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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/10/2025 04:42
"¡Pobre Pierrot!" es una obra de Charles-Émile Reynaud y se lo considera como el primer dibujo animado de la historia El cartel publicitario instalado en la entrada del Museo Grévin de París el viernes 28 de octubre de 1892 anunciaba un espectáculo que llamó la atención del público. No se trataba del estreno de una obra de teatro ni de un concierto –las atracciones habituales de la época– sino de unas hasta entonces desconocidas “pantomimas luminosas”, obra de un autor también desconocido, el francés Charles-Émile Reynaud. La función incluía la “proyección” de tres obras, todas muy breves, tituladas Pauvre Pierrot, Clown et ses chiens y Un bon bock. Nunca se había visto algo así: mediante un sistema de lentes, una máquina proyectaba imágenes fijas sobre una pantalla traslucida mientras otro proyector superponía otras que se movían sobre ese escenario para contar una historia con música de fondo y otros efectos sonoros. Todas las imágenes, entre 500 y 700 según la extensión de la obra, habían sido dibujadas y coloreadas a mano por el propio autor sobre películas transparentes y flexibles que corrían de una bobina a otra para darles, increíblemente, vida a los personajes. A ese sistema, inventado por él mismo, Reynaud lo llamaba “teatro óptico”. Las tres obras contaban historias sencillas. Pauvre Pierrot (Pobre Pierrot), de unos cuatro minutos de duración, era una comedia romántica que mostraba a un arlequín que coqueteaba con una mujer y a un tal Pierrot que aparecía en escena más tarde y sufría las bromas del arlequín y el desinterés de su amada. Clown et ses chiens tenía como protagonistas a un payaso y sus perros y estaba inspirada en el mundo circense. La tercera, Un bon bock, era una farsa sobre un café donde a un hombre le roban continuamente la bebida y acaba peleándose con los transeúntes. El espectáculo tuvo muy buenas críticas de prensa y fue un éxito de público que se difundió de boca en boca, tanto que el Museo Grévin lo mantuvo en su cartelera durante años, pero función inicial marcó también un hecho histórico: fue la primera proyección de lo que hoy se conoce como “dibujos animados”, por la cual todos los 28 de octubre se celebra el Día Mundial de la Animación. El “teatro óptico” fue además precursor del cinematógrafo, el invento que dieron a conocer tres años más tarde los hermanos Auguste y Louis Lumière y que, paradójicamente, marcó el principio del fin del éxito –y también la desgracia– para el muy ingenioso y polifacético Reynaud. El juguetero óptico Charles-Émile Reynaud nació en Montreuil, Francia, el 8 de diciembre de 1844. Hijo de un relojero y de una acuarelista, aprendió a dibujar con su madre, Marie-Caroline Bellanger, mientras se interesaba en la mecánica frecuentando el taller de Benoît, su padre. Esa combinación entre el arte y las técnicas de precisión sería determinante en su vida y sus inventos. Mientras estudiaba ingeniería trabajó como ayudante y operador del fotógrafo y escultor Antoine Samuel Adam-Salomon, fueasistente del sacerdote y divulgador de la ciencia Abbe Moigno; y dio clases de física y ciencias naturales en la École Industrielle du Puy entre 1873 y 1877. Por esos tiempos aparecieron los primeros juguetes ópticos que creaban la ilusión de movimiento utilizando secuencias de imágenes. Fascinados, decidió perfeccionarlos. Primero trabajó sobre el zoótropo, una máquina estroboscópica creada por William George Horner, compuesta por un tambor circular con unos cortes, a través de los cuales el espectador mira dibujos dispuestos en tiras dentro el tambor que, al girar, parecen moverse. En 1876 creó un tambor giratorio poligonal de espejos pintados con imágenes que, cuando eran iluminadas, se podían ver a través de una ventana pequeña y patentó el artilugio en diciembre de 1877 con el nombre de praxinoscopio. Era apenas una mejora de zoótropo, pero lo siguió perfeccionando y dos años más tarde le agregó un fondo intercambiable para acompañar a las figuras de la secuencia animada. Además, consciente de que su aparato no iba a ser visto por grandes audiencias, trabajó para ampliar los alcances y las proporciones de sus ilustraciones. Elaboró así un complejo aparato que reproducía tiras aún más grandes de dibujos y las proyectaba. En este nuevo sistema, las imágenes en movimiento se contemplaban reflejadas en una especie de proscenio teatral en miniatura y se superponían sobre decorados proyectados con el método de linterna mágica. En ese sentido fue un precursor del sistema de doble exposición o sobreimpresión, una técnica que sería importante en el desarrollo del cine. Sin embargo, Reynaud no estaba satisfecho: veía como un inconveniente que el movimiento animado sobre un tambor debía ser necesariamente cíclico. Para superarlo, comenzó a dibujar las imágenes ya no sobre espejos rígidos sino sobre una cinta flexible transparente que pudiera pasar de una bobina a otra y ser proyectados sobre una pantalla. Así surgió el “teatro óptico”, que patentó en 1892. Para entonces ya había producido los tres “pantomimas luminosas” que proyectó por primera vez en París el 28 de octubre de ese mismo año. El autor, deprimido, destruyó con un martillo todos los artefactos de su teatro óptico y tiró la mayoría de sus películas al río Sena El éxito y la caída El Museo Grévin mantuvo en cartelera las tres obras de Raynaud durante tras años ininterrumpidos. Entusiasmado, el autor produjo siempre de su propia mano y artesanalmente otras dos, que también fueron exitosas: Rêve au coin du feu y Autour d’une cabine. Este último dibujo animado, que en castellano se conoce como “Alrededor de una caseta de baño”, era también una comedia breve, al estilo de “Pauvre Pierrot”, pero con un argumento mucho más atrevido para la época, con la historia de un hombre que espía por la cerradura a una mujer mientras ésta se cambia de ropas dentro de la caseta. Por esa razón, aunque muy criticada, la obra fue un suceso que permaneció en cartel durante cerca de una década. Cuando la estrenó, en 1895, faltaban pocos meses para que los hermanos Lumière estrenaran su película “Salida de la fábrica Lumière” y presentaran al mundo el cinematógrafo. El aparato consistía en una caja de madera con un objetivo y una película perforada de 35 milímetros que se hacía rodar mediante una manivela para tomar las fotografías instantáneas que componían la secuencia (que no duraba más de un minuto) y proyectar luego la filmación sobre una pantalla. Una escena de "¡Pobre Pierrot!", la película de cuatro minutos que se convirtió en el primer dibujo animado de la historia Para competir con ellos, en 1896 Reynaud filmó su propia película Guillermo Tell, interpretada por dos famosos payasos de la época, Foottit y Chocolat, y dirigida por el mismo. Al año siguiente trabajó con una nueva técnica, la de fotografía animada, y dio a conocer Le premier cigare, interpretada por el actor cómico Galipaux. Pero la competencia le resultó fatal y las “pantomimas luminosas” fueron perdiendo también terreno. Producirlas era un proceso muy trabajoso, que exigía realizar hasta 700 dibujos por cinta y, además, las películas producidas con el Cinematógrafo Lumière eran mucho más baratas. Poco a poco las ingenuas historietas animadas dejaron de interesar al público, que se volcó al cine fotografiado, el Museo Grévin canceló el contrato de Reynaud y el inventor del “teatro óptico” quedó en la ruina. Esa derrota le destrozó también la vida. Desesperado y deprimido, en enero de 1910 destruyó con un martillo todos los artefactos de su teatro óptico y tiró la mayoría de sus películas al Sena. Solo se salvaron cuna copia de Pauvre Pierrot y otra de Autour d’une cabine. Poco después lo internaron en el manicomio de Ivry-sur-Seine, donde murió olvidado y en la indigencia el 9 de enero de 1918.
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