Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • El atentado bioterrorista de Oregón: el día en que la secta del “gurú del sexo” cruzó el último límite para llegar al poder

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 11/10/2025 04:31

    ORTLAND, OREGÓN, EE. UU. - Bhagwan Shree Rajneesh, líder de la secta, en el centro, y su secretaria personal, Ma Anand Sheela, a la izquierda, salen del edificio del Servicio de Inmigración y Naturalización. 1982 La serenidad rural de Oregón se quebró de manera extraña en 1984, cuando el condado de Wasco se convirtió en el escenario inesperado del primer ataque bioterrorista en la historia de Estados Unidos. Un total de 751 personas enfermaron con cuadros severos de vómitos, fiebre y desvanecimientos provocados por una intoxicación masiva con salmonella. Entre las víctimas había bebés de pocas semanas y ancianos de más de ochenta años. El sistema sanitario local colapsó y la magnitud del envenenamiento encendió las alarmas estatales y federales. No se trataba de una intoxicación accidental: era el resultado de una estrategia calculada para conquistar el poder político. Detrás del ataque estaba la comunidad de Rajneeshpuram, liderada por el carismático y polémico Bhagwan Shree Rajneesh, más conocido como Osho. Para entonces, su movimiento había crecido hasta convertirse en un pueblo autosuficiente en las afueras de The Dalles, donde miles de seguidores vivían bajo sus propias reglas, desafiando las leyes locales y federales. El objetivo inmediato era ejercer control pleno sobre los órganos políticos del condado. Para ello, intentaron primero seducir al electorado local mediante campañas de persuasión y también, llevaron a nuevos residentes, gente sin techo atraída con promesas, para aumentar el caudal de votos. Cuando esos métodos resultaron insuficientes, no dudaron en avanzar hacia el uso de la biotecnología como arma. El plan incluyó la compra legal de bacterias de salmonella, que luego fueron diseminadas en picaportes, baños públicos y sobre todo en las barras de ensalada de al menos diez restaurantes en The Dalles. El objetivo era claro: debilitar a la población para reducir la participación en las elecciones locales y favorecer a los candidatos alineados con el grupo. El primer intento pasó inadvertido, pero el segundo resultó devastador para la comunidad. La operación fue descrita en sus detalles como una “prueba”, un ensayo general que se preparaba para un ataque aún mayor que no llegó a concretarse. Osho llegando a Oregon Durante meses, los investigadores federales no pudieron establecer el nexo entre el brote infeccioso y los líderes de Rajneeshpuram. La comunidad había levantado laboratorios propios, dotados de recursos y personal capacitado, lo que permitía ejecutar experimentos fuera del alcance del dominio público o estatal. El verdad salió a la luz cuando el FBI encontró una prueba directa de la manipulación intencionada de salmonella en el complejo de la secta. A partir de ese momento, la investigación desenterró una cadena de delitos interminable: intentos de asesinato contra disidentes internos, espionaje, escuchas ilegales y secuestros. El ascenso de Osho: orígenes, filosofía y expansión global Bhagwan Shree Rajneesh, nacido como Chandra Mohan Jain en 1931, trascendió el anonimato del interior de la India para convertirse en un líder espiritual de alcance global y referente en los círculos new age de Occidente. Su figura desbordó lo estrictamente religioso al cultivar la imagen de un visionario llamativo, vestido de túnicas coloridas y luciendo una barba emblemática, que sedujo a quienes buscaban sentido a su vida, incluidos empresarios de alto perfil. Osho, como terminaría autodenominándose años antes de su muerte en 1990, supo orientar sus mensajes a una audiencia internacional que buscaba alternativas a las religiones monoteístas tradicionales y a las convenciones sociales de clase media alta occidental. El enfoque filosófico de Rajneesh presentaba un rechazo frontal al ascetismo, a la contención material y a la culpa que, según él, impregnaban las doctrinas cristianas y el hinduismo tradicional. Consideraba que la verdadera iluminación radicaba en la aceptación plena de los deseos humanos: el dinero, el placer y el sexo constituían herramientas para liberarse, no obstáculos espirituales. “Para él el ascetismo no tenía nada que ver con lo espiritual”, reafirmaron varios testimonios. Esta narrativa lo posicionó como el “gurú del sexo”, quien también gozaba de lo material. Osho llegó a tener 93 Rolls-Royce, convirtiéndose en uno de los líderes espirituales con la colección más extravagante de autos de lujo. Durante su estancia en Estados Unidos en los años 80, adquirió su primer Rolls-Royce poco después de aterrizar en el aeropuerto JFK. A partir de ahí, su colección creció rápidamente gracias a las donaciones de sus seguidores. La prédica de Osho ganó notoriedad gracias a una persistente campaña de promoción, basada en conferencias diarias con cientos de asistentes y la publicación de incontables libros. Textos que, en su mayor parte, se generaron a partir de las transcripciones de sus charlas improvisadas, plagadas de anécdotas y provocaciones discursivas. El atractivo de la comunidad de Osho no se limitó a la palabra. La puesta en práctica de sus principios incluyó la invención de la Meditación Dinámica, un método que combinaba gritos, saltos, danza libre y momentos de introspección silenciosa. La experiencia resultaba catártica para muchos de quienes llegaban desde Estados Unidos, Reino Unido y otras regiones, atraídos por el mito de un “gurú del placer”. El ashram original en Pune devino en poco tiempo en un laboratorio social donde las jerarquías familiares y laborales desaparecían. RAJNEESPURAM, OREGÓN, EE. UU. - Rajneeshees, seguidores de Bhagwan Shree Rajneesh, participan en una meditación dinámica. 1982 Decenas de miles de seguidores —los sannyasins, apodados “gente naranja” por su indumentaria— se repartían tareas, donaban su patrimonio y trabajaban jornadas intensivas sin remuneración formal. Según el testimonio de un ex guardaespaldas, el movimiento pasó en pocos años «de 20 a 20.000 seguidores», la mayoría de los cuales rompió con su vida anterior en busca de plenitud. Muchos discípulos procedían de entornos privilegiados, carreras profesionales avanzadas y trayectorias en grandes empresas. Algunos donaban sus bienes y otros trasladaban a sus familias enteras al epicentro de la experiencia Osho. Historias como la de Prem Sargam, hija de un alto ejecutivo británico que abandonó una posición privilegiada en Occidente para seguir el llamado espiritual,dan cuenta del magnetismo ejercido por el movimiento. Gran parte del crecimiento material del grupo se apoyó en la captación de recursos y bienes de estos nuevos seguidores. El ascenso internacional se potenció gracias a una estructura administrativa a cargo de figuras como Ma Anand Sheela, mano derecha de Osho, que hicieron de la secta una maquinaria capaz de operar grandes proyectos inmobiliarios y empresariales. El documental de Netflix reconstruye el momento en que la comunidad de Osho, en Oregón, intenta ganar unas elecciones envenenando con salmonella a la población A mediados de los años setenta, el número creciente de seguidores occidentales en Pune y la presión política e impositiva de las autoridades indias forzaron a dar el siguiente gran paso en la evolución de la comunidad: la búsqueda de un nuevo territorio donde poner en práctica, sin obstáculos, su singular estilo de vida, donde reinaba la promiscuidad. Tras evaluar lugares en todo el mundo, la elección recayó sobre un extenso rancho al norte de Oregón, Estados Unidos, por el que se pagaron casi 7 millones de dólares —cifra aportada por el entorno de Ma Anand Sheela. Así, el centro de gravedad se desplazó desde el subcontinente indio hasta el corazón rural de Estados Unidos con los primeros 7000 fieles, en un antes habitado tan solo por 50 personas que vieron interrumpida su normalidad. La visión era convertir esa área en Rajneeshpuram, una ciudad autónoma y funcional levantada desde cero. Bajo una organización intensa y jerárquica, los sannyasins erigieron un complejo de infraestructura sin precedentes: una central eléctrica, una presa, un aeropuerto propio, escuelas, centro médico, un espacio de meditación capaz de albergar 10.000 personas y hasta su propia fuerza de seguridad y bomberos. Los fieles trabajando en la "casa verde" Al principio, los habitantes de The Dalles y los pueblos aledaños, de tradición rural y conservadora, reaccionaron con recelo pero pronto vieron en la llegada masiva de residentes una inédita fuente de ingresos y dinamismo económico. Los comerciantes vendían, los hoteles se llenaban, y buena parte de la población bajó la guardia ante los recién llegados. No obstante, tras la fase inicial de coexistencia, la autarquía de Rajneeshpuram redujo la dependencia de la secta respecto al entorno y marcó las primeras fricciones. Prácticas, poder y testimonios de víctimas La vida comunitaria en ashram, desde sus inicios en Punte, había adquirido rasgos propios. Las relaciones personales, las normas de convivencia y la estructura jerárquica estaban basadas en la devoción absoluta a Bhagwan Shree Rajneesh y a sus ideas, que eran llevadas a la práctica. En palabras de exmiembros como Hugh Milne, quien se desempeñó casi una década como guardaespaldas personal del gurú, “no se trataba de seguidores que compran una revista, sino de personas que abandonaron familia, posesiones y trabajaban de 60 a 80 horas semanales sin salario viviendo en dormitorios compartidos”. La vida cotidiana puertas adentro respondía a una lógica comunal estricta: las familias se segmentaban —hombres por un lado, mujeres por otro, niños en grupos separados— y el trabajo era fundamental para el sostenimiento y la expansión del proyecto. Uno de los pilares fundacionales de la vida en el ashram era el sexo libre a toda hora. Testimonios aseguraban que allí había personas que alcanzaron a tener hasta noventa parejas sexuales distintas en el lapso de tres meses. El propio gurú prescribía un estilo de vida con tres comidas al día y, también, tres encuentros sexuales diarios, cada uno con una pareja diferente. Se decía que muchas de sus seguidoras competían para ser elegidas por él, mientras que circulaban historias sobre orgías masivas en el ashram. Los testimonios tomados por la prensa y documentales como Wild Wild Country, de Netflix, reconstruyen esa vida plagada de encuentros sexuales con rotación constante de parejas. Sin embargo, quedó excluido un tema más que delicado. Los niños que fueron llevados por sus padres allí dentro. El documental Children of the Cult (2024), de la directora Maroesja Perizonius se centra en los niños que estuvieron expuestos en el ashram a escenas de sexo continuo. Pero lo peor no fue la naturalización del sexo, sino los abusos sistemáticos cometidos sobre los menores, quienes quedaron totalmente desprotegidos. Prem Sargam relató el drama en el documental. Trailer del documental Children of the cult, basado en testimonios de los niños que fueron llevados por sus padres al ashram de Oregón y fueron sometidos a constantes abusos “Veíamos a la gente tener sexo y nos comportábamos como comentaristas deportivos: ‘el está un poco gordo’, ‘ella está indispuesta’, ‘¿por qué no cambian de posición?" Sargam relata cómo, a partir de los 7 años, fue abusada por primera vez a manos de adultos, sin posibilidad de negarse ni de recurrir a protección externa. Muchos menores quedaban separados de sus padres apenas llegaban al ashram; vivían en instalaciones apartadas, bajo la tutela de “guardianes” que, según los relatos, normalizaban y promovían relaciones sexuales precoces. La explotación no era solo sexual sino también laboral. Niños y adolescentes pasaban extensas jornadas trabajando en cocina, limpieza o servicios, sin recibir educación formal reconocida por el sistema. Al ser enviados a colegios externos tras abandonar la secta, numerosos ex miembros descubrieron baches significativos en su aprendizaje básico, e incluso narraron iniciaciones tempranas al uso de drogas. En lo alto de la estructura se ubicaban figuras como Ma Anand Sheela, que asumió paulatinamente el control operativo y administrativo. El retiro voluntario de Osho del contacto diario dejó a Sheela como “una dictadora fría e implacable”, con cheque en blanco para imponer, sin cuestionamientos, un régimen de disciplina basado en el desgaste, el castigo físico y la utilización de los recursos humanos exactamente como le resultara útil a la organización. Según narró Milne, las órdenes para tratar a trabajadores agotados eran explícitas: “dales una inyección y ponelos a trabajar de nuevo”, sin espacio para la empatía o el bienestar individual. Las consecuencias psicológicas de las víctimas abarcan desde episodios de depresión severa, estadías en hospitales psiquiátricos y quiebras familiares irremediables, hasta traumas asociados a la infancia y la adolescencia. El verdadero punto de inflexión surgió cuando, tras varios años de crecimiento acelerado, Sheela y el núcleo de dirección establecieron como prioridad obtener el control político de los órganos de gobierno del condado de Wasco. Buscaban una legalidad que blindara la existencia de Rajneeshpuram, les permitiera modificar reglas a medida y les garantizara autonomía plena. Al no lograr adhesión suficiente entre la población rural local, lanzaron la operación “Share-a-Home”, una conscripción nacional de personas sin techo traídas para aumentar el padrón electoral a su favor, que sumó más de 4.000 nuevos residentes a la zona. Bhagwan Shree Rajneesh, el líder espiritual indio fue capturado en un intento de abandonar Estados Unidos El intento resultó en un colapso social ajeno incluso a la lógica del grupo: la autoridad local endureció los requisitos para votar, el plan fracasó y miles de homeless quedaron varados en la ciudad, obligando a las agencias estatales a intervenir y repatriar a los afectados. El fracaso en la vía formal trasladó el enfrentamiento a un plano más oscuro y radical, que desembocaría poco después en el histórico atentado bioterrorista. El desenlace ocurrió cuando Ma Anand Sheela, principal estratega de las operaciones clandestinas, huyó del país junto a otros cómplices. De inmediato, Osho reapareció tras meses de silencio para desmarcarse de los hechos y culpar públicamente a Sheela y su círculo más estrecho. Mientras tanto, las autoridades estadounidenses optaron por una vía legal más rápida: en lugar de acusar inicialmente a Osho por bioterrorismo, centraron su ofensiva en delitos migratorios y financieros. El líder fue finalmente detenido en un intento por abandonar el país, llevando consigo casi 60.000 dólares (67.000 dólares) en efectivo y joyas de alto valor, lo que selló el colapso de su imperio norteamericano. Tras la caída del experimento Rajneeshpuram, el movimiento de Osho no desapareció: se reconfiguró y se alejó del formato comunitario masivo, volcando su actividad hacia la venta global de libros, retiros de meditación y el dominio creciente del mercado de la autoayuda. La Fundación Internacional Osho, hoy radicada en Suiza y con sede en Nueva York, mantiene vigentes los derechos comerciales de su legado, comercializando enseñanzas mientras rehúye cualquier responsabilidad respecto a los crímenes y abusos del pasado.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por