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  • Las fotografías de Sandra Peña

    » Diario Cordoba

    Fecha: 25/10/2025 03:09

    Veo las fotografías de Sandra Peña y me encuentro con ella, con su rostro de luz que ahora ha guardado todas las palabras. Se ha quitado la vida porque quienes tenían que haberla protegido no lo hicieron. El colegio de las Irlandesas de Loreto de Sevilla no activó el protocolo de acoso, como tenía que hacer, después de que sus padres denunciaran que la niña estaba sufriendo bullying. Vamos a dejar la palabra bullying, que amortigua el efecto de su salvajismo: hablamos de violencia real contra los niños, de maltrato físico o psicológico, con o sin redes sociales de por medio. Nada de bullying: es acoso, es violencia. Se podría hilar una cronología con todos los niños y niñas que, en los últimos años, se han suicidado porque no soportaban los ataques, porque no podían más con los insultos, las burlas, las humillaciones, las agresiones físicas continuas -a veces terribles-, los robos, la soledad, el viento y la furia del grupo que machaca al que percibe algo diferente, y por tanto más débil. Puede ser el timbre de la voz o ser buen estudiante, el cuerpo o la mirada. Cualquier cosa. Por un matiz te pueden señalar, y entonces ya estás solo ante el acoso. De pronto te colocan en un punto de mira y aguantas lo que puedes. Lo cuentas a los padres, que acuden al colegio para pedir ayuda, y ahí suele acabar todo. Porque, aunque haya casos con un final distinto, casi siempre que el niño o que la niña han decidido desaparecer, para no padecer más, el colegio había mirado hacia otra parte. Así ha ocurrido con Sandra esta semana en Sevilla, así ocurrió con Jokin en 2004, cuando se tiró por un barranco, sobre su bicicleta, porque ya no soportaba las palizas de sus compañeros y no encontró protección en su colegio. Ahora la dirección del centro de Sandra escribe a sus padres, diciendo que van a poner en marcha «un plan de acción». Suicidan a tu hija y lo que recibes del colegio es un correo. Según Isaac Villar, su tío y portavoz de la familia, «la psicóloga pidió que se activaran los dos protocolos e insistió en que se mantuvieran separadas a las tres niñas de Sandra, porque la dirección quería poner a una de ellas en la misma aula». Ahora se pide que no se divulguen imágenes con los rostros de las agresoras, para que no sufran. Y mientras, ahora mismo, tantos padres cambiando a sus hijos de colegio, porque no se hace nada. Si los niños pudieran votar, alguien habría tenido ya en cuenta esta violencia y habría planteado soluciones reales. Pero al final la víctima es la que tiene que cambiar de centro, mientras se protege a los agresores y aquí no ha pasado nada. Pero sí ha pasado. Ahora los padres de Sandra difunden su imagen, para que nosotros tampoco la olvidemos. *Escritor

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