16/10/2025 11:02
16/10/2025 11:01
16/10/2025 11:01
16/10/2025 11:01
16/10/2025 11:00
16/10/2025 10:59
16/10/2025 10:58
16/10/2025 10:58
16/10/2025 10:57
16/10/2025 10:57
Concordia » Hora Digital
Fecha: 16/10/2025 07:01
Tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, Jules Rimet consolidó una de sus más notables iniciativas: dar un nombre propio al trofeo máximo del fútbol internacional. En el Congreso de la FIFA de Luxemburgo, celebrado en 1946, se determinó que el Campeonato Mundial de fútbol pasaría a llamarse oficialmente Copa Jules Rimet, un reconocimiento directo a años de trabajo y liderazgo al frente del máximo órgano rector del fútbol. Ese tributo se instituyó mientras el organismo se preparaba para la disputa del Campeonato Mundial de 1950 en Brasil, el primer torneo organizado tras la devastación ocurrida durante la Segunda Guerra Mundial. De origen francés, Rimet nació el 14 de octubre de 1873 en el pequeño almacén alimentos de su padre, situado en Theuley-les-Lavoncourt, en el departamento de Alto Saona, en el oeste de Francia. A partir de una educación estricta, logró sobresalir como estudiante y obtener una beca que le permitió continuar sus estudios en París, donde se graduó en Derecho. Poco después se incorporó como empleado en un despacho de procurador judicial ubicado en el distrito de la Bolsa parisina, para luego trabajar en el Fiduciary Comptoir, institución dedicada a la gestión de disputas y apelaciones. La pasión de Jules Rimet por el deporte contrarrestaba el carácter monótono de su carrera legal. Aunque no practicó deporte a nivel competitivo, sí mostró interés en la organización del mismo, y creó oportunidades para que otros participaran. Esta inclinación por la organización deportiva lo llevó, junto a un grupo de amigos, a fundar en marzo de 1897 en París el club Red Star, el cuarto más antiguo de Francia, que en la actualidad compite en la Ligue 2. Ese episodio marcó su primer acercamiento directo a la promoción institucional del fútbol. El 21 de mayo de 1904, cuando se oficializó la fundación de la Fédération Internationale de Football Association (FIFA) en París, Rimet todavía no formaba parte de la dirigencia fundadora, pero el acto lo impresionó y despertó en él una fascinación creciente por la dirección y administración del fútbol en el contexto global. A partir de 1910 y hasta 1949, Rimet ocupó distintos cargos directivos: fue presidente del club Red Star en 1904, de la primera liga nacional francesa en 1910—considerada el primer intento serio de profesionalización del deporte en ese país —y, desde el 11 de abril de 1919, presidente de la recién creada Fédération Française de Football (FFF), cargo que mantuvo hasta 1949. El liderazgo de Rimet durante la fundación de la liga sentó las bases para la federación francesa actual. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) no logró frenar su empeño por formalizar el fútbol en Francia, permaneciendo como dirigente incluso en tiempos de adversidad. El 7 de abril de 1919, fue elegido presidente de la FFF, obteniendo así la legitimidad institucional necesaria para avanzar en su idea de crear un torneo de alcance internacional, acorde a la expansión que experimentaba la recién fundada FIFA. Durante los Juegos Olímpicos de Amberes, Bélgica, realizados en 1920, Rimet asumió provisionalmente la presidencia de la FIFA y planteó, por primera vez, la idea de organizar un campeonato futbolístico global. Sin embargo, debió esperar una década para materializar este proyecto. El 1 de marzo de 1921 fue oficialmente nombrado presidente de la FIFA, en reemplazo de Daniel Burley Woolfall. Para 1926, ya contaba con la influencia suficiente en el Comité Ejecutivo de la organización y logró que se nombrara una comisión especial para estudiar la viabilidad de celebrar el primer Campeonato Mundial de fútbol. El conflicto entre la FIFA y el Comité Olímpico Internacional (COI) respecto a la autonomía de las competencias futbolísticas fue un punto clave para el nacimiento de la Copa Mundial. La FIFA, dirigida por Rimet, insistía en que tenía la capacidad de organizar un torneo con carácter propio y universal, abierto tanto a jugadores profesionales como amateurs, distanciándose así de los estrictos criterios del olimpismo. El Congreso de la FIFA en 1928, celebrado en Ámsterdam, Países Bajos, aprobó—con 25 votos a favor y 5 en contra—la celebración de un campeonato mundial de fútbol cada cuatro años. Dinamarca, Suecia, Noruega, Finlandia y Estonia votaron en contra. La edición inaugural se fijó en el Congreso de Barcelona de 1929, donde se determinó que el campeonato tendría lugar en Uruguay en 1930. Uruguay, entonces campeón olímpico de 1924 y 1928, ofreció la construcción de un nuevo estadio y el pago íntegro de los gastos de viaje y alojamiento para los participantes, ofreciendo 75 dólares por persona y un suplemento de 0,50 dólares diarios para gastos menores. Ese gesto fue determinante, priorizando su elección sobre las candidaturas de Italia, Holanda, España y Suecia. En el desarrollo hubo dificultades. Las federaciones británicas, que inicialmente habían aceptado participar, se retiraron citando diferencias respecto a la definición de amateurismo y profesionalismo, una discusión fundamental en la época olímpica. Además, la crisis económica y la extensa travesía a Montevideo desanimaron a buena parte de los equipos europeos. Ante la retirada de las selecciones británicas y la negativa de otros conjuntos, Rimet realizó gestiones personales a lo largo de Europa presionando, en especial, a su propia federación para garantizar la participación europea. Finalmente, cuatro equipos del continente cruzaron el Atlántico para sumarse a la competencia: Francia, Bélgica, Yugoslavia y Rumania. El viaje hacia Sudamérica fue otro episodio destacado en la vida de Rimet. El 21 de junio de 1930, Rimet zarpó desde Génova a bordo del transatlántico Conte Verde, en compañía de su hija, la delegación francesa y las selecciones de Bélgica y Rumania. En su equipaje llevaba el trofeo de oro realizado por el escultor francés Abel Lafleur, con el que se distinguiría al campeón del torneo. En su diario personal, Jules Rimet escribió que “el oro del trofeo simbolizaba la conversión del Campeonato Mundial en el acontecimiento deportivo más importante del mundo”. Tras dos semanas de travesía, el barco atracó en Montevideo con varias horas de retraso, pero el recibimiento fue multitudinario. El presidente uruguayo de la época, Juan Campistegui, otorgó una audiencia privada al mandamás de la FIFA. Luego de un torneo que se desarrolló conforme a un minucioso plan organizativo, Rimet entregó personalmente el trofeo—en su calidad de presidente de la organización—al capitán José Nasazzi, tras la victoria de Uruguay por 4 a 2 sobre Argentina en la final, jugada el 30 de julio de 1930. A pesar del éxito en Sudamérica, la repercusión inicial de la Copa Mundial en Europa resultó limitada, con cobertura mínima en la prensa deportiva y en los propios boletines de la FIFA. Aun así, el torneo sentó los cimientos del fútbol como espectáculo global y marcó la cúspide de la carrera de Rimet en la administración deportiva. Durante su prolongado mandato de 33 años como presidente de la FIFA, Jules Rimet debió enfrentar nuevos retos. En 1934, la organización del torneo en Italia estuvo marcada por la retirada de equipos sudamericanos en protesta ante la indiferencia europea al evento inaugural de 1930. Para el Mundial de Francia 1938, debió manejar la tensa coyuntura previa a la Segunda Guerra Mundial. El estallido del conflicto mundial en 1939 obligó a suspender las ediciones de 1942 y 1946. Una vez terminada la guerra, la FIFA celebró su congreso en Luxemburgo en 1946, y se decidió que el Campeonato de 1950 sería en Brasil. Rimet consideró esa elección adecuada, dado el proceso de reconstrucción europeo. La sede del Mundial de Suiza en 1954 respondió, en cambio, a la necesidad de garantizar la estabilidad, gracias al status neutral de ese país durante la Segunda Guerra Mundial. Su presidencia culminó en el Congreso de Berna de 1954, donde a los 81 años, Jules Rimet abrió oficialmente el Campeonato Mundial en Lausana y fue nombrado primer presidente honorario de la FIFA. Durante su gestión, la federación creció de 20 miembros en 1921 a 85 asociaciones nacionales en 1954. Tras su retiro, la presidencia quedó en manos de Rodolphe Williams Seeldrayers de Bélgica, quien ya había colaborado con Rimet previamente. Tal fue el reconocimiento para el dirigente francés que la FIFA decidió en 1946 que el trofeo que premia al Campeón de Mundial de Fútbol se llamara Jules Rimet. Se entregó por primera vez en 1950 y en 1970 quedó en manos de Brasil por haber ganado tres veces el torneo. Incluso el trofeo fue robado en varias ocasiones, pero esa es otra historia. Jules Rimet murió el 16 de octubre de 1956, hace 69 años, en Suresnes, Francia. Se lo recuerda por haber dado el puntapié inicial de uno de los eventos deportivos que más espectadores reúne cada cuatro años: el Mundial de Fútbol.
Ver noticia original