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» Tu corrientes
Fecha: 09/10/2025 13:05
Leandro Bustos (30) camina por la vereda de la calle Santa Fe al 2300, frente a la casa donde vivían su mamá y su hermana. Y donde vivió él hasta los 21 años. Hoy esa casa es tan sólo un esqueleto calcinado que apenas se mantiene en pie de lo que "hasta hace un día era un cálido hogar donde había vida, amor, hijos y nietos", grafica. Leandro es hijo y hermano de Myriam Velázquez (52) y Mariana Bustos (25), asesinadas en la noche del martes, en Bahía Blanca. La casa de material del barrio Thompson, donde convivían, fue quemada y madre e hija fueron halladas acostadas en el mismo dormitorio. "Estoy acá caminando, yendo y viniendo, sin poder creer lo que pasó. No caigo, no puede ser cierto, no lo puedo creer", expresa con llamativa entereza. Maestro mayor de obras, padre de tres hijos, Leandro reside en Nueva Belgrano, barrio a unos veinte minutos de donde vivían su mamá y su hermana. "La desesperación que tenía anoche, cuando me llamaron, y yo estaba manejando a todo trapo tratando de llegar con la ilusión de verlas con vida. En realidad me avisaron los vecinos que la casa se estaba incendiando, pero no se sabía si ellas estaban en la casa". Cuando Leandro llegó a la calle Santa Fe se encontró con bomberos, policía y defensa civil. "El paisaje era un espanto, el fuego estaba casi apagado pero no era sencillo entrar a la casa por la altísima temperatura... Al rato me avisan que estaban mi mamá y mi hermana, fue un puñal el que sentí. No me permitieron verlas, pero sí estar cerca de sus cuerpos. Sólo ruego a Dios que no hayan sufrido, me angustia esa posibilidad". No quiere adelantarse ni aceptar todos los comentarios y chimentos que recogió del barrio. Que hubo ruido de disparos, que su hermana se habría peleado con su novio y que su mamá estaba conociendo gente por las app de citas. "Necesito preservarme, si bien los vecinos las querían mucho y tenían la mejor consideración de mi familia, a veces la emoción los lleva a decir cualquier cosa. Entonces prefiero esperar la información oficial". Leandro remarca "la unión, el respeto y el sentimiento" que nucleaban a la familia. "Siempre mantuvimos un fuerte vínculo, tanto cuando estaba nuestro papá como cuando nos quedamos los tres. Una familia sana, decente y muy trabajadora, que nunca tuvo problemas con nadie. Nunca hubo enemigos. No puedo creer que me haya quedado solo... Digo, yo tengo a mi mujer Julieta y a mis tres hijos, Thiago, Tomás y Luna, pero me quedé sin padres y sin hermana. Papá David valía oro y se me fue por una enfermedad en febrero de 2023. Un ejemplo de vida el viejo...". Se escuchan vecinos que le dan su pésame, Leandro agradece. "El domingo fue el último almuerzo familiar. Estuve con mi mamá, mi hermana, mi mujer y mis hijos. Nunca pensé que podía ser el último recuerdo. Ellas estaban bien, tranquilas, despreocupadas, siempre con la cabeza en alto y como salir adelante. Somos una familia humilde, laburante, que siempre tuvo que esforzarse para conseguir pequeñas cosas", se expresa Bustos con una lucidez y entereza admirables. Habla de su mamá "como una leona que cuidó a su familia y que se hundió un tiempo cuando murió papá... Se amaban, estuvieron juntos más de treinta años. Pasó un tiempo caída, encerrada, no quería nada hasta que, de a poco, empezó a trabajar. Ella hacía limpieza en casas de familia, oficinas y de a poco empezó a estar mejor, a tener su platita y a armar un grupo de amigas con las que, cuando podía, viajaba. Amaba hacer cualquier escapadita, hace poco había estado en las Termas de Carhué y estaba en tratativas para otro destino. Eso la mantenía activa, alegre y siempre con una meta, pero su gran gran debilidad eran sus nietos, por ellos hacía lo que fuera, era una abuela presente y generosa". Surge el recuerdo de Mariana, su hermana. "Una chica con inquietudes, que no se quedaba de brazos cruzados. Después de trabajar en una estación de servicio y perder el laburo, empezó a dedicarse a hacer viandas y venderlas. Vivía con mi vieja, pero se iba comprando cositas porque tenía intenciones de irse a vivir sola o con su novio. ¿Del novio? Un pibe que, por lo que lo conozco, no tengo nada que decir. Puertas para afuera se los veía como una pareja normal, que quería estar y compartir, puertas para adentro no puedo decir nada". A Mariana, además, le gustaba jugar al hockey, que lo practicaba en el club bahiense Palihue. "Ella tenía su carácter, que volcaba en el juego, era una chica competitiva, ganadora, no le gustaba ni siquiera empatar. Estuvo en la selección femenina de Bahía Blanca, pero lo dejó por el estudio (cursaba para instrumentadora quirúrgica) y por el trabajo. Amaba a sus sobrinos, una tía muy presente". Cuando se le consulta sobre el rumor de que su mamá frecuentaría extraños que conocía en Tinder, Leandro responde con seriedad y adultez: "Conmigo no hablaba del tema, te imaginarás. No profundizaba. Ella en su Facebook siempre evocaba a mi viejo, a quien extrañó hasta su último día, no tengo dudas... Yo sólo le dije una vez: 'Mamá, no te arriesgues... Si te vas a algún lado, avisá, siempre avisanos'. Era una mujer que sabía cuidarse, pero no puedo decir más, hasta que no tengo información fidedigna". A la espera de la autopsia para saber cómo fueron asesinadas Myriam y su hija, una de las pistas que siguen los investigadores es la de una moto roja mencionada por un testigo y que dejó la propiedad justo antes del incendio. Los rumores corren en el barrio y son imposibles de detener. Se habla de una ex pareja de Myriam que querría volver, pero ante la negativa de la mujer, "la cosa se puso violenta y todo se fue de las manos". Mariana era muy "cuida y celosa de su madre" y, desconfiada, pudo haber llegado antes de lo pensado y se habría encontrado con una pelea, de la que terminó siendo parte... y también víctima. Pero son sólo rumores, que cobran fuerza con las horas. Fuente: Clarin
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