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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/10/2025 04:40
A libro abierto: página 54 del cuaderno de Centeno escrito para el año 2006 Este 6 de noviembre, el Tribunal Oral Federal N°7 comenzará a juzgar a 75 imputados por el caso de los cuadernos de las coimas escritos por el chofer Oscar Centeno, entre ellos, algunos de los máximos nombres del poder político y empresarial de la Argentina contemporánea. Parece un caso de otro país, dado el paso del tiempo. La Justicia federal, con el juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli, recibió la noticia de su existencia el 10 de abril de 2018. Un día más tarde, iniciaron el expediente para esclarcerlos, una causa por los delitos de asociación ilícita y cohecho que se convertiría, con los años, en un monstruo de más de 12 mil fojas, con varios expedientes paralelos, arrepentidos y casi cien imputados. El miércoles 1° de agosto de ese año, cuando la existencia de los diarios del remisero se hizo pública, el dólar blue cerró a $28,45 para la venta. Lo que decían esos cuadernos, a priori, no parecía una locura para los funcionarios de Comodoro Py, Tenía sentido: nueve meses antes de la revelación, Hilda Horovitz, la ex esposa de Centeno, había declarado ante el juez Claudio Bonadío en otra causa que investigaba sobre precios en el negocio del gas licuado y que apuntaba, precisamente, a Julio De Vido y al entonces subsecretario Roberto Baratta, jefe de Centeno, al que el remisero ministerial conducía de aquí para allá en su Toyota Corolla. Perritos: Centeno le festeja el cumpleaños a uno de sus canes en su viejo chalet de Olivos En aquella ocasión, Horovitz habló de viajes realizados por el remisero del poder en su Toyota Corolla con sobres y bolsos. El 26 de enero de 2018, una cuenta con el nombre de Hilda publicó otra síntesis de la historia en la entonces red social Twitter, en una respuesta a una cuenta de un programa de El Trece, un escrache a gritos, casi todo escrito en mayúscula. Para ese entonces, la ex de Centeno -de quien se separó en 2016- vivía en un monoambiente de Once que, supuestamente, Roberto Baratta compró para callarla. Esos cuadernos -que estallaron en el medio de un clima de guerra política, la grieta declarada- eran casi proféticos, en más de un sentido, oraculares, fuesen ciertos sus contenidos o no. Carlos Stornelli, fiscal del caso Estaban, para empezar, los grandes nombres de la política K, los que terminarían allanados, imputados -CFK, Julio De Vido, Roberto Baratta-, algunos de ellos detenidos. Todo, en el punto más alto del gobierno de Mauricio Macri. E También, estaba el futuro para el nuevo periodismo político que había convertido en su templo a los tribunales de Comodoro Py, tras la declaración de la grieta y las sucesivas causas contra el poder kirchnerista como la causa Vialidad, la propia causa Gas Licuado, el expediente por las muertes de la tragedia de Once y la llamada “ruta del dinero K”, así como las sucesivas acusaciones de lawfare, o warfare through law, de guerra política librada desde Tribunales, un neologismo conocido en el resto del mundo, pero, en Argentina, hábilmente instalado por CFK. Cubrir ese lawfare, o jugar con sus fichas, se convertía en la nueva regla máxima del periodismo, el valor de un periodista se mediría de acuerdo a su juego en la grieta, no importaba el lado de la historia, algo que perduraría durante años. Porque hace tiempo que la historia no pasaba por el Congreso, el Senado o la Casa Rosada, sino por Comodoro Py: el nuevo periodismo político era el periodismo judicial. Claudio Bonadio Las imágenes de los cuadernos, entre otras pruebas, fueron entregadas en abril de 2011 a Stornelli y Bonadio revelados por el periodista Diego Cabot, del diario La Nación, que reveló la existencia de los diarios de Centeno el miércoles 1° de agosto al mediodía.. Cabot, se sabría después, había recibido los ocho cuadernos cuadernos originales en enero de ese año, de manos de su vecino Jorge Bacigalupo, remisero también, amigo, o ex amigo, de Oscar Centeno. El chofer al servicio del Ministerio de Planificación de Julio De Vido le había dado los documentos más de un año antes para que los guarde por temor a que los descubra Hilda Horovitz, su ex mujer. Centeno, en sus prolijos ingresos, hablaba no solo del poder político, con visitas regulares al departamento de Néstor y Cristina Kirchner en Juncal y Uruguay, donde, casi invariablemente, los bolsos eran recibidos por el secretario privado del ex presidente, Daniel Muñoz. Hablaba, también, del poder empresarial, de las oficinas que visitaba. El caso reveló otra arista rara vez explorada: la promiscuidad de la corrupción política con la corrupción empresarial, en un lodo grosero. Paolo Rocca, CFK, Néstor Kirchner y Hugo Chavez Nadie creería que las oficinas de Techint, uno de los más poderosos grupos empresariales de Latinoamérica, serían allanadas por la Policía Federal en la semana del aquel 1° de agosto, un procedimiento que pasó casi desapercibido. Los diarios de Centeno revelaron viajes al lugar. Paolo Rocca terminó procesado, luego sobreseído. Techint, finalmente, zafó. Techint y su mano derecha, Luis Betnaza, no serían los únicos. En las semanas tras la explosión del caso caerían nombres como Ángelo Calcaterra, cabeza de IECSA junto a Javier Sánchez Caballero, Enrique Pescarmona, Aldo Benito Roggio, Armando Loson. Carlos Wagner, otro empresario clave, octogenario ya, fue imputado y elevado a juicio como miembro organizador de la asociación ilícita. Muchos de estos empresarios declararon como arrepentidos. Afirmaron que fueron presionados. Pero, al fin y al cabo, pagaron para acceder a los beneficios de “el club” de la obra pública, como dijo José López, ex secretario de Obras Públicas en la cárcel de Ezeiza, el hombre de los bolsos, otro arrepentido. Intentaron pagar miles de millones de pesos a la Justicia -convertibles a cientos de miles de dólares- para evitar el juicio en su contra. No lo lograron. El Tribunal Federal N°7 les negó la chance semanas atrás, tras férreas oposiciones de la fiscal Fabiana León y su colega Paul Starc, cabeza de la Unidad de Información Financiera, querellante en la causa. Roberto Baratta junto a Julio De Vido La Nación no entregó los cuadernos originales, sino una serie de fotografías de sus más de 400 páginas. Para ese entonces, ya habían sido devueltos a Bacigalupo, que se los devolvió a Centeno. Luego, el chofer reconocería haberlos incendiado en una parrilla. Sin embargo, misteriosamente, siete de esos ocho diarios reaparecieron, para ser peritados y avalados por Gendarmería Nacional. Por otra parte, que La Nación se los haya entregado directamente al juez Claudio Bonadio y al fiscal Carlos Stornelli generó fuertes acusaciones desde la defensa de imputados como CFK, que la consideraron una jugada de forum shopping, elegir un juez a medida, en vez de ir a la Cámara Federal por sorteo: la inmensa mayoría de las causas contra CFK pasaban, precisamente, por el juez Bonadio. Así, el escándalo comenzó a rodar, con la causa 9608/2018 por los delitos de asociación ilícita y cohecho, cobro y pago de coimas. L Roberto Baratta tras su detención Centeno, un simple chofer de funcionario, de tantos choferes de funcionario en la Argentina, que conducía a Roberto Baratta, subsecretario de Coordinación del Ministerio de Planificación, fue el primero en caer: irá a juicio como miembro de la asociación ilícita, acusado de un pecado de omisión, de escribir y no contar. Irónicamente, su arresto fue el primer temblor que anunció la historia. Ese arresto fue relatado por Infobae el 31° de julio, un día antes de la revelación pública de los diarios de Centeno. Detuvieron a un ex chofer de Roberto Baratta acusado de transportar bolsos con dinero. “Se trata de Oscar Bernardo Centeno. La sospecha es que circulaba plata desde y hacia el Ministerio de Planificación que conducía Julio De Vido”, aseguraba la nota. Sin embargo, no hubo mención a los cuadernos. Entrevista exclusiva con Hilda Horovitz El timing fue ideal en más de un sentido. Ese 1° de agosto, se supo por la mañana que el juez Claudio Bonadio ordenó más de 15 detenciones tras el arresto de Centeno. Entre los detenidos, según explicaron a Infobae fuentes policiales, se encontraban Baratta, el funcionario Walter Fagyas y otros ex integrantes de la nómina del Ministerio de Planificación que encabezó Julio De Vido. También empezaron a caer los empresarios: Gerardo Ferreyra de Electroingeniería, Javier Sánchez Caballero de IECSA, Armando Losón de Albanesi Constructora, Francisco Valenti, hombre de máxima confianza de Enrique Pescarmona. El dato de esa ola de arrestos llegó durante el comienzo de la mañana. Sin embargo, los cuadernos, al menos públicamente, todavía eran un secreto. Se hablaba de “bolsos de dinero”, pero nada de los cuadernos, no todavía. Se había logrado insólito: que el dato de la existencia de los cuadernos que analizaban no se filtre. En su nota original, Cabot aseguró que, básicamente, trabajó sin apuro. Luego, hubo más detenidos todavía.
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