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  • ¿Qué diputados queremos por Misiones? – MisionesOpina

    » Misionesopina

    Fecha: 21/10/2025 19:04

    Por Luis Huls El 26 de octubre, los misioneros volveremos a votar. Será una elección legislativa, pero su peso va mucho más allá de una simple renovación de bancas. Lo que se define, en esencia, es qué voz llevará Misiones al Congreso de la Nación. Porque un diputado es una representación, una actitud, un modo de pararse frente al poder central. La pregunta es sencilla: ¿queremos enviar una voz sumisa, alineada, dócil, que diga “sí” a todo lo que disponga el gobierno nacional, o una voz firme, con convicción, con argumentos y con coraje, capaz de defender los derechos, las obras, los programas y las necesidades de nuestra provincia? Los misioneros debemos pensarlo bien. La diferencia está en quiénes ocuparán esas bancas y desde qué lugar hablarán. Porque, guste o no, la voz de los que resulten electos se traducirá en un posicionamiento político frente al modelo económico nacional. Y en este escenario no hay grises: el país se fue a un extremo. Pararse en el medio es un acto de tibieza ante un proyecto que avanza con prepotencia y crueldad sobre los más débiles. Hay dos formas de entender la política. Una, la que concibe el Estado como herramienta para servir a la gente: con salud pública, con educación, con obras, con pensiones, con empleo, con políticas que sostienen las economías regionales. La otra, la que reduce la política a un Excel: ajuste, motosierra, recortes, despidos, cierre de empresas, insensibilidad y un individualismo feroz que desprecia al que menos tiene. Hartfield y Milei representan esa segunda visión. Una visión que ofende la inteligencia y la memoria del pueblo argentino. Bajo el discurso del “orden y la libertad” ya se perdieron más de 250 mil empleos y cerraron 18 mil empresas. Es un déjà vu del macrismo, pero con un deterioro más acelerado y con la excusa absurda de que “hay que aguantar para no volver al pasado”. En realidad, se trata de una cruzada ideológica contra la clase trabajadora, contra el pobre que progresa, contra el “negrito” que estudia o tiene un plan que le permite emprender. Quieren romper los mecanismos del Estado que igualan oportunidades, los que hacen posible que un chico del interior tenga el mismo derecho que uno de Palermo. Pero además de su insensibilidad, tampoco hay superioridad ética. En apenas dos años, el gobierno nacional acumula escándalos: listas arregladas a dedo, denuncias de coimas del 3%, recortes de pensiones, diezmos en Misiones, narcofinanciamiento y un desfile de incoherencias morales. Lo que se presentó como “la nueva política” terminó pareciéndose demasiado —o peor— a lo que decía combatir. Por eso esta elección no puede subestimarse. No se trata solo de quién gana una banca, sino de qué valores ganan representación. Los enojos, el desencanto y la apatía son comprensibles. Pero el vacío también vota: si no vamos, otros eligen por nosotros. Y las minorías organizadas terminan imponiendo su mirada sobre la mayoría silenciosa. El 26 de octubre, cada misionero debería preguntarse: ¿Quién va a plantarse en Buenos Aires para reclamar lo que a Misiones le corresponde —con respeto, pero sin titubeos— y con capacidad técnica para transformar esos reclamos en leyes y recursos? ¿Quién estuvo cuando hizo falta? ¿Quién promete seguir estando? ¿Y quién promete seguir cortando y quitando? Las incoherencias abundan. Políticos que se disfrazan de opositores cuando conviene y luego aplauden al poder nacional desde el palco. Dirigentes que un día votan todo lo que pide Milei y al siguiente se fotografían en actos del peronismo. Otros que se declaran “perseguidos políticos” mientras apoyan candidatos que niegan el terrorismo de Estado. Por eso, más que nunca, debemos pensar qué diputados queremos. Queremos representantes que hablen por Misiones, no por Buenos Aires. Que defiendan la producción, la educación, la energía, las rutas y la dignidad del trabajo. Que representen a la gente común, no a los intereses del ajuste. El 26 de octubre no se elige solo una lista: se elige una voz. Y esa voz puede ser la que reclame o la que obedezca. *Director de Misiones Opina

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