01/11/2025 12:07
01/11/2025 12:07
01/11/2025 12:06
01/11/2025 12:06
01/11/2025 12:06
01/11/2025 12:05
01/11/2025 12:05
01/11/2025 12:04
01/11/2025 12:03
01/11/2025 12:03
Parana » Informe Digital
Fecha: 01/11/2025 09:12
El proyecto de reforma laboral que el Gobierno pretende debatir en sesiones extraordinarias desde diciembre alteró los ánimos de la cúpula de la CGT mientras ésta estaba enfrascada en la elección del 5 de noviembre, y obligó a los dirigentes gremiales a postergar otras discusiones para definir tácticas y estrategias destinadas a frenar la iniciativa en tándem con los movimientos sociales. Un dato sobresaliente, según pudo corroborar PERFIL desde el seno de la central obrera, es que este texto contribuye a conformar un sindicalismo opositor a Javier Milei y sin canales de diálogo. Reproduce el escenario que se abrió tras el Decreto 70/2023, una reforma laboral inconsulta para los popes gremiales, plagada de manifestaciones y con un primer paro general contra la gestión violeta. Hasta la semana pasada, salvo excepciones, la calle Azopardo estuvo dedicada a la rosca: todo en pos de terminar de confeccionar la lista definitiva que se someterá a votación el próximo 5 de noviembre para conducir la CGT durante los próximos cuatro años. Pero las idas y vueltas quedaron en pausa en los últimos días, cuando el oficialismo confirmó que una de sus prioridades en la agenda legislativa es sancionar una nueva reforma laboral, luego del éxito electoral cosechado el domingo 26 de octubre. Todas las alas de la mayor central obrera tienen objeciones a los lineamientos que trascendieron del texto, incluidos los sectores dialoguistas con roles institucionales, como Gerardo Martínez, secretario general de la Uocra, integrante del Consejo de Mayo y quien se ocupa de articular internamente las distintas tribus de la CGT. El referente fue el primero en advertir en cada encuentro que no existe posibilidad de acordar modificaciones para un plano laboral de “desregulación total”, tal como pretende la administración libertaria. De acuerdo a lo que pudo saber este medio, Martínez ante los suyos solo muestra molestia y llegó a decir que podría abandonar el órgano que nuclea a representantes de diferentes ámbitos (como del Congreso y el empresariado) por la falta de entendimiento. El pensamiento del dirigente es compartido por sus pares referenciados en “los gordos”, aquellos que conducen grandes sindicatos de servicios, y también por un conjunto de referentes jóvenes que vienen ganando espacio dentro de la central y que pueden ser una opción para conducir la CGT desde el próximo miércoles. Cristian Jerónimo (sindicato del Vidrio), Maia Volcovinsky (Unión de Empleados Judiciales de la Nación) y Juan Pablo Brey (Aeronavegantes) son algunos que también se encolumnan detrás del rechazo a la reforma. Sobre todo, varios de ellos cuestionan en la intimidad un punto crucial que Alejandro Cacace, secretario de Desregulación del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, cuyo jefe es Federico Sturzenegger, se encargó de señalar: la modificación de los convenios colectivos de trabajo para habilitar las negociaciones entre patronal y sindicatos no por actividad, como ocurre en la actualidad, sino por empresa. “Esto habilitaría a que una empresa chica, de treinta empleados, pague cualquier monto y el salario siga perdiendo poder adquisitivo”, dice una voz de la principal central obrera. El fin de la cuota solidaria, que forma parte del financiamiento de los sindicatos a través de los descuentos compulsivos a todos los trabajadores de una actividad, sean o no afiliados, gracias a una suma pactada con los empresarios en los convenios colectivos de trabajo, es otro punto que genera discordia absoluta. Los referentes de la Unión de los Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) se unen a la fila de cuestionamientos. Principalmente, cuestionan que el proyecto no aclara cómo se va a acabar la informalidad laboral que atraviesa a un tercio de la clase trabajadora.
Ver noticia original