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» Diario Cordoba
Fecha: 16/10/2025 17:10
Ulises describe así (Od.IX) a los cíclopes, explicando sus males a Alcínoo: «Los cíclopes, confiando en los dioses, no plantan ni aran la tierra, puesto que todo germina sin necesidad de cultivarlo: trigo, cebada y vides, que dan vino en grandes racimos; y Zeus hace que crezcan con la lluvia. No tienen leyes ni celebran asambleas (...), cada cual es amo y señor de su familia y no se relacionan con sus vecinos». Los cíclopes, entonces, gozan de una vida que los embrutece, que los aisla, que los hace esclavos de los dioses. Cuántos cíclopes ven aparecer la gruesa nómina como el maná y harían cualquier cosa por el dios que se la paga, con desesperación. Para el cíclope la ley que viene de dios es incontestable, o mejor: si no hay ley ni hay asamblea, la propia voluntad es la ley (para ser amo y señor de una familia otros deben ser siervos). Los grandes cíclopes hunden sus pies en la ONU y los cíclopes pequeños pastorean por donde les dejan, hay quien grita a un empleado y hay quien riega de sangre un continente. Este desprecio por lo ajeno, esta furia y estos orgullos inflamados sin otra base que el dinero o el mazo -gobiernos que proponen reformas de la constitución imposibles mientras se vanaglorian de ignorarla, adictos al duelo en tribunales, gorgoteadores de vial pequeño- son la hibris, o sea, creerse como los dioses y actuar como los dioses, que no tienen más motivos que el ego. Contra la hibris, Derecho. Contra la injusticia, Derecho. Contra las leyes injustas, Derecho. La educación tampoco viene mal, pero es que la buena educación y el Derecho consisten en lo mismo: ir deduciendo las normas necesarias para convivir. *Abogado
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