me preocupa que esté ocurriendo en EEUU, ya que si ocurre aquí y la comunidad no reacciona con la fuerza que podría hacerlo en un país cuya estructura jurídica y legal se lo permite, ¿dónde entonces fuera de Israel podrían hacerlo los judíos con éxito?, además que hoy tendría apoyo abierto del actual gobierno de Donald Trump. Una razón adicional por la que se debiera actuar con la mayor determinación posible es que en la historia judía hay dos tragedias muy grandes, precisamente cuando se sentían contentos, valorados e integrados, no solo en Alemania con el Holocausto nazi, sino también en la España de 1492, con la expulsión ordenada vía Edicto por los reyes católicos, hasta el día de hoy recordada con emoción y amor por los judíos sefardíes. La verdad es que me hubiese gustado que la comunidad hubiese hecho más de lo que hizo para enfrentar el vendaval antisemita de los últimos años, elementos que trato en detalle en un libro de reciente aparición (“En Defensa de Israel”, 461 pp., Amazon libros) como también me hubiese gustado ver que se formara un amplio frente que atrajera a los más diferentes sectores que estén disponibles para enfrentar la judeofobia, al igual que para abordar los cambios que están experimentando, tanto EEUU como el partido Demócrata en relación a los judíos e Israel, donde el resultado electoral que motiva esta columna va a tener amplia influencia en quienes piensan igual al alcalde electo, toda vez que se inaugura un periodo de primarias para definir candidatos a gobernadores, representantes, senadores para las elecciones de medio término que tendrán lugar en 2026. Del mismo modo, es imprescindible revisar los procesos internos que están teniendo lugar al interior de la comunidad. Al respecto, me hubiese gustado que a nivel local y al más alto nivel nacional, en primerísimo lugar, se abordaran procesos como el preocupante giro crítico de Israel que está teniendo lugar entre los jóvenes de la comunidad, en cierto modo, réplica de lo que está ocurriendo con otros jóvenes estadounidenses. En sentido parecido, también me gustaría que se atacara el tema que se hizo público para todos del “fuego amigo” de quienes por razones político-ideológicas o solo religiosas acudieron a esas manifestaciones anti-Israel, permitiéndole a quienes odian decir que no era cierto que estaban contra los judíos, ya que solo eran contrarios al “sionismo”, lo cual era y es mentira. Creo que la comunidad, además de estudiar el cambio de tácticas y estrategias que no están dando resultado en esta nueva y deteriorada realidad, debiera abordar el problema de quienes tal como ocurrió en la reciente elección de NY, dicen representar a los judíos hablando contra Israel, algunas o muchas veces sin vida comunitaria, y solo apareciendo como tales por una especial vestimenta identificatoria o algún distante apellido, para hacer ver que esas personas solo se representan a sí mismas, como también trabajar muy activamente en un frente muy amplio de defensa del derecho a ser diferente, sobre todo, si la tradición por la cual se lucha, tiene una continuidad de miles de años que nadie más puede exhibir. Me gustarían dos cosas, dos ejemplos a ser seguidos. El primero es el del Reino Unido, donde el partido Laborista ya pasó por la experiencia que su similar, el partido Demócrata está iniciando en EEUU. Me parece destacable lo que hizo la comunidad judía en el otro lado del Atlántico, donde hubo una resistencia al hecho que el partido Laborista fuera tomado por un liderazgo antisemita encabezado por un experimentado político como Jeremy Corbyn. Fue una reacción exitosa a distintos niveles, denunciando la situación a los organismos del Estado que vigilaban comportamientos contrarios a la ley, acción en los medios de comunicación que hicieron inelegibles a los laboristas mientras perduró el antisemitismo, accionar de gran visibilidad de los miembros judíos del parlamento, cuyo resultado final fue la sanción judicial y administrativa al laborismo y el reemplazo de Corbyn, lo que permitió el triunfo laborista en la última elección general, el año pasado. Tras el ataque de Hamas a Israel del 7 de octubre de 2023, crecieron considerablemente los actos de antisemitismo en Estados Unidos y en varias ciudades europeas (REUTERS/Carlos Barria) Nada semejante se aprecia en EEUU ni por parte de la comunidad judía a nivel nacional como tampoco de aquellos miembros judíos del partido Demócrata que aparecen como arrinconados, por la acción de quienes conforman el squad dentro de ese partido, grupo que crece al igual que el éxito del discurso de quienes piensan igual a Mamdani. El segundo ejemplo es para mí el de la comunidad afroamericana, ya que han sido los únicos a los que les he escuchado una gran verdad, que a pesar del racismo que han sufrido, hoy a ellos no les habría pasado lo que les ocurrió a los judíos en las universidades y en las calles de Nueva York. Pienso que la comunidad judía hoy debiera imitarlos, sobre todo, en el automatismo y la unidad con la que se reacciona con consecuencias inmediatas para quienes tienen actitudes racistas que violan la ley. Por lo demás, sería una vuelta de mano a lo que Martin Luther King decía en los 60, que en su lucha aspiraba a lograr el mismo estatus que habían alcanzado los judíos, a quienes siempre dio las gracias por su apoyo a la lucha por los derechos civiles, además de tener palabras amables para Israel y el sionismo. Todo esto es necesario, ya que la comunidad judía ha sufrido un retroceso medible en pérdida de disuasión, toda vez que lo que ha pasado los últimos años ha derribado muchos mitos sobre el “poder” judío en universidades, empresas, medios de comunicación, Hollywood, etc., ya que este sinceramiento no es necesariamente bueno, toda vez que esa situación perjudica lo que con anterioridad existía, cuando aquellos que odiaban a los judíos, se autolimitaban por esa visión del poder judío, que hoy se ha demostrado, si no equivocada, al menos mucho menor de lo que se suponía. Hay una serpiente que ha abandonado el nido, se despliega por todas partes, y necesita una actitud diferente frente a lo que seguirá pasando, toda vez que se ha normalizado el ataque a judíos en las calles y en el sistema educativo, además de los medios de comunicación. Al respecto, los judíos pueden estar cumpliendo su antiguo rol de canario en la mina, ya que lo que a ellos les pasa puede anticipar situaciones similares para la sociedad entera y el país en su conjunto. Después de la victoria de Mamdani, lo que ocurra entre los Demócratas es importantísimo, ya que de ello depende si estas manifestaciones de antisemitismo giran hacia la marginalidad o siguen alimentando la corriente principal, toda vez que también influyen otros procesos, tales como que hemos presenciado una manifestación de arrogancia fatal, cuando tantos votantes piensan que algo que ha fracasado reiteradamente en otras partes, como la idea de almacenes de propiedad estatal o municipal va a tener éxito solo porque ahora lo intentarían habitantes de Nueva York, otra evidencia de la latinoamericanización de la política que ha tenido lugar en este país. Quizás lo vivido en NY es otro ejemplo de una característica de nuestra época, la ilusión del conocimiento, donde influyen la internet y las redes sociales, desde el momento que se ha instalado la ilusión de creer que para tomar buenas decisiones simplemente bastaría con haber leído 10 líneas en el celular, idea contra la que ya alertó Umberto Eco a fines del siglo pasado. A la votación para alcalde de NY se le aplica la doble regla de la democracia, en el sentido que si las votaciones son limpias y legítimas como lo fue la del 5 de noviembre, el resultado siempre se respeta, guste o no. Sin embargo, del mismo modo, los votantes deben siempre hacerse responsables de sus decisiones. Es en este contexto que la comunidad judía tiene la necesidad de repensar cómo está enfrentando una situación que quizás no mejore. No tengo la respuesta, más allá de que se necesita una adecuación, una revisión de cuán bien o mal se sigue funcionando en el nuevo contexto que se vive, en el sentido que existe toda una estructura de instituciones que relacionan a la comunidad con la sociedad que la rodea en EEUU, que sin duda prestó inmensos servicios que se transformaron en ejemplo para otros países, pero la realidad que le servía de sustento ha sido cambiada hasta hacerse irreconocible. Zohran Mamdani, alcalde electo de Nueva York, entrega comida en una mezquita de San Juan, Puerto Rico (REUTERS/Ricardo Arduengo) Estoy convencido de que en relación con la judeofobia la situación es tan mala que puede empeorar, por lo que se deben acabar todos los complejos, para así aprovechar lo mejor que ofrece EEUU, un sistema judicial de derechos, reflejados en la constitución y las leyes. No es solo un problema de recursos, lo es también de voluntad para revisar lo que se está haciendo, para así tener la seguridad de que se pueden buscar respaldos y apoyos, con más ruido y mayor presión pública. En otras palabras, la situación es lo suficientemente dramática para concluir que solos no se puede, ya que se puede estar ingresando a la etapa de la rana hervida, aquel cuento donde la moraleja es que, si la rana es hervida en agua caliente, reacciona y salta fuera de la olla, pero si se comienza a hervir en agua helada, se adormece y así, casi sin darse cuenta termina siendo cocinada. Lo que a mí me indica que podríamos estar ingresando a esta etapa, es cuando el mismo Mamdani que hizo un discurso de aceptación tan desafiante que me hizo recordar a Chávez jurando en Caracas sobre “una Constitución moribunda”, poco después invitaba a algo tan poco creíble como “acabar con la lacra del antisemitismo”, el mismo que lo normalizó a un nivel desconocido para ser alcalde de la principal ciudad del mundo, que tanto contribuyó a la creación del capitalismo moderno junto a la revolución industrial inglesa. En su campaña, se dedicó a resaltar solo los defectos y abusos de EEUU, no sus aportes y grandezas, al mismo tiempo de tener un profundo rechazo a la idea misma de Occidente y en la práctica, homenajear al subdesarrollo. @israelzipper -Máster y PhD en Ciencia Política (U. de Essex), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)
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