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Parana » Uno
Fecha: 19/10/2025 13:10
Los sectores dominantes, que son los que definen el rumbo de Argentina en este modelo neocolonial, percibieron a fines del 2023 que la sociedad argentina estaba dormida, desesperanzada y muy confundida. Una serie de gobiernos que no les solucionaban sus principales problemas, sino que los agravaban. Entonces deciden profundizar el rumbo que nos lleva hacia el abismo, con Milei y su Plan Masacre. El mismo consiste en políticas que buscan masacrar la estructura social, aumentando la pobreza y disminuyendo en forma drástica y permanente el consumo interno, de manera de dejar cada vez más recursos disponibles para el saqueo (exportar en lugar de abastecer a los argentinos). Masacrar el ambiente, con actividades que destruyen nuestros bienes comunes de manera insustentable, y contaminan los territorios (tierra, agua y aire), con tóxicos y desechos que van haciendo muy peligroso vivir en esos lugares (como la megaminería, el fracking, la monoproducción de transgénicos con uso masivo de agrovenenos, la pesca en gran escala, etc). Masacrar lo que queda de nuestra soberanía, con leyes que renuncian a nuestro estatus de estado soberano dentro de nuestras fronteras, entregando el poder de decisión a corporaciones, instituciones y organismos extranjeros. Se busca entonces acelerar la entrega total de la Argentina, a la vez que provocar la desintegración social, ambiental y nacional. En paralelo, esto se acompaña con el crecimiento de la corrupción, los fraudes, las estafas, las coimas, y el aumento de la presencia e influencia de narcos en todos los niveles de gobierno. Una de las patas del saqueo: especulación y fuga de capitales El saqueo financiero se realiza promoviendo la bicicleta financiera (carry trade), después de la brutal devaluación del peso dispuesta en diciembre del 2023. Luego de la explosión inflacionaria de los primeros meses, realizaron políticas para mantener el valor de dólar cada vez más barato, y a la vez proporcionar tasas de interés muy elevadas a favor de los especuladores. Al lograr rentas fabulosas en pesos en muy poco tiempo, vuelven a comprar dólares baratos y se los llevan al exterior. ¿Pero cómo logran los dólares baratos? ¿Quiénes se los venden? Sólo un actor central: el Estado. Para que los especuladores puedan fugar esa renta privilegiada, parasitaria y usurera, el Estado les entrega las divisas que va consiguiendo. ¿Y de dónde saca las divisas el Estado? Por un lado, el país logra dólares en forma genuina de lo que se genera por nuestro comercio exterior (exportando el país más de lo que importa), y esos dólares los recibe el Banco Central a cambio de pesos. El Estado puede adquirir los dólares del Banco Central, o recaudar directamente por impuestos a las compras y ventas externas. Pero eso es totalmente insuficiente para abastecer de dólares baratos a los especuladores, que multiplican su renta de manera astronómica con inversiones especulativas que garantiza el propio estado. ¿Entonces? Pues si los dólares genuinos nunca alcanzan, para poder seguir vendiendo dólares baratos a la usura, el Estado se va endeudando por decisión de gobiernos entreguistas. Así, mientras la deuda pública crece, las reservas de divisas se evaporan y el peso del endeudamiento aumenta (por el capital y con los intereses que se generan). En consecuencia, aparece de manera creciente el déficit fiscal, y para disminuirlo desde el Estado se busca descargar el peso del ajuste sobre los que menos tienen y que nunca participaron de la fiesta de la usura y de los fugadores de divisas. Entonces, en paralelo a las fugas y el endeudamiento, se va generando una situación de pobreza y miseria generalizada en la población víctima de ese saqueo gigantesco. Así viene sucediendo desde la última dictadura, cuando inició su gestión con una deuda del Estado nacional de 8 mil millones de dólares, y hoy la misma supera los 454 mil millones de esa moneda. Porque nos roban, nos prestan y nos vuelven a robar, para volver a prestarnos y seguir robándonos. Pero cada vez los ciclos de endeudamiento y explosión del valor de dólares duran menos y requieren mayor endeudamiento. A la par, se demandan más políticas de ajustes, más entrega y más pérdida de soberanía. ¿Dónde están los dólares que ingresan al Banco Central? La forma genuina de conseguir las divisas surge del superávit de nuestra balanza comercial, exportando más de lo que importamos. Y por esta vía hemos tenido muy buenos resultados: en 2024 tuvimos un superávit de casi 19 mil millones de dólares (el mayor de los últimos 20 años), y entre enero y julio de 2025 sumamos más de 3.700 millones extras. También ingresaron dólares por el blanqueo de capitales, que permitieron legalizar fondos de origen dudoso o delictivo, habiéndose declarado por tal motivo más de 25 mil millones de dólares. Pero la rentabilidad que el Estado les garantizó a los especuladores a lo largo del año 2024, con altas tasas de interés y un dólar barato, implicaba rentas reales en dólares de más del 50% (rendimiento que nadie logra en todo el mundo con actividades lícitas). Para el año 2025 esos especuladores comenzaron a ver que los dólares podían llegar a escasear al momento de la fuga. Por lo tanto comenzaron gradualmente a retirarse. Para evitar el retiro masivo, que provocaría una escasez de dólares y un fuerte aumento paralelo de su valor en pesos, el Estado aumentó las tasas de interés. Eso permitió retener parte de los fondos especulando en pesos, aunque a costa de encarecer fuertemente el crédito para consumo y producción nacional. Igual, los dólares que se fugaban fueron vaciando las reservas efectivas del Banco Central, y el Estado nacional no tenía acceso al crédito externo privado. ¿Qué hacer? argentina modelo económico Argentina hacia dónde vamos Foto Internet/Ilustrativa Se buscaron ‘ayudas’ alternativas, las que fueron desde nuevos préstamos otorgados por organismos financieros como el Banco Mundial y el BID (por 5 mil millones de dólares) y por la banca privada (REPO por 3 mil millones más), hasta acudir nuevamente al Fondo Monetario Internacional (prestamista de última instancia), que nos abre un préstamo por 20 mil millones de dólares y nos anticipa de entrada 12 mil millones en efectivo. Como los especuladores desconfían que pueda mantenerse el dólar barato, siguen la fuga, y los dólares que entran no alcanzan. El FMI presta 2000 millones más, pero no logran calmar al ‘mercado’. Si el precio del dólar sube demasiado por esa alta demanda, ese aumento se traslada a precios y genera inflación. Algo que el gobierno busca evitar desesperadamente, antes de las elecciones del 26/10, pues generaría más desgaste de su imagen (y de sus chances electorales) que el producido hasta ahora. Llegamos así a las últimas semanas. Los dólares seguían sin alcanzar. Para fines de setiembre las reservas del Banco Central eran negativas por más de 9 mil millones, lo que significaba que la institución está vendiendo dólares que son deuda. Y siguen en octubre los vencimientos de títulos en pesos, que es cada vez más difícil que se puedan renovar (este mes vencen 25 billones y en noviembre otros 20 billones más). Eso implica que los que no renuevan los bonos, es porque deciden transformar los pesos de su renta a dólares. Más presión sobre el mercado cambiario. La desesperación oficialista, con funcionarios que se preocupan por garantizar que los especuladores se puedan llevar sus rentas parásitas al exterior entregando el Estado dólares baratos, buscan alternativas inéditas. Por un lado, acudieron a las corporaciones cerealeras que controlan el comercio exterior de granos, para que anticipen sus ingresos por exportación, a cambio de eliminar las retenciones. Lograron por esta vía unos 7 mil millones de dólares más a costa de perder más de 1.500 millones de dólares de recaudación. Negocio redondo para siete corporaciones, dólares baratos para los fugadores, pero pérdida de recursos para el Estado nacional. Por otro lado, llegaron los anuncios de otro prestamista de última instancia, ahora es directamente el gobierno de los EEUU a través del Tesoro. Aunque en esencia, son los mismos intereses del capital financiero especulativo que actúa por distintas vías, para lograr los mismos objetivos: acumulación de riqueza financiera por especulación, garantizando además dominio y sumisión de los deudores. En síntesis, nos prometen seguir prestándonos, para poder seguir robándonos, y continuar con esta rueda loca que nos hunde en el abismo cada vez más. Ahora la promesa llega a montos siderales. Afirman que si Milei gana las elecciones del 26/10 pueden ‘ayudar’ con 20 mil millones de dólares más. Y prometen también una supuesta ‘lluvia’ de nuevas inversiones de las corporaciones norteamericanas en la Argentina. Como esas promesas, promesas son, no se lograr evitar la fuga y los aumentos del precio de dólar. Ahora entonces nuevas promesas: habría un grupo de grandes bancos extranjeros que se comprometerían a ayudar nuestro país con 20 mil millones de dólares más, para afrontar el pago de deuda que vence en enero del 2026 (de 8.100 millones de dólares) y de otros fuertes vencimientos en el resto del año. ¿Hacia dónde vamos? Cada préstamo que nos hacen (sea el FMI o el Tesoro de los EEUU), implica como contrapartida no sólo mayor deuda y más intereses a pagar en el futuro, sino crecientes condicionamientos y mayor sumisión a los capitales usureros. El actual presidente, cuando se recibió el préstamo del FMI por 20 mil millones, declaró que estaba dispuesto a hacer todo lo que le solicitara ese organismo. Y la demanda fue clara: reforma previsional (ajustar a los jubilados para que se mueran antes), reforma laboral (ajustar a los trabajadores para que se conviertan en esclavos), y reforma tributaria (sacando impuestos a los sectores más opulentos, y ajustar para abajo con más carga a los que menos tienen y menos ganan). Si bien eso es lo que se viene haciendo desde hace tiempo, la profundización de esas medidas se postergó para luego de las elecciones, para evitar mayor desgaste de quienes gobiernan a favor del poder económico-financiero. Pero ya hubo declaraciones recientes (del Presidente y del Ministro de Economía) sobre la decisión de avanzar en ese rumbo para la segunda parte del mandato. También en relación a aplicar fuertes tarifazos que harán más difícil la vida a millones de familias, y la par de mayores recortes en obras públicas, en los fondos para las provincias y en los salarios de los empleados estatales (recortes en educación, salud, etc). Las perspectivas, no obstante, son peores aún. Porque el gobierno de los EEUU brinda su apoyo, condicionado no sólo al resultado electoral exitoso del oficialismo, sino a políticas de entrega y sumisión total de la Argentina a los intereses de las corporaciones saqueadoras y del capital usurero mundial. Lo dicen abiertamente: quieren tener la exclusividad de la explotación de nuestros recursos, muchos de ellos indispensables y cada vez más escasos a nivel planetario (como los hidrocarburos, el litio, el uranio y las tierras raras –claves para el desarrollo de las nuevas tecnologías-). También la eliminación de controles y barreras de protección a la producción nacional, además de alineamiento total de la Argentina a los intereses y la política exterior norteamericana. Somos los argentinos quienes deberíamos decidir sobre nuestro presente y nuestro futuro: ¿queremos vivir dignamente? Si fuera así, debemos tener en claro que nadie nos regalará nada desde ‘arriba’. Si deseamos una vida mejor para nosotros y para las futuras generaciones, debemos luchar por eso. El rumbo que llevamos con el Plan Masacre no es una alternativa de dignidad para nosotros. Nos merecemos una sociedad mejor y tenemos todas las condiciones para hacerlo. Sólo falta la decisión de cambiar, con participación, compromiso, organización y movilización. *Luis Lafferriere – Promotor de la Cátedra Abierta Por Un Mundo Nuevo.
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