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» Diario Cordoba
Fecha: 24/10/2025 10:26
Hace tiempo que a quienes un día fuimos niños felices de la Judería nos resulta ofensivo intentar pasar un sencillo fin de semana en el hogar familiar. A raíz de nuestra última visita, hemos comenzado a tirar de un hilo que, a tenor de lo vivido, augurábamos injusto y sin sentido. Así, es evidente que, en localidades atractivas como Córdoba, el cachondeo relacionado con las viviendas de uso turístico ha tenido efectos perjudiciales sobre el mercado inmobiliario y el bienestar vecinal. En muchas ciudades europeas el imparable auge de los alquileres de cortísima duración ha provocado una estrepitosa subida del precio de los inmuebles. Por su parte, las familias radicadas durante décadas en cascos históricos tratan de convivir con continuas entradas y salidas y con la falta de respeto a su descanso y quehaceres diarios. Más allá de la normativa vigente, la transformación residencial rendida ante un turismo intensivo es una verdadera calamidad. Nuestros padres y otros vecinos de más edad tienen derecho a una estabilidad emocional y deberían poder vivir tranquilamente. Sin embargo, el negocio imperante aplasta los derechos de quienes contribuyeron al desarrollo de barrios monumentales, algo que provoca problemas de índole moral. La venta de casas a quienes las explotarán para turistas plantea un dilema ético: la empresa privada es legítima, incluso para aquellos que dicen defender ideas contrarias, pero ¿es moralmente aceptable cuando se sabe que el nuevo uso provocará graves perjuicios a los que se quedan? Al final, terminarán echándonos a todos, pero, cuanto más tardemos en irnos, más tiempo continuaremos quejándonos. No querrán que, encima, nos vayamos cantando. *Lingüista
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