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  • Argentina: La mafia financiera nos hunde en el abismo

    Parana » Uno

    Fecha: 07/10/2025 15:22

    La novela de terror en la que participamos como víctimas la mayoría de los argentinos desde hace medio siglo, parece que no tiene fin. Se inició a mediados de los años 70 del siglo pasado, avanzó con la larga crisis del modelo ISI vigente hasta entonces (la llamada industrialización por sustitución de importaciones), y alumbró un nuevo modelo que se despliega a lo largo del presente siglo. El Plan Masacre impulsado por el gobierno nacional desde diciembre del 2023 viene a acelerar y profundizar el declive hacia el abismo al que nos conduce ese nuevo modelo neocolonial que se ha impuesto en la Argentina. Un modelo extractivista depredador, de especulación y saqueo, concentrado y extranjerizado, y con una corrupción generalizada que corroe a casi todas las instituciones de lo que debería ser una república, pero hoy está cada vez más cerca de ser en realidad una dictadura al servicio del capital financiero internacional y de las grandes corporaciones. El nuevo capítulo de la novela real que soportamos en los últimos meses y semanas, en un escenario de brutal saqueo financiero en beneficio de una minoría de especuladores y a costa de un empobrecimiento de millones de compatriotas, entra en una etapa de definiciones que pueden provocar consecuencias inéditas e irreversibles de no mediar una fuerte reacción de la sociedad para impedirlo. Los protagonistas vuelven a ser el dólar, el riesgo país, la especulación financiera y sus operadores desde el Estado, desde el ‘mercado’ y desde el exterior, con las instituciones financieras internacionales y el gobierno de los EE.UU. Amazonas Brasil deforestación.jpg Somos inmensamente ricos, pero inmensamente saqueados Para un país que tiene una escasa población en relación a los seres humanos que habitamos en todo el planeta (somos menos de 50 millones de argentinos en un mundo de más de 8.200 millones de personas), contar con uno de los territorios más extensos y ricos por sus suelos fértiles, climas variados, fuentes energéticas, recursos minerales, etc, debería alcanzar y sobrar para que todos vivamos dignamente, y satisfaciendo el conjunto de necesidades básicas (alimentación, salud, vivienda, vestimenta, educación, esparcimiento). Sin embargo más de la mitad de la población sobrevive apenas, en una situación de pobreza y sin perspectivas de mejoras, con servicios públicos cada vez más deteriorados, indigencia que crece de a millones y pérdida sistemática de derechos elementales. ¿Por qué sucede esto? ¿Es que sufrimos fenómenos naturales destructivos gigantescos, o pasamos por una guerra devastadora? No. Sucede que somos un país inmensamente rico, pero a la vez somos inmensamente saqueados. El modelo económico social resultante del proyecto de los sectores dominantes, tiene dos formas básicas de saqueo: Saqueo material: de nuestro suelo fértil con la monoproducción de transgénicos, de nuestros minerales valiosos con la megaminería a cielo abierto, de nuestros recursos hidrocarburíferos con el método del fracking, de nuestra riqueza ictícola por la depredación pesquera marítima y fluvial. En todos los casos, además de llevarse nuestras riquezas, depredan y contaminan en escala gigantesca, dejando territorio arrasado y pobreza generalizada. Saqueo financiero: por la deuda fraudulenta que nos hicieron asumir y por la fuga de capitales legalizada por la última dictadura y permitida por todos los gobiernos democráticos posteriores, con el Estado como operador fundamental y esencial, garantizando renta fabulosa en dólares. Les paga intereses elevadísimos a los especuladores y luego les vende dólares baratos para que se lleven la renta al exterior. fracking.jpg Foto: Télam El saqueo financiero y las crisis cíclicas Funcionamiento cíclico: El saqueo financiero genera crisis reiteradas cada cierto tiempo, aunque los lapsos temporales se van acortando cada vez más. Todo se inició con Martínez de Hoz y la plata dulce durante la dictadura. Continuó luego en los años 90 con el Justicialismo menemista, con Cavallo y el 1 a 1. Se repitió varias veces durante este siglo, en especial con Macri-Caputo. Siempre de manera irregular o abiertamente ilegal. Pero convalidado luego por todos los gobiernos. Basta recordar que al inicio de la dictadura en 1976 el Estado nacional tenía una deuda de alrededor de 8 mil millones de dólares, mientras que hoy ronda los 455 mil millones, y cada vez nos endeudamos más. Cómo funciona: el Estado garantiza altas tasas de interés a los especuladores del exterior, que traen dólares y los cambian en pesos para ganar esos intereses sin hacer nada. A la vez, el mismo Estado mantiene el dólar barato, para que luego de un tiempo los especuladores cambien sus ganancias en pesos comprando los dólares (traen un dólar y se llevan dos o tres en un corto plazo). De dónde saca los dólares el Estado: como para vender dólares baratos hay que tenerlos disponible, hay que ver de dónde salen. No alcanza con el superávit comercial o por otras vías, entonces el Estado toma deuda del exterior, para poder entregar los dólares baratos a los especuladores y saqueadores. Pero en algún momento esos créditos se interrumpen. Entonces el mercado, sin nadie que venda dólares baratos, reacciona con fuertes subas de su precio. Entonces viene la devaluación del peso. Por lo tanto: también la Inflación y sus consecuencias. dólares Argentina: el saqueo financiero y las crisis cíclicas Impacto en las cuentas públicas: la deuda que toma el Estado le genera el pago de intereses cada vez mayores, lo que tiene como consecuencias elevar el gasto público y generar déficit fiscal, con la emisión monetaria consiguiente. Eso provoca un círculo vicioso que realimenta la deuda, el déficit y la emisión. Y para bajar o eliminar el déficit, el Estado ajusta mal. No cobra impuestos a los que se enriquecen con este mecanismo, ni baja el gasto que realiza para beneficiar a estos delincuentes. Al contrario: cobra impuestos a los que menos tienen y menos ganan, y achica el gasto social, las jubilaciones y los salarios de trabajadores públicos. Cómo viene este ciclo con Milei-Caputo: con este gobierno hubo una fuerte devaluación inicial del peso y una consecuente altísima inflación (con caída brusca de ingresos de sectores mayoritarios y paralelo enriquecimiento de una cúpula de grupos empresariales). Luego se mantiene el dólar casi sin variación, frente a una inflación superior. Ahí empieza la rueda loca de la bicicleta financiera: el Estado paga altos intereses y los especuladores acumulan una renta muy elevada, luego se compran los dólares baratos y se llevan mucho más de lo que trajeron (sin esfuerzos, sin aportar nada positivo, sin esperar demasiado, y con garantía del Estado). Cuando los dólares del Estado se van acabando, vienen los rumores de devaluación y de dificultades de cumplir con los futuros vencimientos (de intereses y capital). Sube riesgo país y el dólar comienza la escalada alcista. Si el ‘mercado’ no le presta más al Estado, llega el turno de los organismos financieros internacionales, quienes acudirán en su ‘ayuda’ (en especial el FMI). Así sucedió este año, y el mercado se tranquilizó. Pero el alivio duró poco, los dólares se esfumaron, y de nuevo los rumores. Es lo que vivimos las últimas semanas. Como las deudas y los vencimientos se acumulan y los dólares son escasos, la suba del precio de dólar puede generar inflación en el corto plazo, y eso desgasta al gobierno para las elecciones de este mes. Por lo tanto, aparecen nuevos ‘salvadores’, ahora será directamente el Tesoro de los EEUU. Prometen ayuda con swaps, préstamos e inversiones, pero… ¡para luego de las elecciones! Luis Caputo FMI Dólares.jpg Luis Caputo buscó enviar un mensaje de tranquilidad a los mercados en un contexto de inestabilidad cambiaria. Último capítulo… por ahora Para calmar a las fieras hambrientas (los especuladores y fugadores) el tándem Caputo-Milei intenta manotazos desesperados. Buscan darles tranquilidad a los buitres y evitar que suba el valor del dólar. Quieren llegar a las elecciones sin que les estalle la crisis del sector externo (y con eso la inflación). Con esos objetivos inventan dos salvavidas: uno, el anuncio de la ‘generosa’ ayuda del gobierno de Trump, y el otro, la liquidación de dólares por exportaciones del agro. Sobre la ayuda del Tesoro de los EEUU, es una posibilidad con fuerte respaldo, ya que son ellos los que dominan el mundo y emiten los dólares. El simple anuncio de que ese gobierno está dispuesto a ayudar a su súbdito, alcanzó unos pocos días para tranquilizar al mercado. Pero la ‘ayuda’ es todavía una promesa, y queda condicionada al resultado de las elecciones de este mes. Lo cual no es una garantía para los especuladores y fugadores, que siguen retirando sus ganancias hacia la compra de dólares. Sobre la liquidación de los exportadores de granos, la medida de Caputo-Milei de retenciones cero a esas operaciones, duró tres días y logró presentaciones por 7000 millones de dólares. Pero a la vez constituyó otro negocio usurario exclusivo de un puñado de corporaciones que lograron un beneficio fiscal de más de 1550 millones de dólares. Ese regalo a las cerealeras significa la contracara de un monto similar de pérdida de recaudación por parte del Tesoro nacional, con dos beneficiarios claros: por un lado, esas siete corporaciones que se quedaron con casi todo esa ganancia; y por el otro, los especuladores-fugadores que seguirán recibiendo dólares baratos del Estado para llevar su renta parasitaria al exterior. Pero el que paga la fiesta de concentración y saqueo es, como siempre, el Estado. Que quiere decir: más ajuste regresivo para la mayoría. En resumen… Nos vienen robando descaradamente. Y luego nos prestan para poder seguir robándonos. En ese tobogán descendente, crece la pobreza en la población, la destrucción de nuestro aparato productivo, la contaminación del ambiente y la depredación de nuestros bienes comunes. A la vez, el Estado está cada vez más endeudado y a punto de un nuevo ciclo de cesación de pagos, crisis del sector externo, devaluación e inflación. Hay alternativas. Pero es esencial y urgente cambiar el rumbo que llevamos hacia el abismo. Tenemos todo para construir y disfrutar de una sociedad más justa, equitativa y sustentable. Donde todos puedan vivir con dignidad. Sólo que nadie nos regalará nada si no logramos despertar, participar, comprometernos y movilizarnos para alcanzar ese objetivo. *Escribe Luis Lafferriere – Profesor de Economía y promotor de la cátedra abierta Por Un Mundo Nuevo

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