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Parana » Informe Digital
Fecha: 08/11/2025 15:39
Aquel día de octubre amaneció diáfano, soleado y cálido; al rozar el aire se intuyó que podía ocurrir algo inesperado. El cielo, antes bajo y empedrado de nubes negras infladas por la oposición durante meses, se fue disolviendo en una leve fumata blanca. A paso lento, un aluvión invisible de voluntad popular fue anunciando en silencio el nombre del elegido. Sin mostrarse como respuesta a una orden superior, un mandato divino o una consigna secreta, millones de personas salieron a pedir la liberación del Presidente secuestrado por el Congreso. Iban a hundir las patas del voto en las fuentes del poder. Dos años antes, el golpe de Estado sobre la Massa madre de la corrupción había detonado el hartazgo. La erupción fue volcánica; las estructuras permanentes de los aparatos sindicales ardían en la lava del odio. Al mes declararon la primera huelga general. A los dos meses, uno de los empresarios que cazan en el Zoológico, Pepe Albistur de Tolosa Paz, se plantó frente a la jaula del temido fantasma esperando disfrutar en primera fila la incineración de la sábana mientras comía pochoclo. Las fuerzas del cielo derramaban una lluvia de medidas que se evaporaban al tocar tierra. Diana Mondino y Nicolás Posse ingresaban al Hospital de Quemados. Lourdes Arrieta, diputada por Mendoza, llegaba a la Cámara con un patito en la cabeza. Karina, cocinera en jefe del cuartel, horneaba tortas de poca guita para calmar el hambre. Lule Menem recortaba el tres por ciento de crema a cada porción. El bombero Guillermo Francos extinguía viejas deudas con Daniel Scioli. El culo de Caputo, sentado sobre la única tarjeta de crédito habilitada —de la que sólo se pagaba el mínimo del resumen—, terminó por reducir lentamente la inflación. El león enjaulado volvió su mirada hacia la reja del Fondo, donde le dejaban algún hueso, a veces con carne. Se asomó al agujero de la noche para pedir más. “¡Hola a todos!”, rugió. Esta película ya la vimos, abucheó la platea. El terror al pasado respondió con un temblor amenazante que se sintió hasta más allá del límite de crédito. Cuando aún no tenía condena firme, ni tobillera, ni le reclamaban la devolución de unos 530 millones de dólares robados, Cristina Kirchner aconsejó a “ése idiota” en un acto público. Dijo: “ya que festeja el triunfo de Trump, que aprenda de él”. El animal político puso garra. Recordó la ficha jugada a chance cuando el tío millonario era candidato: podía pasar a cobrar el doble. Murmuró el rezo laico: Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros acreedores, Donald. Make America Great Again, hagamos Argentina grande otra vez. Consultó la estrategia con Conan. Escuchó tres ladridos y descifró el código: “Acordate de Braden o Perón”. Dudó. Conan ladró otra vez y el mensaje quedó claro: “¿Qué hay de comer?”. Actualizó el sistema operativo y cambió la contraseña. Esperó. “Donde dice “o” poné “Y”, ladró Conan. Le pidió a la inteligencia artificial de Santiago Caputo que corrigiera el relato para el gordo Dan antes de salir a pasar la gorra MAGA. Las redes difundieron el maridaje amoroso. Debajo de Trump y Milei, entre las parejas de marcadores centrales que se formaron para defender el nuevo orden, aparecían Fernando Iglesias Y Diego Santilli, Bertie Benegas Lynch Y Ritondo, Bullrich Y Villarruel, Rial Y Fantino. La lista de espera era larga; los más ansiosos levantaban la mano. “Yo, yo, soy el que dijo que ganó Scioli”, gritaba un tal Navarro. Para los aspirantes de cierta edad, educados desde la primaria con el “mamá me mima, Evita me ama”, o para quienes fueron formateados por supuestas verdades como “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”, el requisito de ingreso —cantar la nueva versión de la marcha— resulta muy exigente. Ya no se combate al capital. El único principio social que se defiende es el superávit fiscal. Se mantiene el culto al primer trabajador porque en un gobierno “bilardista” el segundo no existe. Tampoco cambia el objetivo final. Todo sea porque reine el amor y la igualdad. *Escritor y periodista.
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