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Gualeguay » Debate Pregon
Fecha: 26/10/2025 13:08
–¿De dónde nace tu gusto por la medicina? ¿Fue una decisión familiar o personal? –Un poco de ambas. Si bien mis padres no son médicos, en mi familia siempre hubo médicos: un pediatra, un ginecólogo… así que lo viví de cerca. Pero en realidad lo que me llevó a estudiar medicina fue mi amor por la biología. Desde el secundario me apasionaba el cuerpo humano, investigar, entender cómo funciona. La medicina, en su origen, es biología pura, y creo que eso fue lo que me terminó de decidir. Me encanta lo que hago. –¿Consultaste con algún familiar médico antes de elegir la carrera? –Sí, sobre todo con mi tío Mario, que además es mi padrino y pediatra, me encanta cómo es como persona. Siempre admiré su forma de ser y de trabajar. Cuando hablé con él me dijo: “Es una profesión hermosa, apasionante, te va a encantar”. Y tenía razón. La medicina es apasionante, ser pediatra es hermoso, es gratificante pero es sacrificado y te demanda mucho tiempo de tu vida. –Imagino que equilibrar la vida profesional con la familiar no debe ser sencillo. –No, para nada. Ser madre de tres hijos y pediatra implica un esfuerzo grande. Ser mamá demanda mucho tiempo al igual que ser médico. Pero también uno se sacrifica por lo que le gusta. La pediatría es una especialidad sin horarios: las mamás te llaman los fines de semana, se angustian, tiene miedo, necesitan contención. Gualeguay tiene una sola guardia pediátrica, así que muchas veces uno está de apoyo constante. Por ahí sucede que un fin de semana, una mamá angustiada me llama por una consulta o tenés que ver un niño. Eso en ciudades grandes no suele ocurrir porque hay más guardias. Pero a pesar del cansancio, es muy gratificante: lo que uno da vuelve multiplicado. –¿Entre esas gratificaciones recibirás el afecto de tus pacientes o papás, mamás? –Llevo casi 20 años de pediatra y recuerdos hermosos hay miles y feos, la misma cantidad. Es muy lindo cuando un paciente que atendiste de chico vuelve a saludarte ya grande, o cuando una mamá te agradece por haber estado en un momento difícil, por haberme dicho tal cosa en tal momento. A veces cura, ayuda y trata la enfermedad y otras veces no puede hacerlo, pero acompaña, y eso también sana. Y los papás están muy agradecidos de que estemos en el momento que nos necesitan. Por ejemplo, los cuadros febriles, virales, son cuestiones simples, pero angustian y que uno como profesional le diga “ya va a pasar, es transitorio”, es gratificante. He trabajado siempre en hospitales públicos, ámbitos en los que me encanta hacerlo, Estuve por ejemplo el hospital de niños Casa Cuna, y acá en el Hospital San Antonio. Siento ese lugar como parte de mi vida. Compartí guardias, nacimientos, momentos felices y tristes con colegas y enfermeros que hoy son grandes amigos. La pediatría te da la oportunidad de crear lazos muy humanos. Tengo amigos que hice en la profesión, de hecho, los mejores de ellos en este trayecto, tanto pediatras como enfermeros. Y esto se debe a que pasamos mucho tiempo de nuestras vidas en las guardias, vivís situaciones extremas, también lindas, criamos a nuestros hijos al mismo tiempo. Es decir que también se crea un vínculo que es muy gratificante. –También hablaste del esfuerzo económico que implica dedicarse a la salud pública. –Sí, es un tema real. La remuneración es también parte del hecho de trabajar bien y para que los profesionales permanezcan en la salud pública. De hecho, la mayoría considera que si pudiera sólo depender del hospital, lo haría. Aunque sucede que para mantenerte económicamente no podés depender del sueldo público; tenés que trabajar en dos o tres lugares. Ni hablar tu sueldo sólo depende para mantener tu familia. –Desde tu experiencia, ¿qué problemáticas ves hoy con mayor frecuencia en los niños? –En el último Congreso Argentino de Pediatría, en Mar del Plata, que es un lugar de encuentro de pediatras de todo el país, que es lindo porque hoy en día se hacen online y encontrarse con un colega y compartir distintas experiencias es muy lindo y se aprende más. Hoy por hoy la mayor prevención que hacemos, si bien hay que hacerlo en muchos aspectos, hacemos hincapié en el uso de pantallas en todas las edades. Pero más específicamente lo hacemos en un niño que está en desarrollo. Apuntamos a que no se den pantallas a los niños desde edades tempranas. El daño en el neurodesarrollo es enorme. Afectan la atención, el sueño, la visión, lo sensorial, la postura, el vínculo con los padres, los hermanos y más adelante pueden derivar en problemas emocionales como bullying, depresión o intentos de suicidio. Por eso insistimos tanto: no pantallas antes de los dos años, y uso controlado después. Los chicos necesitan volver al juego libre, al aire libre, al aburrimiento creativo, a compartir tiempo real con sus padres. Volver a eso y no tanto al televisor, la play y el celular, y que los padres compartan más tiempo de calidad con sus hijos. Todos trabajamos mucho, pero el rato que pasamos con ellos tiene que ser de verdad: jugar, hablar, cocinar juntos, salir al patio. Eso forma, enseña y deja recuerdos. No hace falta que sea mucho, pero sí que sea presente. –Para cerrar, ¿qué reflexión te deja este Día del Pediatra? –Que a pesar de las dificultades, ser pediatra sigue siendo una de las profesiones más hermosas que existen. Cada vez hay menos ingresantes a las residencias por los bajos sueldos y las exigencias, pero el que elige esta carrera con vocación va a encontrar una enorme satisfacción. Si alguien está pensando estudiar medicina y pediatría, que lo haga, porque como lo dije anteriormente, es una profesión que te deja mucha satisfacción. Va a ser querido por muchas famitas de la ciudad y que siempre hay tiempo para cambiar. Uno puede plantearse “hago lo que me gusta a pesar de que no se remunere bien y que demande mucho tiempo y yo puedo hacer algo para cambiarlo”. Creo que ese es el mensaje en el Día del Pediatra.
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