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» Diario Cordoba
Fecha: 29/10/2025 09:44
Desde niña fue consciente de las desigualdades de género, pero Lourdes Muñoz Santamaría las sintió en carne propia cuando estudiaba en la facultad: “Era un edificio pequeño, e ingeniería informática estaba en el noveno piso de los ingenieros industriales. Allí, sólo había lavabos para las chicas en la segunda planta. Cada vez que lo necesitábamos teníamos que bajar siete plantas por la escalera, porque el ascensor sólo se podía utilizar para subir”. Desde su adolescencia combinó su pasión por la informática con el activismo a favor de los derechos de las mujeres. Fue en la facultad cuando Muñoz supo que ese camino no sólo iba a exigir esfuerzo, sino también cambiar estructuras. En 2003 fundó Dones en Xarxa (traducido al castellano, ‘mujeres en red’, un tejido creado para impulsar la presencia femenina en Internet fomentando la creación de contenidos digitales sobre igualdad y capacitando a las mujeres en el uso de la tecnología como herramienta de empoderamiento. Años después, creó Iniciativa Barcelona Open Data con la convicción de que los datos abiertos son la materia prima más valiosa del siglo XXI. Desde allí promueve el acceso democrático a la información pública, convencida de que, si los datos no se democratizan, generarán más desigualdades. Su labor busca que tanto empresas como ciudadanía y colectivos sociales puedan usarlos para generar valor económico, social y ciudadano. ¿Con qué propósito nació Donas en Xarxa? La idea era que, ya que internet era fundamentalmente machista y masculina, generar contenidos en la red a favor de la igualdad animándolas a ellas a protagonizarlos. Hacíamos cursos para animarlas a hacer sus propios blogs, generaran sus propuestas y tuvieran su voz en la red. Y, por otro lado, formarlas y capacitarlas para empoderarse usando la tecnología, usándola. “El sector de la industria está tecnificado y digitalizado, pero el tercer sector, el social, siempre ha sido sacrificado” E Iniciativa Barcelona Open Data pertenece al Open Data Institute… Exacto, somos el nodo del ODI, que primero era una organización gubernamental, pero luego se convirtió en Fundación. Los datos eran una nueva materia prima, así que se creó ese portal para publicar datos abiertos de la administración, porque enseguida se dieron cuenta de que, o creaban una institución que ayudara a democratizar el acceso a esos datos o se generarían más desigualdades. Open Data Institute sirve para que las pequeñas empresas, los grupos sociales y la comunidad investigadora acceda a esos datos, pueda utilizarlos, reutilizarlos de manera efectiva y sacar valor ciudadano, económico y social. Con esa filosofía, creamos iniciativas para desarrollar, primero en Barcelona, y después en toda España. Háblame de alguno de vuestros proyectos más emblemáticos Uno de ellos se llama datosviolenciamujeres.es con la misión de aportar datos al debate público de manera que haya una participación menos confrontada y más analítica. Claro que se pueden tener ideas diferentes, pero que al menos se tenga conocimiento de lo que ocurre. Una de las partes importantes de los datos abiertos es aportar análisis para mejorar la política pública y tener ciertos consensos. Al final, se creó un equipo específico de Data Woman mezclando el conocimiento de las ciencias sociales y la igualdad con las tecnologías de datos, en este caso para usarlos activamente para abordar la violencia machista y que la intervención pública o privada sea más eficaz. Al final, lo importante es que las instituciones lo tienen que entender. Claro, ese era el gran problema, porque hay dos brechas importantes: una brecha digital de género muy importante, y otra entre sectores. El sector de la industria está muy tecnificado y ha digitalizado más rápido, pero el tercer sector, el que trabaja para el bien común, el bienestar social y la igualdad, siempre ha sido sacrificado. Además, en él, las trabajadoras suponen el 80%. Y nosotras estamos ahí en medio haciendo innovación social digital entre la plataforma del tercer sector y la informática. Además, decías que las carreras STEM (science, technology, engineering, mathematics) se han masculinizado. Exacto. Es la pescadilla que se muerde la cola. En las últimas décadas, la presencia de mujeres en las carreras STEM ha disminuido. Aunque al inicio había más equilibrio, el auge del análisis de datos y la informática, sectores hoy poderosos y bien remunerados, ha traído una mayor masculinización. Los hombres se han incorporado masivamente al ver grandes oportunidades profesionales más allá de la enseñanza, mientras las mujeres han quedado rezagadas. En informática, por ejemplo, la presencia femenina ha bajado al 9% en Barcelona. Con esfuerzos recientes, apenas ha subido al 11%. En matemáticas y estadística, hace años, la presencia femenina se equilibraba a un 30%-33%, y ahora ha bajado a un 15%, lo que muestra que la brecha sigue siendo profunda. ¿Cómo bajáis a tierra vuestro propósito? Con esa labor de interlocutores, de transmitir la innovación, de hacer dinámicas colaborativas, de crear las herramientas. A veces nos generaba cierta frustración, porque la socialización está muy bien, pero luego nos dábamos cuenta de que, en espacios con brecha digital, por ejemplo, como nuestro pequeño comercio de mujeres, faltaba el conocimiento y esas herramientas no se usaban. Así que creamos unas metodologías más sencillas como apps como icuida, por ejemplo, que hicimos para un grupo de cuidadoras en Barcelona. La idea es poner la tecnología y la información al servicio de lo que las personas necesitan. “Las bases de datos son relevantes y estratégicas, porque toda la inteligencia artificial se alimenta de la sociedad” ¿La ciudadanía de a pie es consciente de todas esas desigualdades que tenemos tan interiorizadas? Eso tendría que ver ya con la inteligencia artificial. Cuando hemos creado los proyectos que, basados en Open Data, hemos empezado a detectar que de manera sistemática hay menos datos segregados por género, y menos datos que tengan que ver con la agenda de las mujeres. Por ejemplo, tenemos un dataset en Barcelona con 50 semáforos que mide cuántos coches pasan y cuánta contaminación hay. Eso cuesta un dineral Es válido en general y me parece bien, pero en cambio no tenemos el dataset de las mujeres que se acercan a un punto de atención, que piden y solicitan cuáles son sus demandas y la trazabilidad después en caso de violencia. No se invierte lo suficiente, así que empezamos a trabajar lo que denominamos el feminismo de datos, que es poner de manera técnica la perspectiva de género en las tecnologías de datos. Y de ahí hemos empezado a trabajar tanto Big Data como inteligencia artificial. ¿Cómo se está trabajando en esto desde la IA? Hicimos un documento que presentamos el año pasado: el informe de la IA de los derechos de las mujeres, con dos ideas clave: que las bases de datos son relevantes y estratégicas, porque toda la inteligencia artificial se alimenta de la sociedad. Si no tenemos bases de datos públicas que muestren las diferencias o las discriminaciones, no va a contar en la toma de decisiones. La segunda cuestión es la importancia de la metodología, los procesos y los criterios que se creen en los proyectos de inteligencia artificial para mejorar. Si no, la inteligencia artificial repetirá los mismos sesgos sociales. También tenemos un datalab de personas mayores, de jubilados, para que se puedan escribir los datos prioritarios para ellos y hacerlos protagonistas, con la brecha que hay en esas franjas de edad.
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