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Parana » El Once Digital
Fecha: 21/10/2025 07:30
Milagros pesó apenas 770 gramos al nacer y pasó más de cuatro meses internada. “Le hizo honor a su nombre”, contó su mamá. Que Milagros Cisterna Campos iba a llevar ese nombre era algo que sus padres tenían decidido desde antes de que la beba naciera. Sin embargo, las circunstancias de su llegada al mundo la han convertido en una merecida portadora. "Le hizo honor a su nombre", describe Fabiana, mamá de la pequeña. Milagros nació en el Hospital Schestakow, en San Rafael, Mendoza, el 29 de mayo pasado, con apenas 27 semanas de gestación y pesando solo 770 gramos. Para dimensionar lo crítico del cuadro, un parto normal ocurre entre las semanas 37 y 42, y un recién nacido promedio ronda los 3 kilos. "Fue un milagro, el milagro de Milagros", acotan sus padres, Fabiana Campos y Héctor Cisterna, ambos de 32 años. Ella es ama de casa y él, changarín. La familia vive en el distrito de Salto de las Rosas, a una hora de la ciudad de San Rafael. "Estuvo cuatro meses y 17 días en neo", acota su madre, quien llevó la cuenta exacta de cada jornada. Y jamás olvidará el Día de la Madre de 2025. El miércoles pasado, Milagros finalmente fue dada de alta y volvió a casa junto a su familia. El seguimiento médico continúa siendo estricto: instalaron un equipo de oxígeno domiciliario y los controles se realizan a diario. "Vamos a estar agradecidos de por vida con los médicos, las enfermeras y psicólogos de neo del Hospital Schestakow, quienes hicieron todo para que Milagros esté en casa con nosotros hoy", resumieron Fabiana y Héctor. Un nacimiento adelantado y una lucha diaria El 29 de mayo, en la maternidad del Hospital Schestakow, Milagros llegó al mundo mucho antes de lo previsto. Su nacimiento estaba calculado para entre el 8 de agosto y el 12 de septiembre, pero las complicaciones en el embarazo precipitaron el parto. "Cuando ella nació, tenía seis meses de gestación. Y era muy chiquitita", recuerda Fabiana, con emoción. Hoy la mira dormir en su casa de Salto de las Rosas, donde los médicos instalaron el equipamiento de oxígeno que le permite seguir recuperándose. La bebé permanece conectada de forma permanente a la asistencia respiratoria y continúa bajo control domiciliario y en consultorios de alto riesgo. "Gracias a Dios está bien", repite su madre, aunque no oculta que el proceso fue "bastante duro". Tras el parto, Fabiana estuvo una semana en terapia intensiva y otra en maternidad. Cuando obtuvo el alta, comenzó una rutina diaria de más de 12 horas junto a su hija en el hospital, alternando con su pareja. "Íbamos y veníamos todos los días, para estar con ella. Llegábamos a las 7:30 y nos íbamos después de las 20, y ella estaba en todo momento en la incubadora. Recién después de un mes de haber nacido pudo estar en contacto con nosotros. Y en cuanto a la comida, al principio era por una sondita, hasta que a los tres meses pudo tomar teta y mamadera", reconstruye Fabiana. Hoy, la pequeña comparte su hogar con sus padres y tres hermanos, de 12, 11 y 9 años. Los héroes detrás del milagro El caso de Milagros es también una muestra del avance médico y humano del Hospital Schestakow. El pediatra intensivista Gonzalo Herrera fue uno de los especialistas que acompañó a la familia desde el primer día. "En los más de cuatro meses que Milagros estuvo en terapia intensiva, pasando muchísimos momentos de extrema gravedad -entre ellos, el tiempo con asistencia respiratoria mecánica, patologías pulmonares e infecciones-, el trabajo de todo el equipo ha sido impresionante y destacable", resume Herrera. El profesional destacó el compromiso del jefe de Neonatología, Sergio Molina, y de todo el personal médico, de enfermería, nutrición y psicología que acompañó a la familia durante el extenso proceso. "Se logró hacer un trabajo muy fino para darle la mejor vida a esta bebé, que hace unos días se fue a su casa con oxígeno domiciliario (porque quedó con una displasia broncopulmonar). Hay un trabajo muy grande, la terapia del hospital es de alta complejidad y ha avanzado de forma exponencial en la última década", añadió. Finalmente, Herrera destacó que hace apenas una década la mortalidad de bebés prematuros extremos era mucho mayor. "Hace unos 10 o 15 años, la mortalidad en estos pacientes era más alta, sobre todo en bebés tan extremos. Pero lo más importante para destacar en este caso es que el trabajo de los especialistas y la tecnología han permitido ayudar y darle una nueva oportunidad a Milagros", concluyó. (Los Andes)
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