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Concepcion del Uruguay » 03442noticias
Fecha: 02/11/2025 14:16
A diferencia de los mamíferos terrestres, las crías de ballena no pueden aferrarse a sus madres. No tienen patas, ni brazos, ni siquiera el refugio de un nido. Solo el océano. Por eso, la naturaleza diseñó un milagro: la madre no amamanta, sino que rocía su leche directamente al agua. Pero no es una leche común. Es espesa, blanca, casi como crema o pasta de dientes, con un 50% de grasa. Tan densa que no se disuelve en el mar. Flota, suspendida, esperando a que la pequeña ballena la recoja entre las olas. La madre calcula el ángulo, la fuerza y el momento exacto. Y mientras ambas nadan, el alimento viaja de una vida a otra, invisible entre la espuma. Es un acto de precisión, pero también de ternura: la forma en que una madre alimenta a su hijo en medio del caos del océano. Un recordatorio de que incluso en los lugares más vastos e impredecibles del mundo, la vida siempre encuentra una forma de abrazarse.
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