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  • “El guaraní no es una lengua extranjera, es nuestra lengua madre”

    » Elterritorio

    Fecha: 13/10/2025 08:23

    Brega porque sea reconocida, se elimine la discriminación y sueña con que se enseñe en todas las escuelas domingo 12 de octubre de 2025 | 6:05hs. Ramón encaró la traducción de ‘Platero y yo’ al guaraní. Foto: Natalia Guerrero Juan Ramón Fariña es un férreo defensor del guaraní, la lengua nuestra, la que habitó estas tierras desde antes de la conquista de América y sigue hasta hoy resistiendo no sólo en las comunidades originarias de la provincia, sino también en el seno de familias ajenas a ellas. “Una de mis principales luchas es derribar el concepto de que el guaraní es una lengua extranjera. Yo también tenía cuando era más chico, nacido, criado acá en Misiones y para mí el que hablaba guaraní era paraguayo”, contó. Ramón empezó a estudiar y aprender sobre el guaraní a los 34 años, impulsado por su trabajo con el que recorría distintos sitios del vecino país y no poder comunicarse con sus habitantes que hablaban esta lengua. Desde entonces, Ramón no paró de revolver el fondo, de escarbar, de aipyguara, para conocer cada vez más; y fue ese conocimiento el que lo llevó a emprender la traducción de Platero y yo, del español Juan Ramón Jiménez, que pronto estará en escuelas y bibliotecas. “Estamos en víspera de que se cumpla un año más de aquel 12 de octubre de 1492, fecha en la que por primera vez comenzó a circular el idioma castellano en este continente. Tiempo en el que el idioma guaraní era el principal, la lengua de enlace con las distintas otras lenguas de esta región”, remarcó. Por eso, consideró imprescindible mantenerla y enseñarla en todas las escuelas, incorporarla si es posible a la currícula oficial. Es que cuando Ramón se puso a aipyguara, se topó con que desde tiempos inmemoriales la lengua, la cultura, la gastronomía son guaraníes. “El guaraní está presente en las calles, en los barrios, en los arroyos. La toponimia de Misiones está llena de guaraní. Estamos todo el tiempo compartiendo y conviviendo con la cultura, no nos damos cuenta y mientras tanto escuchamos una palabra en guaraní y automáticamente le ponemos la etiqueta de Paraguay”, lamentó. Este difusor de la cultura milenaria insistió en que hay una obligación de compartir, de hacer ver, de hacer docencia sobre este asunto. “El guaraní fue toda una vida ágrafa, pero ahora tiene una academia, un alfabeto, tiene una regla gramatical; esforzarnos por escribir como debe ser, utilizando las letras que se utilizan en el guaraní. Porque parece simpático, pero no lo es, le estamos faltando el respeto a una lengua que no es foránea, es nuestra lengua madre y eso no me hace menos”, reafirmó. Experiencia en las escuelas Como parte del equipo de la Secretaría de Estado de Cultura de la provincia, Ramón tuvo la posibilidad de llevar un poco de sus saberes a las escuelas misioneras y las describe como experiencias muy gratificantes, no sólo hay una aceptación de los niños, sino también de docentes y padres que le dan alta estima. “La gente está ávida por conocer, por saber. Creo que hace falta, habría que organizar, armar un equipo, aplicarlo con la característica lúdica de aprender jugando, de qué les parece a los chicos, cómo suena, con canciones”, propuso. Y en esa misma línea, agregó: “La gente está esperando que se enseñe guaraní, desconozco si falta de voluntad política o que es lo que falta, no puedo opinar, pero no sé por qué el guaraní no forma parte de la currícula escolar”. Ramón habla y explica con pasión, el guaraní forma parte de su vida y dos de sus tres hijos tienen su nombre en esa lengua: Arami y Arandu, lo que en el castellano se traduce como “mi pequeño cielo” y “sabio”. Pero él lo explicó mejor: “Mi hija se llama Arami. ‘ara’ viene de arapy, que viene de universo o cielo; y ‘mi’ es ternura, entonces cuando digo Arami estoy diciendo mi pequeño universo, mi pequeño cielo. Arandú viene ‘ara’ de arapy que es universo, y ‘du’ viene de dos palabras de hendu que es oír, escuchar y ñandu que es sentir, palpar. Arandú es la forma en que se llama a una persona que tiene la capacidad de interpretar el comportamiento del universo porque ve, escucha y siente lo que pasa en el universo. Ese es un arandu, ese es un sabio”. Pese a que la sociedad avanzó mucho y existe una apertura mental más grande, Ramón siente aún la discriminación de algunos cuando habla el guaraní, pero eso no lo afecta porque su misión la emprende siempre desde el amor. “Las comunidades indígenas que tienen sus propios maestros y hasta cierto punto comparten sus saberes y mucho menos lo harán mientras seguimos los integrantes de la sociedad dominante, como dicen ellos, actuando de la manera que actuamos: invadiendo sus espacios, sus hábitats, obligándoles a que vengan a las ciudades. Les construimos escuelas con piso de de baldosa y ellos no necesitan eso, necesitan que se le respete su forma, su cultura, su forma de ser”, insistió. Compartí esta nota:

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