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  • El retorno del dodo

    » Diario Cordoba

    Fecha: 21/10/2025 02:08

    Al igual que al visitar el museo del Prado siento una gozosa imantación por saludar a las Meninas, en el museo de Historia Natural de Londres resulta preceptivo presentarle mis respetos al pájaro dodo, con ese buen trabajo de los taxidermistas. También algunos animales extintos tienen carisma. Y el dodo lo tiene, a pesar de que el darwinismo de su adaptación fue su condena. Endémico de la isla de Mauricio, sin depredadores que hollasen su paraíso, perdió su capacidad de volar. Hasta que llegaron los colonizadores europeos y toda su troupe de animales domésticos que hicieron el pimpampum con este pájaro estúpido. Dicen que el último dodo se avistó en la década de 1680, cuando Carlos II el Hechizado sellaba la dinastía de los Austria. Corre el runrún de que estamos a un paso de resucitar al pájaro dodo. Guillermo del Toro estrena una ilusionante versión de Frankenstein y la comunidad científica emula a los dioses con ese sucedáneo de carrera espacial para clonar especies que formaron parte de nuestro bestiario. Se ha retranqueado el proyecto mamut acaso porque está distante la próxima glaciación y por Dios bendito qué haría un elefante peludo en este tórrido mundo. Pero hay maneras y maneras de protestar contra el cambio climático. La última acción del colectivo Futuro vegetal ha sido lanzar pintura roja contra un lienzo historicista del museo Naval de Madrid. Ya se atrevieron con Los girasoles de Van Gogh, pero con el atenuante truco de que esa pintura estaba protegida por un cristal. Ahora no. Era su particular manera de celebrar el 12 de octubre, gritando al tiempo de su vandalismo proclamas contra el genocidio, representado según las activistas en ese cuadro en el que Colón desembarcaba en Guanahani. Su autor es José Garnelo, valenciano de nacimiento y montillano de adopción. Sospecho que estas transgresoras, que pueden someterse a penas de hasta tres años de prisión, no serían bien recibidas en las ferias de la vendimia de Montilla-Moriles. La radicalidad quiere transmitir el aura de la audacia y la pasmosa convicción de los primeros mártires. Y en este caso su ideario nos confronta con un aburguesamiento que azora una tibieza que no detendrá la inexorabilidad del desastre, cuando la subida de las temperaturas y del nivel del mar engulla islas y playas y nos familiarice con bíblicas riadas. Pero se trata de un martirio controlado, de conspiraciones de cañas de cerveza rematadas en el chinchín de la intelligentsia y auspiciadas por popes culturales camuflados en la astucia de Talleyrand. Ahora que asistimos a un revival imperialista, que intenten profanar La coronación de Napoleón, el óleo de David expuesto en el Louvre. Francia será muy republicana pero su patrimonio, y por supuesto el Corso, no se tocan. Más aún, en esta era de los combustibles fósiles, quién es el guapo que se atreve a lanzar un botecito de pintura a cualquier simbología relevante del territorio saudí. Si el dodo vuelve, se hará tan famoso como Mickey Mouse y su muñeco se reproducirá exponencialmente en los happy meal del McDonald. La apropiación consumista de este pájaro zombi sería el mejor exponente de los desquicios de este mundo; con una conciencia ambiental como nunca ha existido en el planeta pero al mismo tiempo trufada de las mismas tontunas de siempre. Del dodo no nos merecemos su perdón, sino su indiferencia. *Licenciado en Derecho, graduado en Ciencias Sociales y escritor

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