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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/10/2025 06:54
De la exposición “El porvenir” de Franco Fasoli, en el Centro Cultural Borges No es muy conocido el dato que dentro de la mal llamada Pirámide de Mayo (es un obelisco) se encuentra el verdadero monumento con el que se celebró la Revolución que inició el camino hacia la independencia de 1816. Pocos lo saben porque, en la Historia, unos datos suelen obturar o tapar a otros, y el tiempo se encarga de borrar los rastros del pasado como remolinos sobre la arena. La Pirámide (o el obelisco) actual es, en ese sentido, como una mamushka que guarda en su interior a otra que representa lo mismo, pero que por cuestiones de materialidad y estética se decidió tapar, con un proyecto que tuvo la dirección del primer pintor nacional, Prilidiano Pueyrredón. Y mucho de este espíritu mamushka -y de la relectura de la Historia- se puede observar en El porvenir, muestra de Franco Fasoli (Buenos Aires, 1981) en el Centro Cultural Borges, ya que a partir de un proyecto de Rogelio Yrurtia para conmerorar el centenario, que nunca se erigió, surgió la idea de llevarlo a cabo con otra materialidad, claro, para Bienalsur y si bien el bosquejo había sido seleccionado, tampoco se llevó adelante por cuestiones presupuestarias. Del proyecto "El pueblo de Mayo en marcha", de Rogelio Irurtia (Museo Irurtia) La selección de este proyecto por parte de Fasoli responde a su valor simbólico como punto de inflexión en el proceso nacionalizante impulsado por el Estado y las nuevas burguesías de la época en aquel aniversario secular, cuando se pobló la ciudad de estatuas e íconos patrióticos ante la inmigración creciente que ponía en riesgo una identidad aún en desarrollo. En la propuesta del artista, el monumento de Yrurtia no es una gran pieza en bronce que enaltece la valentía de un pueblo anónimo o las luchas por la independencia, sino una recreación en telgopor y poliuretano que se encuentra fragmentanda, la que al recorrerla se le pueden ver las impurezas, las grietas, sostenida por andamios de una madera económica que parecen cruzarse por todos lados como signo de una falta de planificación: es la construcción de un hito que se aleja de lo solemne y se vuelve imperfecta. “Siempre trabajé con el telgopor y el poliuretano y la madera, precisamente pensando en un opuesto a los materiales nobles con lo que se erigen los monumentos. Esto es liviano, frágil, ‘barato’, explicó Fasoli durante un recorrido con Infobae Cultura. La obra, además, evidencia cómo se construyen los relatos, revelando que detrás de lo canónico hay, en realidad, una edificación a la que si se la observa detenidamente nada tiene de rígido, de sólido. “La idea es la fragmentación de un monumento desfragmentado por la propia historia y la historia en sí de la Argentina", dijo Fasoli “La idea es la fragmentación de un monumento desfragmentado por la propia historia y la historia en sí de la Argentina, a partir de diferentes piezas”, sostuvo el artista. Esta decisión formal y conceptual se traduce en la disposición de las esculturas que recorren la sala “contra las agujas del reloj”, dijo el curador Joaquín Barrera, para subrayar el carácter retrospectivo de la muestra: “El Centenario como un momento cúspide y cúlmine de un proceso nacionalizante por parte del Estado, por parte de los privados también. Y por eso decidimos trabajar con este monumento, como entendiendo esa cúspide del nacionalismo al revés y trazar la historia hacia atrás”. La fragmentación del monumento de Yrurtia se observa en una separación que se encuentra en diferentes partes de la sala, donde pueden recorrese otras cuatro piezas escultóricas que se desprenden del proyecto original. La fragmentación del monumento de Yrurtia se observa en una separación que se encuentra en diferentes partes de la sala La elección refuerza, por otro lado, el carácter escenográfico de la obra, que según Barrera “pone en jaque que en realidad se está haciendo un decorado de la patria. Alimentando esa hipótesis de que hubo un prediseño del país, que hubo una construcción por parte de la clase ilustrada argentina en construir una idea de país, una nacionalidad que no existía, que hubo que hacerla para combatir las fuertes movilidades migratorias”. Hay detrás de esa segunda Pirámide de Plaza de Mayo otra historia, la de una parte ilustrada de la sociedad que miraba avergonzaba a esa construcción, que entendía que era parte de una Argentina pobre, subdesarrollada con respeto a Europa, y para eliminarla se lanzó un concurso público internacional de 1907, convocado por el gobierno de Figueroa Alcorta, que como en otra mamushka la encerraría en lo más recóndito de la memoria. El concurso, que exhibió setenta y dos proyectos en la Sociedad Rural, generó controversias por la ausencia de finalistas argentinos, lo que llevó a incluir un sexto proyecto nacional, a las apuradas, sin siquiera planos de cómo sería construída. El proyecto, llamado El pueblo de Mayo en marcha, constaba también de un Arco del Triunfo como motivo principal. El Arco de "El pueblo de Mayo en marcha" rodedo por las pinturas "El descanso" y "La Rioja" Al final, no ganó Yrurtua, sino dos italianos, pero por los problemas de suministros generados por la Gran Guerra y algunas protestas públicas en contra del cambio, finalmente la Pirámide-obelisco prevalece hasta la actualidad como primer monumento patrio (aunque no sea el original). En una de las salas del espacio, se puede apreciar, en tamaño maqueta, una versión completa del Arco. El recorrido por El porvenir continúa, decíamos, en un orden cronológico invertido, desde el Centenario hacia los conflictos provinciales y las guerras civiles del siglo XIX, a partir de seis pinturas en las que se pueden ver rasgos del muralismo y, en algunos casos, una construcción que diáloga con la tradición de las viñetas de la historieta, para presentar en una misma obra diferentes escenas de un relato. “Yo vengo de la historieta y del mural específicamente también. Entonces, trabajar las dos cosas como pequeñas narrativas dentro de una gran imagen siempre me interesó. Y sobre todo como trabajo mucho en escalas grandes, poder meterme en el mundo de macro a micro. Ese zoom siempre me interesó trabajar”, detalló Fasoli. La parte trasera del proyecto de Irurtia junto a "El pronunciamiento" Como las esculturas, las pinturas también están ejecutadas sobre materiales poco nobles, de construcción, en este caso madera terciada como lienzo y de encofrado como marco, para reforzar la idea de sostén y provisionalidad en la representación. Se transcurre, entonces, por escenas de los 50 años de la guerra civil entre Unitarios y Federales, con una narrativa visual que se apoya en referencias históricas y anécdotas, como el episodio del Pacto de Cañuelas entre Rosas y Lavalle -con la invención del dulce de leche de por medio- o “La Rioja”, en el que se relata el asesinato de Facundo Quiroga y piezas que refieren al fusilamiento de Dorrego, como también aparecen las figuras de los Reynafé, el Manco Paz, Artigas, Estanislao López, Pancho Ramírez y Urquiza. Hay, por otro lado, cuatro pinturas más. Una de ellas, en uno de los estremos de la sala, se representa la geografía del Cono Sur y la centralidad de Buenos Aires en la historia argentina. “Me interesó terminar con una geografía de la historia”, dice Fasoli, que plantea un diálogo entre los monumentos, los desplazamientos de figuras históricas y la construcción de la memoria colectiva. En la otra, un tríptico bajo la escalera, desde lo paisajístico se representan arquetipos de la pampa, el Chaco y la Patagonia, como “las tierras ganadas durante la expansión territorial”. En “La Tierra en Disputa”, surgen las efigies de Mitre, Sarmiento y Roca Frente a esas obras, se encuentra el espacio denominado “La Tierra en Disputa”, donde también en materiales poco nobles surgen las efigies de Mitre, Sarmiento y Roca, como conquistadores de estos territorios que se sumaron al territorio nacional. El porvenir invita a repensar la relación entre monumentos, historia y territorio, y a cuestionar las narrativas oficiales que han moldeado la identidad argentina y lo hace con la fragmentación como eje, desde la puesta de las esculturas a herramientas de la historieta. En su operatoria Fasoli construye lo que nunca fue, lo que no sucedió, práctica que tiene tanto una conexión directa con el relato de la Historia pasada, sino también con la presente, donde la atomización de los canales de información proponen lecturas disímiles de un mismo evento generando una sensación de que, en realidad, nunca sabremos qué es lo que realmente sucedió. La fragmentación de los hechos es entonces también un modus operandi que apunta a la ruptura de lo social, a la desintegración de la comunidad y del pensamiento crítico. Ya nada es real si nada es comprobable. Ya nada es. Entonces, todo puede estar en crisis. Y así, inmersos en una mamushka, que esconde una realidad posible, los relatos se van superponiendo hasta lograr que la memoria desaparezca, como remolinos sobre la arena. *“El porvenir” de Franco Fasoli, en el Centro Cultural Borges, Viamonte 525. De miércoles a domingos de 14 a 21 h, hasta el 21 de diciembre de 2025. Entrada gratuita.
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