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  • Fricciones entre EE.UU. y China: ¿qué deparan al mundo? :: Asdigitalnews

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    Fecha: 03/11/2025 00:32

    A lo largo de finales del siglo XX y la primera década del XXI, el Occidente dominante daba por hecho que "la interdependencia económica, los mercados globales y un conjunto único de normas" dejarían una larga sombra sobre las diferencias históricas y culturales para sumergirlas en la oscuridad, señala Fiódor Lukiánov, editor jefe de Russia in Global Affairs y presidente del presidium del Consejo de Política Exterior y de Defensa de Rusia. "En esa visión, las identidades civilizatorias —las profundas estructuras de la tradición, la cultura y la cosmovisión— se consideraban casi como reliquias", sostiene Lukiánov. Sin embargo, esa época ha terminado y la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca no hizo más que visibilizar aún más esta nueva realidad, donde prevalecen "la identidad, la diferencia y la autoafirmación civilizatoria". "La cuestión ahora no es si este cambio está ocurriendo, que sin duda ocurre, sino cómo funcionará el mundo en este contexto", remarca. El efecto Trump En menos de un año en el cargo, el mandatario estadounidense transformó no solo la diplomacia de su propio país, sino también las expectativas globales en torno a ella. Con su mandato, Trump ha resucitado "una caricatura que los europeos trazaron en su día de los estadounidenses: descarados, seguros de sí mismos, desdeñosos de los matices, convencidos de que el poder es el argumento más honesto", expone Lukiánov. Sin embargo, sus métodos de posicionarse en el escenario mundial también incluyen la franqueza, característica que resulta "ser más fácil de manejar que el lenguaje ambiguo y refinado de Washington". Por otro lado, "la franqueza desmedida es peligrosa, y Trump suele tratar la diplomacia como si fuera un escenario televisivo, donde la escalada es más un drama que una consecuencia", resalta. Su choque con China El país que más contrasta con el estilo de Trump es China, el principal rival geopolítico de Estados Unidos. Mientras el líder estadounidense aboga por "el dominio y el espectáculo", Pekín se declina por "la continuidad, la paciencia disciplinada, el compromiso para salvar las apariencias y la creencia en una evolución gradual y controlada", enumera Lukiánov. Durante el primer mandato de Trump, el gigante asiático esperaba que su agresivo comportamiento fuese "una fase pasajera". Sin embargo, el segundo mandato le hizo cambiar de opinión y dar un giro en su actitud hacia Washington. "Pekín está aprendiendo a responder a la franqueza con la misma franqueza, aunque lo haga con reticencia", indica Lukiánov.

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