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» Elterritorio
Fecha: 16/10/2025 03:47
Nacida en Buenos Aires, la ONG Pan del Alma extendió su trabajo solidario a distintas provincias del país. En Misiones construyó nueve escuelas rurales en San Pedro, San Vicente y El Soberbio, y en total lleva diecinueve edificadas en todo el país. miércoles 15 de octubre de 2025 | 16:00hs. La última escuela se levantó en tres días en la aldea Yvi Porá Miri, en San Vicente. Se construyó el pasado fin de semana. La solidaridad se convirtió en la base de Pan del Alma, una organización que desde hace casi veinte años transforma comunidades rurales mediante la educación. Su trabajo reúne esfuerzo colectivo, compromiso social y la convicción de que el acceso a la escuela puede cambiar destinos. “Pan del Alma surgió primero por una panadería, en un barrio donde empezamos a trabajar con la gente y después con un comedor. Después de un tiempo decidimos dedicarnos a otra cosa, porque hubo un hecho que nos marcó y entendimos que queríamos apostar a la educación. En junio de 2006 decidimos viajar a Misiones y ahí nació la primera escuela”, relató Héctor Omar Guevara, fundador de la entidad. En este sentido, la primera experiencia se dio en San Pedro, donde el grupo se unió a la Asociación Apaer y tomó a su cargo la restauración de la Escuela 536, que se encontraba en estado de abandono, sin baños, sin agua y con graves problemas edilicios. De esa acción nació oficialmente Pan del Alma, que con el tiempo amplió su tarea a otras provincias. En Misiones también levantaron escuelas en San Vicente y El Soberbio a los largo de los años. En sus inicios, construyeron una escuela en la sierra de Quines, San Luis, donde el traslado de materiales se realizó con dieciséis mulas y varios viajes a lomo, en un proceso que duró tres etapas hasta su inauguración en 2007. “En total llevamos diecinueve escuelas construidas en el país y nueve de ellas están en Misiones. Hicimos la Escuela 904 Puerto Argentino 1 en San Pedro, que todavía sigue funcionando, y también trabajamos en otros parajes donde no había infraestructura escolar”, explicó Guevara. Voluntarios Por otra parte, la ONG está integrada por veinticuatro personas distribuidas entre Zárate, Campana e Ingeniero Maschwitz, aunque en sus comienzos eran apenas siete voluntarios. Pan del Alma no tiene fines políticos ni religiosos, y se sostiene con actividades autogestionadas. Cada año elaboran remeras con el logo de las escuelas, organizan rifas y preparan locro en fechas patrias, con más de mil seiscientas porciones por jornada. Los materiales suelen adquirirse con esas recaudaciones y con donaciones de comercios locales, mientras que empresas de transporte aportan la logística necesaria para los viajes. “Hay una empresa que nos presta un camión con chofer y otra que nos facilita un colectivo para viajar todos juntos. Cada construcción se prepara durante meses y cuando llegamos al lugar, en dos o tres días logramos levantar la escuela completa, con estructura de hierro, chapas térmicas y piso de cemento. Usamos un material similar al de cámara frigorífica, formado por chapa metálica y policarbonato interno, que brinda aislamiento y resistencia”, señaló el fundador. A la vez, la organización trabaja con referentes en cada provincia que detectan las necesidades de las comunidades. Alternan un año de trabajo en Misiones y otro en distintas provincias del país, ya que muchas escuelas rurales los convocan. En ocasiones debieron enfrentar demoras por los trámites en la aduana provincial o lluvias intensas, pero destacan que la provincia siempre los recibió con afecto y gratitud. “Estamos tratando de hacer un plan de seguimiento para que cada escuela tenga su padrino. La idea es que esa persona pueda ayudar si se rompe algo o si hace falta un recurso, tanto desde la zona como desde Buenos Aires”, afirmó Guevara. Además, Pan del Alma amplió su tarea llevando asistencia médica, odontológica y medicamentos a las zonas donde intervienen. En los últimos años también donaron ropa y alimentos a familias rurales, aunque mantienen como eje central la educación. De igual modo, Guevara relató que durante los viajes los integrantes de Pan del Alma conviven con comunidades guaraníes, tobas y wichís, compartiendo jornadas de trabajo, comidas y aprendizajes sobre sus costumbres. Explicó que la organización respeta profundamente la forma de vida de esos pueblos, que conservan sus tradiciones y encuentran felicidad en la sencillez cotidiana, algo que inspira a los voluntarios a valorar lo esencial y a reforzar su compromiso con la educación rural. “Aprendimos mucho de ellos, porque tienen una forma de vivir que respetamos profundamente. Son felices con lo que tienen y nosotros queremos que los chicos aprendan a leer y escribir para poder elegir su futuro sin perder su identidad”, manifestó el referente. Por último, Guevara remarcó que Pan del Alma se sostiene gracias a la fuerza de sus integrantes, que trabajan durante todo el año estudiando métodos de construcción y mejorando cada proyecto. A sus 74 años, continúa participando de los viajes y mantiene contacto con las escuelas terminadas. Aunque ya no ocupa la presidencia, sigue vinculado a la coordinación general y dedica gran parte de su tiempo a la organización, incluso después de jubilarse. Las personas que deseen colaborar pueden hacerlo a través de la página pandeldalma.org.arg o mediante sus redes sociales. La última escuela se construyó este fin de semana en la tierra colorada. Durante tres días pusieron su cuerpo y su voluntad para que la Escuela 374 Aula Satélite 04 de la aldea Yvi Porá Miri tenga su nuevo establecimiento. “Nuestro lema es llegar donde otros no llegan, y mientras tengamos fuerzas seguiremos cumpliéndolo”, concluyó Guevara.
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