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  • El último primer día de Milei

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 25/10/2025 06:31

    Javier Milei en el cierre de campaña de LLA Las fuerzas del cielo bajaron a la tierra para arropar a Milei. La mística libertaria celebró su misa laica a orillas del Paraná. Con un acto de cuidada factura celestial, Javier Milei cerró la campaña que montó sobre su casi exclusiva humanidad. A mitad de camino entre el hard rock y el profeta de la libertad, el Presidente bajó su catecismo a la feligresía ululante. Como ocurrió en el Movistar Arena, volvió a hablarle a su núcleo duro con las más ásperas consignas del 23: polarización extrema y descalificación absoluta a cualquier representación alternativa. Para con los “tibios”, ni piedad: son cómplices, una especie de segunda marca del kirchnerismo. Milei parecía este jueves flotar sobre el éxtasis. La culpa del derrape es de “la máquina de impedir”, del “Congreso destituyente”. Por ahí pasó su línea discursiva. En la elección de este domingo, Milei se juega al todo o nada. A fuerza de diatribas incendiarias y conflictos irresueltos, fue el mismísimo libertario quien construyó este escenario de riesgosa apuesta electoral. Si LLA gana, gana Milei; y si se impone la oposición, es Milei quien pierde. Ni el kirchnerismo ni el peronismo, en sus diversas presentaciones, presentaron batalla. Una campaña de candidatos guardados: no hablaron por estrategia o simplemente porque no tenían nada para decir. “Si tu adversario se está equivocando, no lo interrumpas” reza una frase que se atribuye a Napoleón Bonaparte. La elección de este domingo es por la negativa. Se vota para que no vuelva el kirchnerismo o para ponerle un freno a Milei. Eso se ocuparon de instalar las fuerzas dominantes. La seguidilla de traspiés que lo trajeron hasta aquí no parece amedrentar a Milei, quien confía en poder acomodar el relato a la hora del conteo. Lo importante es ganar, por lo que sea: imponerse en el recuento nacional, aunque más no sea por un voto. Caso contrario, articular una narrativa que genere la sensación de que no todo está perdido. La cuestión de cómo computar los votos del domingo generó mucho ruido. Finalmente, la Justicia hizo lugar a un reclamo de las fuerzas opositoras y dispuso que los resultados se presenten discriminados por distritos. El recuento por distrito único correrá por cuenta de analistas, periodistas y actores del mercado. En este caso, LLA corre con ventaja. En su determinación de pintar el mapa de violeta, el oficialismo impuso el mismo nombre en todas las alianzas que conformó. Fue una decisión estratégica. El peronismo, en cambio, tramita una suerte de PASO a cielo abierto. No será fácil el conteo con tantos sellos y colores. El oficialismo se prepara para, en el mejor de los casos, una victoria estrecha. Se fogonea la meta de alcanzar un tercio: un pobre desafío para quien supo contar con un inédito fervor popular montado en la esperanza más allá del ajuste. Con un treinta y pico no alcanza. Gobernar a golpe de DNU y sosteniendo vetos no es suficiente para apuntalar un cambio. Algo que tienen claro los amigos del Norte, demandan menos sarasa y más acuerdos, más consenso, más diálogo, más conducción política. La única verdad es la realidad. Y la realidad solo se podrá evaluar por el número de bancas que se obtengan en las Cámaras. En ningún caso LLA obtendrá una mayoría propia. Para imponer leyes, va a necesitar inexorablemente el concurso de sus potenciales aliados. Los mismos que este jueves fueron maltratados desde el púlpito montado en Rosario. El Gobierno llega maltrecho a la elección de medio término. Desentendido del manejo de las crisis que afectaron su credibilidad, Milei no logró dar respuesta alguna a los escándalos en los que quedó atrapado. En el ojo del huracán, su hermana y excluyente sostén emocional: el “jefe”. La encarnizada defensa de la candidatura de José Luis Espert dejó al Presidente expuesto en el extremo de la sinrazón. No atendió una sola de las alarmas y advertencias que la oposición K le hizo llegar en tiempo y forma acerca de la inconveniencia de subir al “profe” a la lista. El carpetazo estaba cantado. Tanto Rodolfo Tailhade, al presentar una “cuestión de privilegio” contra Espert por sus vínculos con Machado en febrero, como las posteriores advertencias del diputado rionegrino Martín Soria sobre el mismo asunto, fueron absolutamente ignoradas por Milei. La distracción —o, en su defecto, el emperramiento— le costó carísimo al libertario. “Para votar al colorado hay que votar al pelado” fue un hito penoso en el último tramo del raid electoral. El coletazo final llegó desde la Patagonia: Lorena Villaverde, diputada libertaria y candidata a senadora por LLA en Río Negro, también trajo al debate un narco prontuario para amenizar. No faltó nada. La filtración de los fatídicos audios de Spagnuolo, un desaguisado que expuso la matriz viva de la corrupción, no solo dañó a Karina Milei de manera casi irreversible, sino que dejó en carne viva la interna oficialista. Javier Milei quedó atrapado en las rencillas que afectan a su núcleo más estrecho. El cruce de acusaciones y sospechas entre caputistas del cielo y karinistas de la tierra no ofreció tregua alguna y llega a la jornada electoral en estado de máxima ebullición. “La Argentina se está muriendo”, aportó el amigo Trump, apenas poco después de pavonearse con la novedad de que, si Milei no gana las elecciones, no iban a ser “generosos con la Argentina”. Las tensiones en torno a la relación con Trump se llevaron puesto a un ministro. Gerardo Werthein pegó el portazo a la Cancillería, harto de la diplomacia paralela en el backchannel de Santiago Caputo. Tal vez inspirado por el revuelo de la dimisión del hasta ahora canciller, Mariano Cúneo Libarona decidió anticipar su salida sin esperar al domingo electoral. El ministro tenía el boleto picado y sobrevivía penosamente bajo la sombra de su segundo, el secretario de Justicia Sebastián Amerio, el hombre fuerte de Santiago Caputo, que ahora suena como probable sucesor. Milei llega a las elecciones con un gabinete en emergencia. El ministro coordinador, Guillermo Francos, está en pausa a la espera de una conversación con el jefe de Estado. Quedó en una muy incómoda situación tras la designación de Pablo Quirno al frente de la Cancillería. El Ministerio de Relaciones Exteriores era una opción respetable para el caso de ser desplazado de la Jefatura de Gabinete. El asesor estrella parece estar avanzando fuerte sobre la estructura de poder. Mauricio Macri mira con recelo todos estos movimientos. El correr de los días lo va colocando ante la evidencia de que Milei no parece dispuesto a hacerle un lugar en el cielo del poder. Ni a él en persona ni a los muy suyos. Ni milanesas ni entrañas: otra vez, sopa. Mientras la inmensa mayoría se pregunta qué pasará con los mercados y a cuánto estará el dólar el próximo lunes, otros tantos esperan saber algo mucho más determinante para el futuro inmediato de los argentinos. ¿Cómo reaccionará Milei ante el resultado electoral, cualquiera sea este? Nada hay más trascendente que saber qué hará el león libertario con lo que las urnas le deparen. Con el gabinete en crisis y en estado de virtual vacancia, el triángulo de hierro destartalado, una guerra feroz desatada en las redes entre las distintas facciones digitales y el muy aliado Mauricio Macri —otra vez atragantado por la frustración—, la manera en la que Milei procese el resultado de las urnas será absolutamente determinante. El “día después de mañana” es una suerte de “último primer día del gobierno libertario”. Recuperar la confianza y el poder perdido depende solo de Javier Milei.

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