19/10/2025 19:58
19/10/2025 19:57
19/10/2025 19:57
19/10/2025 19:57
19/10/2025 19:57
19/10/2025 19:56
19/10/2025 19:56
19/10/2025 19:56
19/10/2025 19:56
19/10/2025 19:55
Paraná » 9digital
Fecha: 19/10/2025 17:24
Bolivia llega al balotaje del 19 de octubre como quien despierta de un sueño largo y pesado. Veinte años de un modelo que prometió refundarlo todo y terminó agotándose a sí mismo. El Movimiento al Socialismo (MAS) no cayó con un golpe, sino con un largo y sostenido bostezo. Se derrumbó desde adentro, víctima de su propio confort ideológico y de un ciclo económico que expiró con el gas. El país que alguna vez fue emblema de la izquierda latinoamericana voto el 17 de agosto por dos opciones de derecha. El MAS quedó fuera del balotaje por primera vez en dos décadas. Fue una implosión histórica para un movimiento que supo ser el sinónimo mismo del poder. Y terminó abandonado por su propia base. En la primera vuelta de hace dos meses, esa Bolivia mestiza, chola, comerciante y cansada migró –sin nostalgia– hacia la centroderecha de Rodrigo Paz Pereira, un político con apellido patricio pero discurso de “platita para todos”. Este candidato -que figuraba con un 8 por ciento de intención de voto en las encuestas- obtuvo el primer lugar en la carrera por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), con el 32.1 por ciento de los votos. Economista, exalcalde de Tarija e hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), representa una centroderecha pragmática. Una suerte de “liberalismo con alma social”. Su lema “Platita para todos” no es casual, intenta capturar el desencanto del votante popular que antes confiaba en el MAS. Paz encarna la idea del político moderado que se adapta al cambio de época sin romper del todo con la sensibilidad social que marcó el último ciclo. Éste condensa la propuesta de un capitalismo con rostro humano, orientado al crédito, la descentralización y la reactivación de la economía informal. No grita revolución, promete orden, gestión y una nueva oportunidad para el ciudadano común. El otro candidato, que salió segundo en primera vuelta con el 26.8 por ciento, es Jorge “Tuto” Quiroga, exmandatario entre 2001 y 2002 y viejo conocido de la política boliviana. Ingeniero formado en Texas, discípulo de Hugo Banzer y devoto de la ortodoxia neoliberal. Promete “la mayor revolución liberal de la historia de Bolivia” y cita sin ruborizarse a Javier Milei. Quiroga se presenta como el hombre que traerá disciplina, apertura comercial y acuerdos de libre comercio, aunque su discurso suene más a ajuste que a modernización. Promete menos ministerios, acuerdo con el FMI por 12.000 millones de dólares, eliminación gradual de subsidios y apertura comercial al estilo de los noventa. Su discurso –motosierra incluida– entusiasma a los mercados, pero inquieta a las calles. Quiroga va primero en las encuestas. Liberal sin complejos, promete “sinceramiento” y quiere sumar a Argentina y Chile a su cruzada por el litio. El mercado aplaude, la calle duda.
Ver noticia original