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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 22/10/2025 14:53
FBC: Firebreak, de Remedy. El director ejecutivo de Remedy, Tero Virtala, ha dejado su cargo tras el fracaso comercial de FBC: Firebreak, el nuevo juego multijugador desarrollado por el estudio. El anuncio se realizó solo doce días después de que la compañía finlandesa informara una importante disminución en sus beneficios debido a ventas muy inferiores a las esperadas para su lanzamiento más reciente. Markus Mäki, cofundador y hasta ahora presidente del consejo de administración, asume el puesto de director ejecutivo interino en medio de una situación de transición y dudas acerca del futuro de la empresa, conocida por títulos reconocidos como Alan Wake y Max Payne. Resultados que explican el fracaso de FBC: Firebreak La salida de Tero Virtala está directamente relacionada con los números negativos que ha presentado FBC: Firebreak desde su lanzamiento en junio. Remedy apostó mucho por su primer juego multijugador cooperativo, que combina acción en primera persona con elementos del universo de Control. A pesar de haber superado el millón de jugadores en los primeros diez días, impulsado principalmente por su inclusión en servicios como Xbox Game Pass y PlayStation Plus, el juego no logró convertir esa base de usuarios en ventas reales. A principios de octubre, la propia Remedy advirtió a sus accionistas que las ventas no alcanzaban los objetivos internos y que se verían obligados a reducir sus previsiones financieras para el resto del año. Se calcula un impacto negativo en el balance de aproximadamente 16 millones de dólares, con la posibilidad de pasar de un crecimiento esperado de ingresos a una reducción de los beneficios operativos. Según datos de Steam, la situación en PC es especialmente preocupante: de un pico de unos 2.000 jugadores simultáneos al momento del lanzamiento, en las últimas semanas FBC: Firebreak apenas superaba los 50 usuarios activos. FBC: Firebreak, de Remedy. Cambios en la administración y efectos colaterales La reacción ante la crisis fue inmediata. La renuncia de Virtala, quien era director ejecutivo desde 2016, ha abierto paso a una transición dirigida por Markus Mäki, una figura central en la historia de Remedy desde 1995. Mäki expresó su agradecimiento por la “sustancial contribución” de Virtala a lo largo de casi una década, en un momento delicado tanto para la reputación como para las finanzas del estudio. Hasta el momento, no se ha indicado si Virtala se desvinculará por completo del estudio o participará en alguna función secundaria durante la transición, aunque sí colaborará en la entrega de responsabilidades. Por su parte, tanto empleados como accionistas se mantienen a la expectativa respecto al nuevo rumbo de la empresa, condicionado por los resultados económicos y el cambio de liderazgo, circunstancias poco habituales en la historia reciente de la compañía. FBC: Firebreak representaba la apuesta principal de Remedy para entrar en el competitivo género del multijugador, apoyándose en la reputación lograda gracias a su oferta de experiencias para un solo jugador. Los jugadores reconocen ciertos intentos innovadores y una atmósfera bien lograda, pero señalan deficiencias en el contenido y falta de atractivo prolongado al compararlo con otros juegos del mismo tipo. Trayectoria de Remedy y antecedentes en la industria Remedy ha sido reconocida históricamente por su creatividad y por mantener una plantilla estable pese a los altibajos próximos al mercado de videojuegos. El reciente revés con FBC: Firebreak evidencia el riesgo que implica alejarse del estilo narrativo y en solitario que caracteriza a la desarrolladora, particularmente en un mercado saturado de propuestas multijugador de gran presupuesto. Este caso ilustra una tendencia problemática en la industria: los lanzamientos con resultados mediocres pueden provocar consecuencias inmediatas para la dirección, incluso en empresas con antecedentes positivos. Mientras otras firmas buscan mantener su relevancia mediante expansiones o cambios en sus modelos de negocio, la experiencia de Remedy muestra cómo un fracaso comercial, aunque técnicamente competente, puede afectar tanto la imagen externa de la compañía como sus dinámicas internas.
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