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» Diario Cordoba
Fecha: 28/10/2025 14:30
Finaliza el juicio contra Dilawar Hussain Fazal por matar a tres hermanos septuagenarios (Amelia, Angeles y José Gutiérrez Ayuso) con una barra en Morata de Tajuña (Madrid) el 16 de diciembre de 2023. Durante su declaración, el asesino ha pedido perdón y ha explicado que "yo estaba mal de la cabeza y las voces me dijeron que tenía que matar". Además, ha afirmado que el día del asesinato "los hermanos (dos mujeres y un hombre) me amenazaron con unos cuchillos". Puesto que Dilawar no ha querido utilizar su derecho a la "ultima palabra", el juicio ha finalizado con el informe de su abogado, que se ha dirigido al jurado afirmando que "este suceso iba a acabar muy mal, fuera como fuera. Si no hubiese sido él, hubiese sido otro". "Dilawar es otra víctima" Previamente, ante las preguntas de la fiscalía, Dilawar Hussain Fazal relató que las víctimas empezaron a amenazarle: "ya estás con nosotros y nos tienes que dar dinero". Asegura que fue a hablar con ellas, (las dos hermanas) pero que, cuando le abrieron la puerta, le amenazaron con unos cuchillos. Entonces, cogió una barra de hierro y las mató. Sin embargo, a lo largo del resto del interrogatorio ha afirmado constantemente que los mató porque "me lo decían las voces". Después, supuestamente, metió la barra y los cuchillos en una bolsa y se fue en autobús a Arganda del Rey, donde los tiró a la basura, aunque la policía nunca logró encontrar esas armas. "Ajuste de cuentas" Las dos hermanas habían sido víctimas de un "estafador del amor" a quien conocieron por internet y que las arruinó. Pidieron dinero a vecinos y conocidos. También a Dilawar, que gestionaba el locutorio desde el que ellas enviaban el dinero. El paquistaní había prestado 60.000 euros a las víctimas, una cantidad que nunca recuperó y que provocó dos altercados con ellas antes del crimen. Mientras cumplía ocho meses de prisión por el último —fue condenado por golpear a Amelia con un martillo en la cabeza—, “maduró su decisión” en lo que él entendía como “un ajuste de cuentas” según explicó la psicóloga forense durante el juicio. Tras matar a los hermanos con "golpes de enorme intensidad", que les fracturaron el cráneo, tal y como describieron los médicos forenses, dos días después regresó para amontonar y prender fuego a los cadáveres. Sin embargo, aunque los roció con combustible, el incendio se apagó por la falta de oxígeno en la vivienda. Dilawar afirma también que acudió a quemar los cuerpos porque "le mandaron las voces". Una paliza en Bilbao Dilawar fue víctima en 2018 de una paliza mientras trabajaba en un restaurante en Bilbao. Según ha contado él mismo, le pegaron entre tres personas y algunos de los golpes fueron en la cabeza, donde "le operaron de un tumor" cuatro años antes. Según su versión, desde entonces "escucho voces, veo fantasmas y tengo miedo". Sin embargo, el informe de la psicóloga forense descarta que padezca una enfermedad psiquiátrica. "No es una alucinación auditiva y no hay elementos que indiquen que sufra esquizofrenia o psicosis", explicó la experta durante el juicio. Sí ha sido diagnosticado, en cambio, de un trastorno de personalidad con rasgos paranoides que, unido a su situación de estrés —la muerte de su madre en Pakistán, de la que culpaba a las hermanas de Morata por no poder enviarle dinero tras ser estafado, y su crisis económica—, "pudo disminuir de forma leve su conciencia". Buscó noticias Aunque la fiscalía acepta que se aplique a la condena "el atenuante por alteración psíquica”, rechaza los de confesión y arrebato. Considera que Dilawar se entregó un mes después de los crímenes, cuando ya se había descubierto el hallazgo de los cuerpos y él había buscado en su teléfono noticias donde aparecía como sospechoso. Además, su declaración no aportó información relevante a la investigación. Tampoco aprecia en el asesino arrebato ni obcecación, porque mató a los tres hermanos diez meses después de la muerte de su madre, el supuesto detonante. La acusación, representada por el Ministerio Fiscal, mantiene su petición de 36 años de carcel —doce por cada una de las víctimas—, mientras que la defensa solicita una pena de siete años y medio por los tres asesinatos.
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