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  • “No hay locura, hay estructura”: el análisis de Enrique De Rosa sobre Pablo Laurta

    Parana » Ahora

    Fecha: 15/10/2025 02:13

    En medio de la conmoción que generó el caso de Pablo Laurta, acusado por el brutal asesinato del remisero Martín Palacio en Entre Ríos y de dos mujeres en Córdoba, el psiquiatra, neurólogo y médico legista Enrique De Rosa ofreció un análisis profundo sobre el perfil psicológico del imputado. En sus declaraciones a Canal 9 Litoral, De Rosa desarma la idea de que se trata de un enfermo mental y propone una lectura más compleja: la de una personalidad estructurada, obsesiva y peligrosamente racional. “Se piensa que esa mente criminal tiene que ver con una patología, y en realidad no. Son estructuras de personalidad que no cursan con una patología en el sentido clínico de la palabra”, explicó el especialista. Y agregó: “La enfermedad mental no es sinónimo de homicidio, y viceversa”. Según De Rosa, Laurta habría actuado bajo una lógica interna que le otorgaba sentido a sus actos. “Este sujeto ha sido un personaje que, de alguna manera, creía que lo asistía una causa justa. Armaba una narrativa propia, una modalidad, una serie de asociaciones que le daban coherencia a lo que hacía. Se autojustificaba con un criterio moral que él mismo construía”. El especialista también remarcó que el acusado tenía antecedentes que, como suele ocurrir, se conocieron recién después de los hechos: “Había acosado a su exmujer durante mucho tiempo, tenía una causa, y su propia madre había cortado el vínculo porque lo consideraba peligroso. El gran problema como sociedad es que no respondemos a esas alertas. Banalizamos cierto grado de peligrosidad y no tomamos medidas para protegernos”. Respecto al crimen de Martín Palacio, cuyo cuerpo fue hallado decapitado y mutilado, De Rosa sostuvo que el nivel de violencia y planificación no responde a un impulso descontrolado. “Este sujeto tenía una obsesión por el control, por la planificación. Da la impresión de que había un cierto goce en la preparación, no solo en el acto. Y que el homicidio haya sido criminis causa —es decir, para ocultar otro delito— encaja con un perfil obsesionado con que todo pase como él lo había previsto”. Incluso el secuestro de su hijo de cinco años, que Laurta habría intentado justificar como un acto de amor paternal, es interpretado por De Rosa como una expresión de posesión narcisista. “No lo cuidó, no lo alimentó, no tenía ropa. No hay amor en eso. El hijo era un objeto, una posesión que la esposa le habría quitado. Es una lógica material, narcisista: le sacaron algo que sentía como parte de sí mismo”. Finalmente, el médico legista apuntó que la aparente frialdad del acusado durante los hechos contrasta con su reacción al ser detenido. “Ahí es cuando se descompensa. El relato interno, fantasioso, con cruces de ríos en kayak y escenas cinematográficas, se choca con la realidad. El plan se detiene. Y ese choque con lo concreto puede haberlo quebrado”. Las palabras de De Rosa invitan a repensar el vínculo entre criminalidad y salud mental, y a prestar atención a las señales de alerta que muchas veces se ignoran hasta que es demasiado tarde.

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