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» Diario Cordoba
Fecha: 02/11/2025 16:14
El pasado 3 de abril, Rosalía subió a su Instagram una fotografía datada en México donde aparecía la portada de un libro de Simone Weil, ‘La gravedad y la gracia’. Como ha sucedido con otras lecturas deslizadas con aparente despreocupación en su feed (de Ocean Vuong a Camile Paglia o Chris Kraus), el nombre de Weil despertó la curiosidad de los miles de seguidores que descifran y estudian aplicadamente cada detalle que la catalana comparte en redes. No es para menos: Rosalía elige muy bien lo que lee y la mayoría de libros que sabemos que pasan por sus manos no son precisamente entretenimiento ligero, sino más bien todo lo contrario, títulos potentes, repletos de ideas y ambición literaria en el mejor sentido de la palabra. Libros escritos para cambiarle (aunque sea solo un poco) la vida al que los lee, que es de lo que se trata. Tras el anuncio de su inminente disco, ‘Lux’, Weil ha pasado a entrar directamente en el temario obligatorio de los seguidores de la catalana porque una frase suya luce impresa en el disco en formato fiísico: "El amor no es consuelo, es luz", casi a modo de mantra. La cita está recogida en el libro ‘La gravedad y la gracia’, está publicado por Fragmenta en catalán y por Trotta en castellano y pertenece concretamente en un apartado dedicado al desapego. "En realidad, Weil no publicó ningún libro en vida. Cuando estaba en el Sur de Francia huyendo de los nazis coincidió con Gustave Thibon y, al exiliarse a Estados Unidos, le entregó sus cuadernos de notas, los Cahiers. Thibon seleccionó frases de estos cuadernos, las agrupó por temas y editó lo que sería el primer libro de Weil publicado póstumamente", explica Josep Otón (Barcelona, 1963), doctor en historia en la Universidad de Barcelona y catedrático en el Institut Superior de Ciències Religioses de Barcelona. La pensadora francesa Simone Weil. / EPC Contra la trivialización del amor Otón lleva mucho tiempo leyendo y estudiando a Simone Weil. Sobre ella ha publicado varios ensayos: ‘Totalitarisme, arrelament i nació en l’obra de Simone Weil’ (que ganó el Premi Serra i Moret), ‘Simone Weil: el silenci de Déu’ (Fragmenta), ’Història i pedagogia en l’obra de Simone Weil’ y ‘El camino espiritual de Simone Weil’. "Esta frase extraída del Cahier 6 está dentro de una reflexión sobre el dolor. Recordemos que estamos en plena II Guerra Mundial. Seguramente debemos interpretarla en el sentido de que el amor no siempre implica bienestar, sino que es luz, es decir, nos muestra la realidad, nos hace estar atentos para poder captar la belleza escondida más allá del sufrimiento. En cualquier caso, es una frase muy profunda que nos quiere rescatar de la trivialización del amor", comenta Otón sobre la cita escogida por la artista. En una entrevista concedida al New York Times esta semana, Rosalía confesaba su devoción por la autora francesa. "Sabes, Simone Weil dice que amar es amar la distancia entre nosotros y el objeto amado. Y creo que es verdad: al comprender al otro, quizá puedas comprenderte mejor a ti mismo, y puedas aprender a amar mejor", explicaba. "Creo que siempre he tenido el deseo de, ¿cómo puedo acercarme a Dios? ¿Cómo puedo estar más cerca de Dios? Ese sentimiento espiritual siempre ha estado ahí, solo que no lo he racionalizado ni intelectualizado", confesaba en el podcast del diario neoyorquino en una conversación con Joe Coscarelli y Jon Caramanica. La pensadora francesa Simone Weil. / EPC Pero, ¿por qué Simone Weil y por qué ahora? "Simone Weil es un personaje fascinante y polifacético que despierta un gran interés por varios motivos. Estos últimos años, por ejemplo, se ha escrito sobre su estancia en Cataluña y Aragón durante la Guerra Civil y, en concreto, su implicación en la Columna Durruti", explica Otón. Prueba de ello son el libro novelado ‘La columna’ de Adrien Bosc o ‘Vivir la fuerza. Simone Weil y la Columna de Durruti’ de Xavier Artigas. Su experiencia religiosa también despierta interés y el último en fijarse ha sido el filósofo Byung Chul Han, premio Princesa de Asturias, que acaba de publicar ‘Sobre Dios. Pensar con Simone Weil’. Una santa laica "Es una pensadora muy original", ahonda Otón. "No se recluye detrás de la acumulación de conocimientos eruditos, sino que vive con intensidad y escribe sobre lo que vive. No es un espectador ni un estudioso aséptico. Se implica en la realidad. Se compromete personalmente. Toda su vida está marcada por la preocupación por el sufrimiento humano, por las víctimas de la desgracia, de la injusticia de la existencia", explica Otón. La figura de esta lúcida pensadora francesa a la que muchos ven como una santa laica (murió en 1943 de tuberculosis a los 34 años tras negarse a recibir alimentos en solidaridad con los que pasaban hambre) ha emergido de forma imparable en los últimos años, en paralelo a otra filósofa cuya obra se forjó en pleno auge del totalitarismo, Hannah Arendt. Sus ideas sobre el mundo y sus propuestas para vivir en él de una manera diferente siguen resultando inspiradoras ocho décadas después, quizá porque los peligros de los que alertaban entonces (la desconexión, la violencia, la pérdida de atención) siguen estando ahí, multiplicados. La "dimensión trascendente" Como Arendt, Weil fue pionera en un mundo de hombres. Fue la primera mujer en estudiar Filosofía en la École Normale Supérieure (la segunda fue otra famosa Simone, Beauvoir) y, en tiempos de grandes ideologías y grandes guerras, apostó por el pensamiento crítico y la defensa de lo humano, lo local y lo cercano frente a la abstracción de los dogmas. Profesora, anarquista, obrera (estuvo trabajando en granjas, minas, barcos de pesca y hasta en la fábrica de Renault), Weil receleba tanto del frascismo como del comunismo y su visión de la guerra quedó marcada por la Guerra Civil española. Weil fue una de las brigadistas internacionales que se enroló en la Columna de Durrutti, llegó hasta el frente del Ebro. Tenía 27 años. Le horrorizó la masacre humana que vieron sus ojos. Más tarde se dedicaría a ayudar a los refugiados de Hitler y Stalin y participó en la Resistencia francesa. "Weil vive en plena eclosión de los totalitarismos, por eso sintoniza en muchos aspectos con Hannah Arendt, en su concepción de un mal casi anónimo, mecánico, burocrático, que puede compartir ciudadanos normales en verdugos. Y en ese ambiente dominado por la ‘fuerza’, que Weil compara con el dominio de la fuerza de la gravedad, no se deja llevar por el pesimismo y descubre una chispa de esperanza, que denomina ‘la gracia’. Todo puede cambiar, pero es necesario ejercitarse en la atención, para no vivir como autómatas", relata Otón. "Aquí entra la dimensión trascendente. Ella tiene varias experiencias espirituales que le acercan al catolicismo, aunque es reacia a bautizarse. Este énfasis en la experiencia personal la hace muy atractiva para el mundo de hoy, que no quiere creer en lo que le han dicho sino en lo que ha vivido", resume.
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