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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 18/10/2025 20:37
Seminario sobre Inteligencia Artificial en la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano O turbo-desarrollo apoyado por la tecnología con rostro humano, o des-desarrollo por una tecnología que incrementa las desigualdades sociales y las vulnerabilidades humanas. Estas son algunas de las principales conclusiones del Seminario de alto nivel que culminó ayer en la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano, donde convocamos a 50 expertos multidisciplinarios de todo el mundo para abordar los temas más cruciales de la tecnología exponencial. La consigna fue clara: Una Rerum Novarum Digital, para la paz, la justicia social y el desarrollo humano integral. Fueron dos jornadas de diálogos apasionantes, que incluyeron aspectos del futuro y presente del trabajo, el funcionamiento de los mercados económicos y los monopolios y oligopolios existentes, las regulaciones más o menos inteligentes, los impactos sobre la mente humana y sobre las políticas industriales clásicas, las confrontaciones geopolíticas y militares. La riqueza de la Academia Pontificia consiste en la diversidad y pluralidad de quienes participan. Acudieron a la propuesta de diálogo integral desde diseñadores de políticas públicas, hasta macro-economistas y físicos con modelos sofisticados, pasando por teólogos, filósofos, médicos, ingenieros, matemáticos, programadores, abogados, tecno-innovadores y representantes de los trabajadores que moderan los contenidos de las redes sociales. El investigador de Microsoft Jaron Lanier y Gustavo Béliz Quisimos subrayar este mensaje esencial: la IA es algo demasiado importante como para que tenga enfoques unidireccionales y obsesivos. Sólo desde el intercambio de saberes puede surgir una mirada que alinee esfuerzos en función del desarrollo humano integral. El Papa Leon XIV lo viene señalando con precisión desde el mismo momento de su asunción: la IA tiene un impacto tan desafiante como el de la revolución industrial que promovió la Encíclica de Leon XIII en 1891. Lo está subrayando enfáticamente en estos días, cuando convoca al mundo político a “la audacia del desarme” y resalta la necesidad de escuchar “el grito de los pobres” de la tierra, a partir de su reciente exhortación. Dilexi Te. Siguiendo la huella iniciada por el Papa Francisco desde un trabajo fructífero y profético en esta temática, que desde los últimos años nos permitió reunir desde el ámbito de la Academia de Ciencias Sociales diferentes discusiones en torno de la IA, pudimos comprobar en la ocasión de este Seminario los desafíos aún pendientes y las nuevas realidades que ya se están imponiendo. David Autor, economista de MIT Hace una década, quienes hablábamos de IA éramos considerados seres exóticos que mencionaban temas ajenos a cualquier tipo de realidad inmediata. Cuando entonces publiqué el libro “Algoritmolandia” y lo presenté en la Academia, el debate ya se avizoraba tan profundo como innovador. Hoy, la IA está en la reflexión de todo el mundo; la temática impregna de modo acelerado todas las facetas de nuestra vida, y ha adquirido una dimensión de análisis popular con múltiples facetas. A pesar de este crecimiento exponencial en el concepto de IA, hay dos velocidades que se perpetúan. El avance en el mundo privado tecnológico, que no repara en ningún tipo de freno, y la desorganización y falta de adaptación de las políticas públicas y las estructuras institucionales, que no alcanzan a comprender la realidad de los cambios. Ambos mundos chocan y corren el riesgo de desperdiciar oportunidades. Tender puentes de diálogo constructivo resulta esencial. De ahí el propósito de este encuentro tan valioso, donde expertos de todo el mundo y las procedencias más diversas pudimos compartir visiones y coincidir en puntos estratégicos. Luca Belli, de la Fundación Getulio Vargas de Brasil. Abajo, Stefano Quintarelli, experto en IA de Italia En el Atlas de Inteligencia Artificial para el Desarrollo Humano de América Latina y el Caribe que acabo de publicar junto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, menciono los cuatro continentes de la IA: La gobernanza glocal (global + local) que hoy resulta más urgente que nunca. Existe una proliferación de normas en múltiples niveles (de organismos internacionales, gobiernos locales, compañías privadas, think tanks, ámbitos regionales) sin coordinación, articulación ni armonización, que requieren ser simplificadas y operativizadas, porque de lo contrario constituyen un “spaghetti bowl”, un enredo que no pone claros horizontes para el desarrollo, más allá de las buenas intenciones que suponen. Normas desarmonizadas corren el peligro de dificultar su cumplimiento y muchos más su monitoreo. Una IA productiva y humano-céntrica significa atender al fenómeno de la “Fábrica IA”, y construir cadenas de valor que comienzan en las entrañas de la tierra con la identificación de minerales críticos y tierras raras, continúa en el desafío de la conectividad multifuente, y se extiende a los satélites, los centros de datos, las habilidades laborales, y los efectos sobre el territorio físico y mental. Una IA para el bien y para la vida apunta a reconocer los enormes impactos positivos que la IA puede tener en materia de salud, educación, protección de los sectores más vulnerables y promoción de la economía del cuidado, siempre y cuando se ponga énfasis en la calidad de los datos y en la transparencia de los procedimientos de recolección y uso. Ni tecno-colonialistas que olvidan la existencia de oligarquías que buscan una IA con “adicción por diseño”. Ni ludistas salvajes que rompen máquinas buscando frenar el progreso. Una IA verde para la casa común se vincula a lo anterior desde la perspectiva de la protección ambiental, incluyendo la matriz energética amplia que va desde la energía nuclear, las energías renovables no convencionales, las fuentes hidroeléctricas, el viento, el sol, la movilidad urbana, la diversidad biológica, e incluso los patrones de comportamiento para una transformación social individual y productiva que evite el derroche de recursos. El Nature-Tech, las finanzas que promueven el pago por servicios eco-sistémicos y la superación de un paradigma de High-Frequency Trading, también son claves desde esta perspectiva, para reemplazar paradigmas depredadores. Una IA sapiens y ética significa apelar a herramientas de participación social que promuevan un nuevo pacto social democrático, imaginando el empleo de instrumentos tecnológicos para transparentar las compras y contrataciones estatales, agilizar procesos judiciales, consolidar mecanismos participativos con consecuencias prácticas y dinamizar la planificación productiva y presupuestaria. Incluyendo una mesa de concertación de trabajadores y empresarios y científicos para acordar la incorporación de esta tecnología, la pre-distribución de sus futuros y potenciales impactos positivos y el tiempo de adaptación a los mismos. Daniel Innerarity, de la Universidad Europea, junto a Sebastián Ceria de Fundar de Argentina Durante el Seminario surgió con claridad que necesitamos una IA con “ética por diseño”. Con Desarrollo Humano Integral por diseño. Se requiere una IA que sea parte de una política industrial innovadora, que esté a la altura de los tiempos de transformación, con la capacidad de tener un plan de desarrollo que contemple la dimensión del trabajo humano como mecanismo central de integración social. Una IA que respete derechos humanos básicos también supone innovación normativa, pues involucra una generación de “neuro-derechos” que tengan en cuenta los peligros de la interacción de la mente y el cerebro humano con herramientas tecnológicas invasivas. A la izquierda, el Cardenal Turkson, junto a Gustavo Beliz, Hellen Alford (presidenta de la Academia), Paolo Carozza (Universidad de Notre Dame) y la empresaria tecnológica Carme Artigas (de España) En todos los casos, en línea con pronunciamientos científicos recientes, se destacó en nuestro Seminario la importancia que las personas siempre tengan la última palabra al momento de definir decisiones básicas en el empleo de las tecnologías de IA. Entre los expertos que convocamos en la Academia y que brindaron su generosa presencia en este Seminario, se contaron, entre otros: David Autor, del MIT; Jaron Lanier (principal investigador de Microsoft); Daniel Innerarity, de la Universidad de Europa; Nathan Gardels, del Berggruen Institute; Carme Artigas, Jimena Viveros y Vanina Martínez, de la Comisión de Alto Nivel de ONU sobre IA; Molly Kinder, de Brookings Institute; Tongdong Bai, de Fudan University de China; Jeffrey Sachs, de Columbia University; Luis Moreno Ocampo y Néstor Caticha, de la Universidad de San Pablo; Markus Brunnermeier de Princeton University; Delfina Belli de The Future Society; Rebeka Finlay, del Partnership for Artificial Intelligence; Paul Nemitz, del College de Europa; Gregory Reichberg, del Instituto de Investigación para la Paz de Oslo; Mateo Balero, del Centro de Supercomputación de Barcelona; James Williams, del Oxford Internet Institute; y Nitesh Chawla, de la Universidad de Notre Dame. Continuaremos trabajando junto a ellos para diseminar su conocimiento, profundizar el enfoque humanista y promover la IA que potencie la dignidad del ser humano y que no lo esclavice o margine. Este sueño es posible, sólo si actuamos con prontitud, imaginación, sensibilidad social y audacia creativa.
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