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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 21/10/2025 10:47
Camilota y la sonrisa después de la tormenta El sol caía manso sobre el parque mientras Camilota, todavía con el recuerdo del miedo vibrando bajo la piel, se permitía una pausa. El día de jacuzzi y relax tras la recuperación de su hermano, Thiago Medina, no fue solo una jornada de spa y descanso: fue el primer suspiro hondo después de los días en que la incertidumbre lo tomaba todo entre las manos. De espaldas al asfalto y las urgencias, abrió las puertas de su intimidad para mostrar el rostro real de la resiliencia: el propio. La primera imagen muestra a la joven sentada sobre una reposera junto a una mesa baja, envuelta en un batín blanco de spa que apenas deja ver, debajo, un traje de baño negro. El mate humeante entre sus manos, las uñas prolijamente barnizadas, el cabello recogido y los lentes de sol empujados hacia la cabeza. Frente a ella, una bandeja con frutas cortadas: peras, frutillas, un pocillo de chocolate y una taza oscura. Sonríe, y la cámara captura esa amplitud donde todo el dolor y la esperanza parecen haberse disuelto. El entorno completa la estampa: una sombrilla blanca, árboles altos, silencio de fondo. La escena se resume en un mensaje sincero: “Hoy no resolví todo, pero me elegí a mí. Y eso también es un avance.” Mate y frutas en una jornada donde el relax es necesario tras el alta a su hermano En la segunda fotografía, el aire se vuelve más íntimo. Camilota se inclina sobre la mesa de un salón iluminado por la luz natural que atraviesa los ventanales. El batín permanece, pero ahora la atención cae sobre la mano izquierda que sostiene con dulzura su mejilla. El rostro relajado, la sonrisa intacta. Un vaso largo de jugo de naranja irradia color en una mesa sobria. Afuera, canteros de flores rojas, palmeras, todo verdor. La serenidad lo llena todo, como si después del naufragio, el mundo pudiera recomenzar entre burbujas y fruta fresca. La última postal es casi cinematográfica. Ella emerge entre la espuma de un jacuzzi, copa en mano. El cabello mojado, la piel iluminada por la luz que entra desde el exterior, el batín resbalado, la confianza renovada. Un instante robado al vértigo de las últimas semanas, convertido en un brindis por la supervivencia, la de su hermano y la suya. En la mirada húmeda, brillo de revancha. ¿Cuándo fue la última vez que sintió que la vida era así de simple y amable? No faltó el espumante para relajarse tra sel caos vivido La historia que emocionó a todo un país empieza antes, cuando Thiago, exparticipante de Gran Hermano, ingresó de urgencia a un hospital tras un accidente. Camila se volvió entonces una de las voceras inevitable de la angustia y el milagro. No solo acompañó a su hermano en cada sala y pasillo: empujó una cruzada colectiva en las redes sociales. Suplicó por cadenas de oración, pidió fuerzas cuando ya nadie encontraba consuelo. “Obviamente, todos sabemos que es un milagro. Yo, como hermana, sentí que se me iba”, confesó en el programa Cuestión de Peso, de la mano de Mario Massaccesi, una vez que recibió el alta. “Lo veo fuerte”, aseguró, y todo lo que estaba presente —los profesionales, los televidentes, el propio conductor— escuchó con la misma mezcla de alivio y ternura. Hay detalles que atraviesan cualquier relato. Una noche después de la recuperación, Camilota recuerda: “Ayer lo cuidé, anoche lo cuidé, y cuando lo llevé al baño le digo: ‘¿Estás acá, bol...?’ Se me caían las lágrimas. Porque él no se da cuenta, no tiene noción de lo que pasó en su vida a través del accidente”. La confusión de Thiago es profunda; lo único que retiene de aquellos días críticos es la imagen cálida y casera de estar junto a su hermana. “Él recuerda nada más que estuvo conmigo”, resumió. La sonrisaa flor de piel, luego de los días de tensión y lágrimas Afuera de las paredes del hospital y los estudios de televisión, la normalidad es el bien más preciado. Por eso, el día de spa también adquiere el valor de símbolo: no solo es un paréntesis para el cuerpo, sino una declaración de principios. Elegirse a sí misma, aunque el mundo siga desordenado, aunque las heridas cicatricen lento. Camila Deniz celebra en imágenes eso que no pudo con palabras durante semanas: la dignidad de sobrevivir, la tranquilidad tras la furia.
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