14/10/2025 12:34
14/10/2025 12:34
14/10/2025 12:34
14/10/2025 12:33
14/10/2025 12:33
14/10/2025 12:33
14/10/2025 12:33
14/10/2025 12:33
14/10/2025 12:33
14/10/2025 12:33
» Misionesparatodos
Fecha: 14/10/2025 09:03
Exiliado en Rusia tras la caída de su régimen en diciembre de 2024, el ex dictador sirio vive en un lujoso rascacielos jugando videojuegos, con su familia en apartamentos millonarios. El Kremlin sigue negando las constantes versiones de envenenamientos. En las sombras de los imponentes rascacielos de Moscú, Bashar Al Assad, el derrocado presidente sirio, encontró un refugio inesperado bajo la protección de Vladimir Putin. Tras una ofensiva relámpago de rebeldes que puso fin a más de medio siglo de dominio familiar en Siria, Assad y su familia aterrizaron en Rusia el 8 de diciembre de 2024, marcando el inicio de una vida en el exilio que combina lujo discreto con rumores de intrigas. Este asilo, concedido por razones humanitarias según el Kremlin, representa un giro irónico para un hombre acusado de atrocidades masivas durante su reinado de 24 años, que terminó en un colapso que sorprendió al mundo y debilitó la influencia rusa en Oriente Medio. El exilio dorado de Bashar y Asma Al Assad en Rusia, protegidos por Putin La vida diaria de Assad en Rusia se desarrolla en un entorno de opulencia urbana. Reside en tres apartamentos de un rascacielos de 1.000 pies en el distrito de Moscow City, un centro de negocios reluciente que evoca los palacios orientales con sus armarios de color crema con bordes dorados, candelabros de cristal y sofás amplios. La familia posee alrededor de 20 apartamentos en el complejo, valorados en más de 30 millones de libras esterlinas, distribuidos en tres pisos, con accesos a un centro comercial adjunto que Assad visita ocasionalmente. Interior del departamento de lujo Uno de los baños está completamente revestido de mármol de Carrara, con una bañera calentada frente a una ventana de 13 pies que ofrece vistas panorámicas de la capital rusa; según vendedores locales, es ideal para ver los fuegos artificiales del Día de la Victoria con una copa de champán. Además del apartamento en la ciudad, Assad frecuenta una villa campestre en las afueras de Moscú, donde pasa tiempo en aislamiento relativo. Puede moverse libremente por la ciudad, protegido por guardaespaldas de una firma privada financiada por el gobierno ruso, aunque los informes de la prensa británica sugieren que su propósito es evitar la exposición publica. Los días de los Assad transcurren en actividades mundanas que contrastan con su pasado autoritario: pasa horas jugando videojuegos en línea en su piso de lujo o en la villa, una rutina que refleja un retiro forzado del poder. Assad, de 60 años, no muestra signos de problemas de salud graves, a pesar de rumores de envenenamiento que circularon en septiembre de 2025, alegando una hospitalización en las afueras de Moscú por un intento de asesinato destinado a avergonzar al gobierno ruso. El Kremlin ha desmentido estas afirmaciones categóricamente; el ministro de Exteriores Sergei Lavrov declaró: "No ha habido envenenamientos, y si tales rumores aparecen, los dejo en la conciencia de quienes los difunden". Lavrov enfatizó que Assad "no tiene problemas viviendo en nuestra capital" y que el asilo se otorgó por motivos humanitarios, temiendo un destino similar al de Muammar Gaddafi, cuya "destrucción física" fue celebrada por figuras occidentales. El rascacielo de Moscú Fuentes rusas indican que este refugio se negoció tras un acuerdo sobre bases militares en Siria, aunque Assad afirma en un comunicado que nunca planeó huir, describiendo su salida como una consulta de último minuto con Moscú. La familia Assad comparte este exilio, marcada por la enfermedad y el lujo heredado. Su esposa británica, Asma Al Assad, nacida en Londres y casada con él en 2000, enfrenta una condición "seria" por leucemia recurrente, tras superar un cáncer de mama en 2018; ya recibía tratamiento en Moscú cuando colapsó el régimen. Durante su tiempo en el poder, Asma era conocida por gastos exorbitantes, invirtiendo cientos de miles de dólares en muebles y ropa de lujo. Sus tres hijos —Hafez (24 años), Karim (21) y Zein (22)— acompañan a la pareja; Hafez, quien estudió en Moscú, relató en un video eliminado la evacuación sorpresa: "Nunca hubo un plan, ni siquiera de respaldo, para dejar Damasco... Tras consultar con Moscú, nos informaron de nuestra transferencia a Rusia. Abordamos un avión militar ruso y aterrizamos esa misma noche". Admitió que la caída fue un shock. El hermano menor de Assad, Maher, reside en el Hotel Four Seasons de Moscú, pasando tiempo bebiendo y fumando hookah. Fuentes sirias citadas en informes alemanes afirman que los Assad "están en un buen lugar y disfrutando del dinero que robaron. El pueblo sirio no les importa nada". Este estilo de vida en el exilio no surge de la nada: el régimen Assad acumuló una fortuna inmensa a través de corrupción sistemática. Miembros de la familia y élites allegadas amasaron grandes riquezas, con acusaciones de implicación en el narcotráfico de Captagon y control de empresas clave. Rami Makhlouf, primo de Assad, enfrentó sanciones estadounidenses por corrupción pública desde 2008, explotando su proximidad al poder para monopolios y evasión fiscal. La familia de Bashar Al Assad Otros informes revelan que la familia utilizó firmas offshore para ocultar activos, incluyendo propiedades de lujo en Londres, pese a temores de corrupción. Assad presentó incautaciones de activos como una lucha anticorrupción, pero críticos las ven como purgas internas; sus hijos ostentaban riqueza públicamente, exacerbando la ira popular en una economía colapsada por sanciones y guerra. Las estimaciones de expertos sugieren fortunas en miles de millones, robadas del pueblo sirio, mientras la economía se reestructura en secreto bajo influencias familiares. La caída de Assad, el "Carnicero" de Siria Assad, apodado el "Carnicero", heredó el poder en 2000 de su padre Hafez, perpetuando un control autocrático de seis décadas. Durante la guerra civil de 13 años, iniciada en 2011 por protestas prodemocráticas, su gobierno fue acusado de crímenes de guerra, incluyendo asesinatos premeditados, tortura y fomento de guerra civil; una orden de arresto lo describe físicamente y lo acusa de estos delitos. Prisiones como Sednaya fueron "infiernos" de atrocidades, con cuerpos quemados en hornos y ejecuciones masivas, marcando el fin de una era de tiranía al liberarse tras la caída. Los opositores lo culpan de masacres, uso de armas químicas y represión que mató a cientos de miles, con aliados como Rusia e Irán sosteniendo su poder hasta el colapso. La caída fue rápida y sorprendente. El 27 de noviembre de 2024, fuerzas rebeldes lideradas por Hayat Tahrir al-Sham lanzaron una ofensiva desde Idlib; capturaron Alepo el 30 de noviembre, Hama el 5 de diciembre y Homs poco después, avanzando hacia Damasco sin oposición significativa. Rebeldes en la caída del régimen de Bashar Al Assad El 8 de diciembre, los rebeldes tomaron la capital, forzando a Assad a huir en un avión militar ruso, poniendo fin a 50 años de regla familiar en un sismo geopolítico que humilló a Putin y alteró el Medio Oriente. El primer ministro sirio acordó transferir el poder, mientras los rebeldes asumían control de instituciones. En Moscú, Assad enfrenta un futuro incierto: buscado por el nuevo gobierno sirio, su exilio podría ser permanente, un recordatorio de cómo los tiranos caen, pero sus legados de sangre y riqueza perduran. Mientras Siria reconstruye, el mundo observa si este refugio ruso marca el fin de una era o el comienzo de nuevas tensiones.
Ver noticia original