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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/10/2025 02:40
El Indec calculó que el uso de la capacidad instalada entre todos los establecimientos fabriles promedió 59,4 puntos sobre (Foto: Reuters) Solo tres de los doce grandes sectores industriales mostraron en agosto un nivel de actividad superior al promedio de la década. El Indec calculó que el uso de la capacidad instalada entre todos los establecimientos fabriles promedió 59,4 puntos sobre un valor óptimo de 100, por debajo de los 62 puntos de media desde 2016 y con un comportamiento dispar entre ramas. El sector fabril mantiene desde 2016 un promedio de 38% de capacidad ociosa, un fenómeno que apenas mejora en cuatro de las principales áreas manufactureras: refinerías de petróleo y actividades conexas (21,9%), celulósico-papelera (26,6%), metálica básica (27,6%) y producción de minerales no metálicos -principalmente insumos para la construcción- con 31,7% de plantas inactivas. Esta situación provoca que los costos fijos deban ser absorbidos por menos de dos tercios del volumen producido, lo que presiona los precios tanto para el consumidor local como para quienes compran productos argentinos en el exterior. Esta estructura incide negativamente en la competitividad. Los costos fijos son absorbidos por menos de dos tercios del volumen producido, lo que presiona los precios al consumidor En agosto, únicamente el sector de alimentos y bebidas operó al 66,6% de su capacidad, con solo dos ramas superando esa marca: metálica básica (70,4%) y refinación de petróleo (86,1%), esta última muy cerca del récord de 86,8% registrado en febrero de 2016. Estas tres industrias fueron las únicas en mostrar una mejora interanual de actividad, impulsadas por su peso tanto en el mercado interno como en las exportaciones. En el acumulado de los primeros ocho meses del año, frente al mismo período de 2024, el uso de la capacidad instalada repuntó 1,9 por ciento. Esta suba se explicó por sectores en expansión: productos no metálicos (9%), edición e impresión (8,5% en un año electoral), metálica básica (8,2%), automotriz (5,5%), alimentos y bebidas (4,4%) y metalmecánica (3,9%). Textiles (2,3%) y papel y cartón siguieron la media, mientras que la refinación de petróleo se mantuvo en niveles elevados y caucho y plástico cayeron a valores mínimos históricos, con solo 42,1% de utilización real. Por el contrario, la fabricación de productos de tabaco retrocedió 9,7% y la de sustancias y productos químicos cayó 8,8 por ciento. Según el Monitor de Desempeño Industrial (MDI) del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (CEU), el índice de agosto quedó en 45,3 puntos, lo que da cuenta de una dinámica productiva por debajo del umbral de expansión. “Más empresas reportaron caídas en producción, ventas y empleo. La contracción de ventas (43,5% de los consultados) fue más marcada que la de la producción (36,3%), y el 24,4% redujo su dotación de personal, el nivel más alto de la serie. Además, la baja de la demanda interna fue la principal preocupación (40,1%), con un peso particular de la demanda proveniente de otras industrias (22,5%)”, explicó el CEU. En ese contexto, el relevamiento detectó que “se moderaron las expectativas: cada vez menos empresas prevén mejoras en su situación económica, en su sector y en el país. Así, el escenario industrial permanece dominado por la debilidad, con un horizonte de recuperación todavía incierto”. El Indec determina el uso de la capacidad instalada considerando el potencial máximo alcanzable por cada sector con la infraestructura disponible. Se aplican criterios técnicos que incluyen el uso pleno de las plantas, el máximo de turnos posibles y las paradas requeridas para un mantenimiento adecuado. El panel incluye un universo de entre 600 y 700 empresas. Menor peso en la economía La falta sostenida de inversiones -más allá de lo indispensable- provocó una erosión constante de la participación fabril en el PBI. En el segundo trimestre de 2025, la contribución fue de 16,83%, por debajo del 18,17% promedio de la última década y considerablemente lejos del 20,31% del decenio anterior. Al analizar 23 sectores, sólo seis ampliaron su incidencia en el valor agregado de las manufacturas: Fabricación de vehículos automotores, remolques y semirremolques , 0,71 puntos porcentuales, hasta 4,66%; Máquinas y equipos , 0,67 pp, hasta 7,43%; Refinación de petróleo y coque , 0,42 pp, hasta 3,87%; Prendas de vestir y terminación de pieles , 0,28 pp, hasta 3,35%; Sustancias y productos químicos , 0,11 pp, hasta 14,93%; Papel y productos de papel, 0,02 pp, hasta 3,21 por ciento. Por el contrario, los sectores con mayor retroceso en la composición de la industria fueron: Productos elaborados de metal, salvo maquinaria y equipo , 0,6 pp, hasta 3,48%; Textiles , 0,33 pp, hasta 2,06%; Caucho y plástico , 0,25 pp, hasta 3,94%; Metales comunes , 0,2 pp, hasta 7,02%; Cueros, marroquinería y calzado , 0,15 pp, hasta 1,32%; Madera y sus derivados, 0,15 pp, hasta 1,15 por ciento. Las dificultades históricas para competir globalmente -alta presión tributaria, rigidez laboral, juicios laborales y mayor apertura a importaciones- influyeron negativamente en la rentabilidad y la inversión. Estos lastres no son exclusivos de la industria: también afectan a otros sectores productivos del país. En este contexto, frenar la caída de la actividad y evitar que la producción pierda aún más peso en la economía requiere transformaciones empresariales profundas. Sin una estrategia que permita detectar oportunidades para crecer y alcanzar escala, la fuerte presencia de microempresas de menos de cinco empleados limita la competitividad frente al auge de productos importados. La advertencia es contundente: si no hay cambios de fondo que impulsen la inversión, modernización y profesionalización, la tendencia hacia una industria con grandes niveles de capacidad ociosa y menor peso económico seguirá profundizándose. El desafío central es revertir estos signos para recuperar dinamismo y aportar nuevamente al desarrollo.
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