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» Sintesiscorrientes
Fecha: 21/10/2025 10:38
Un Nuevo Pacto Por La Vida COP30 en Brasil: una nueva oportunidad para proteger a los defensores ambientales en América Latina 21/10/2025 | América Latina enfrenta una paradoja profunda: es la región más peligrosa del mundo para los defensores ambientales, pero también es el territorio donde nació el primer tratado internacional que busca protegerlos: el Acuerdo de Escazú. Con la COP-30 a celebrarse en Belém do Pará, en el corazón de la Amazonía, se abre una oportunidad histórica para que los gobiernos regionales pasen de los discursos a la acción concreta. ¿Será este el momento en que Escazú se convierta en realidad? Violencia estructural y resistencia ambiental En 2023, al menos 196 activistas ambientales fueron asesinados en el mundo. El 85 % de estos crímenes ocurrió en América Latina, con Colombia (79), Brasil (25), Honduras y México (18) encabezando la lista, según datos de Global Witness. La cifra real podría ser aún mayor, ya que muchos casos no se denuncian y permanecen impunes. Los asesinatos no son hechos aislados: se acompañan de hostigamiento judicial, amenazas, estigmatización y violencia sexual, especialmente contra mujeres defensoras. A pesar de ello, muchas se han convertido en símbolos internacionales de resistencia, como Berta Cáceres, Francia Márquez, Nemonte Nenquimo y Máxima Acuña. Pará: sede de la COP-30 y epicentro de conflictos territoriales Brasil es un caso emblemático. En el estado de Pará, donde se realizará la COP-30 en 2025, la violencia contra defensores ambientales alcanza niveles alarmantes. Entre 1985 y 2023, al menos 612 personas fueron asesinadas en disputas por la tierra, según la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT). Un informe de Justiça Global y Terra de Direitos documentó 486 víctimas en 318 episodios, con especial afectación a líderes indígenas, quilombolas y campesinos. En solo dos años, se registraron 55 homicidios y 96 intentos de asesinato. En más del 80 % de los casos, el conflicto está vinculado a la defensa de territorios y recursos naturales. Escazú: un tratado para proteger a quienes cuidan la tierra El Acuerdo de Escazú, firmado en 2018 y vigente desde 2021, es el primer tratado ambiental de América Latina y el Caribe, y el único en el mundo que protege explícitamente a defensores de derechos humanos en asuntos ambientales. Ya ha sido ratificado por 17 países, y establece tres pilares fundamentales: Acceso a la información ambiental Participación pública en decisiones ambientales Acceso a la justicia en temas ambientales Su artículo 9 exige que los Estados garanticen un entorno seguro y propicio para que personas y organizaciones puedan actuar sin amenazas ni restricciones. Brasil: llamado a liderar con el ejemplo La ratificación de Escazú por parte de Brasil tendría un impacto simbólico y práctico decisivo. Como uno de los países con mayor violencia contra activistas y sede de la próxima COP, está llamado a liderar con coherencia. “Ya discutimos presupuestos, ya postergamos. Ahora es momento de implementar”, afirmó la ministra Marina Silva durante el Congreso de Universidades Iberoamericanas en Río de Janeiro. Además, Global Witness recuerda que las empresas también deben rendir cuentas. Por ejemplo, el fondo soberano de Noruega recomendó excluir de sus inversiones a Prosegur, cuya filial en Brasil ha sido vinculada a violencia contra pueblos indígenas. Democracia ambiental: una urgencia, no una utopía La COP30 en la Amazonía no será una cumbre más. Será la primera celebrada en el bioma amazónico, hogar de cientos de pueblos indígenas y regulador climático global. Esta edición puede marcar un cambio de paradigma: no basta con compromisos de reducción de emisiones, es necesario transformar la gobernanza climática. Esto implica incluir las voces históricamente excluidas: comunidades locales, mujeres defensoras, juventudes rurales, pueblos originarios y quilombolas. La democracia ambiental que propone Escazú es una herramienta para lograrlo. Escazú: una puerta abierta a la justicia climática Ratificar el acuerdo, asignarle presupuesto, garantizar su implementación efectiva y construir mecanismos de monitoreo ciudadano son pasos fundamentales. Escazú no es solo un tratado: es una puerta abierta a una nueva era de protección ambiental con justicia social, donde vivir en armonía con la naturaleza sea un derecho, no un privilegio. En la Amazonía, donde todo comienza, también puede iniciarse un nuevo pacto por la vida.
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