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» Elterritorio
Fecha: 18/10/2025 19:26
El Presidente compartió un tuit que señalaba como opositora a la mujer detenida con un cuchillo, pese a que ella gritó “kukardo” -término usado por su militancia- mientras perseguía a un fotógrafo. El episodio expone fallas de seguridad y manipulación política. sábado 18 de octubre de 2025 | 14:51hs. El acto de Javier Milei en Tres de Febrero, realizado este viernes en plena recta final hacia las elecciones legislativas, terminó en un confuso y preocupante episodio de violencia. Una mujer de unos 50 años, identificada como Annabel Ilarraz, fue detenida tras intentar atacar con un cuchillo al fotógrafo Antonio Becerra, mientras lo insultaba al grito de: “Andate de mi casa, kukardo de mierda, es mi Ciudad Jardín”. El hecho ocurrió a metros del vehículo presidencial y se prolongó dentro de un supermercado cercano, donde la agresora fue finalmente reducida por un agente de civil. En los videos del momento se observa a la mujer alterada, agrediendo verbalmente a los presentes e intentando alcanzar al reportero gráfico, quien se encontraba cubriendo la actividad del mandatario. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Matias Baglietto (@matias_baglietto) La interpretación presidencial: del hecho a la narrativa Pocas horas después del incidente, Javier Milei utilizó sus redes sociales para ofrecer su versión del hecho. Sin esperar la confirmación policial ni los videos difundidos, el mandatario compartió un posteo de la cuenta @SrMonopolio que mostraba la foto de la detenida con el arma blanca e identificaba a la agresora como parte de la “#FuerzaNarco”, un término con el que los libertarios suelen referirse al kirchnerismo. Sobre ese mensaje, el Presidente escribió: “ESTO ES EL KIRCHNERISMO 26O: CIVILIZACIÓN O BARBARIE, LIBERTAD O ESCLAVITUD. VLLC!” El problema es que la propia evidencia contradice su interpretación. Los testigos, los registros fílmicos y las declaraciones de los presentes coinciden en que la mujer no era una manifestante opositora, sino una simpatizante libertaria que se expresaba con el mismo lenguaje —y los mismos insultos— que suele emplear el entorno político del Presidente. Viejos fantasmas: un fotógrafo nuevamente en la mira El ataque a Antonio Becerra no fue un hecho aislado. El mismo reportero gráfico había sido protagonista de un episodio similar meses atrás, cuando el asesor presidencial Santiago Caputo lo increpó durante una cobertura, mirándolo a los ojos y leyéndole en voz alta su credencial profesional. Aquella escena, registrada en video, fue interpretada por el gremio de prensa como un acto de intimidación. Ahora, Becerra volvió a quedar en el centro de la tensión en un acto presidencial, con una agresión física que pudo terminar en tragedia. Seguridad en entredicho y relato en expansión El incidente reabre el debate sobre la falta de protocolos de seguridad en los eventos encabezados por Milei, donde la cercanía entre el mandatario, su militancia y los manifestantes suele ser caótica. La mujer detenida logró estar a escasos metros del Presidente con un cuchillo en la mano, sin que Gendarmería ni la custodia presidencial pudieran intervenir a tiempo. Pero el hecho también deja expuesta la lógica discursiva del oficialismo, que prefiere reconvertir los conflictos en parte de su relato ideológico antes que reconocer errores internos. Al convertir a una seguidora suya en “enemiga kirchnerista”, Milei volvió a tensionar el clima político y a diluir la frontera entre la comunicación institucional y la propaganda partidaria. Entre la negación y la polarización Lejos de calmar la situación, el mensaje presidencial amplificó la confrontación y desvió la atención del verdadero problema: una seguidora armada, un ataque a la prensa y una evidente falla de seguridad en un acto oficial. En lugar de asumir la responsabilidad por el caos que rodeó el evento, el Gobierno eligió la salida más cómoda —y más peligrosa—: señalar al otro, aun cuando los hechos apunten a su propio espacio.
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