07/10/2025 08:47
07/10/2025 08:46
07/10/2025 08:45
07/10/2025 08:45
07/10/2025 08:44
07/10/2025 08:43
07/10/2025 08:42
07/10/2025 08:41
07/10/2025 08:41
07/10/2025 08:40
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/10/2025 04:43
Del Otro Lado - Sebastián Vega Sebastián Vega es un alero argentino de 2 metros de alto, que juega en la Liga Nacional de Básquet y ha desarrollado una extensa carrera. En 2004 debutó en Central Entrerriano, en Gualeguaychú; y pasó por clubes como Peñarol, Quimsa y Gimnasia y Esgrima, de Comodoro Rivadavia. Su experiencia internacional incluye temporadas en Uruguay y en Brasil, ha sido parte de la selección nacional; y desde 2023 integra el equipo de Boca Juniors, consolidándose como uno de los jugadores más experimentados y reconocidos en la liga argentina. Además de su recorrido deportivo, Vega ganó visibilidad pública por hablar abiertamente sobre su orientación sexual. En 2020 publicó una carta titulada “La verdad nos hace libres”. Con el paso de los años, compartió cómo ese paso influyó positivamente en su bienestar personal y en su rendimiento en la cancha, convirtiéndose en una voz destacada en favor de la inclusión y la diversidad en el deporte. En la última etapa de su carrera, ha sido una pieza importante en los equipos en los que jugó. Su rol como alero y su experiencia en el campo de juego lo transformaron en un jugador valorado en la Liga. Participó en campañas destacadas y en la conquista de títulos recientes con Boca, donde además fue protagonista de gestos simbólicos que le dieron repercusión mediática. Su perfil combina compromiso social y profesionalismo dentro y fuera de la cancha. "En marzo del 2020 yo hice pública mi carta donde salgo abiertamente a decir que soy gay", recordó el deportista Luis: — Preséntate. ¿Quién sos? Sebastián: — Soy Sebastián Vega, basquetbolista. Hoy, actualmente en Boca Juniors y, bueno, soy gay (risas). Luis: — Me gusta que en la presentación va: “Soy gay”. Sebastián: — Sí, porque es parte de mí, me representa. Creo que es una parte fundamental y me gusta decirlo. Luis: — Hoy lo decís con una sonrisa, pero ¿te fue fácil poder expresar: “Soy gay”? Sebastián: — No. Definitivamente no. Fue un camino, un proceso bastante duro, primero personal, de aceptación, de entender lo que me pasaba y a partir de ahí empecé a comentarlo a mi familia, a mis amigos y en el deporte fue un tema muy duro y muy desafiante. Luis: — Dijiste: “Aceptar lo que me pasaba”. ¿Era una pelea? ¿Había una lucha dentro tuyo? Sebastián: — Sí. Al principio no entendía. Yo quería ser como mis compañeros, como mis amigos que jugaban al básquet. Me preguntaba por qué ellos podían tener una familia, tener hijos y yo era totalmente distinto. Me llevó tiempo aceptarlo, adaptarme, principalmente aceptarme a mí mismo. Y a partir de ahí creo que todo empezó a cambiar. Luis: — Es interesante esto. Para vos ser gay era no tener hijos. Sebastián: — Sí. Era como resignar algo o varias partes de mi vida. Desde lo basquetbolístico era no poder seguir con mi vida profesional y desde lo personal no poder tener mi familia, ya sea hijos o no. Pero sí, sin dudas. Luis: — ¿Desaprendiste todo eso? Sebastián: — Sí, me llevó mucho tiempo romper un montón de estructuras y encontrarme con este nuevo Sebastián de otra forma, mucho más linda. Luis: — Hubo un momento en el que dijiste: “Bueno, ya está. Me gustan los varones”. Sebastián: — Sí, fue un clic. Fue un momento donde ya no podía más con todo lo que estaba cargando y definitivamente quería que mi vida cambie. Dependía pura y exclusivamente de mí, hasta que me hice cargo, me acepté, pero principalmente tomé las riendas de mi vida y empecé a llevarla o a orientarla al lugar que yo quería. Luis: — ¿Cuándo dijiste: “Me gustan los varones”? Sebastián: — Estaba de novio con un chico, llevaba dos años y yo decía que estaba de novio con él, pero que no era gay y bueno... Luis: — ¿Cómo es eso? Sebastián: —Sí, yo estaba de novio con un chico y era como: “No, yo no soy gay. Estoy con él porque lo amo”. Pero en realidad era que no podía decir que era gay. Hasta que en un momento empecé terapia, todo este proceso de aceptación, y lo entendí... Luis: — ¿A qué edad? Sebastián: — Yo tenía 25 o 26 años. Una vez que lo pude entender, ahí sí empecé a abrirme y a contárselo principalmente a la gente que más quiero. Luis: — Antes de los 23, ¿nunca habías tenido nada? Sebastián: — Había estado con un chico una sola vez y nunca más. El basquetbolista advirtió que la homofobia sigue presente en el deporte y que pocos atletas se animan a contarlo públicamente Luis: — ¿Sentías culpa? Sebastián: — Mucha culpa, mucha estructura, muchas cosas feas, no lo podía aceptar, no lo podía entender. No me entraba en mi cabeza cómo yo podía sentir atracción por un hombre. Luis: — ¿Qué es mucha cosa fea? Sebastián: — Culpa, sentirme en falta, los mandatos de la sociedad. Fueron muchas cosas que no me hacían sentir bien, hasta que en un momento fue como bueno, tengo que dejar esto de lado y ser feliz con lo que yo quiero. Luis: — Una vez leí que decías que tu cuerpo te pasaba facturas. ¿En qué lo notabas? Sebastián: — Con lesiones. Yo no lo podía manifestar. En ese momento yo no decía que era gay, todavía no se lo había dicho a mi familia. Ya estaba de novio y seguía jugando al básquet, pero como mi vida personal y mi vida profesional iban por caminos totalmente distintos, paralelos, donde en ningún momento se podían cruzar. Luis: — ¿Y te lesionabas mucho? Sebastián: — Sí, no lo manifestaba. Pero definitivamente mi cuerpo lo estaba diciendo. Y eran lesiones constantes. Donde estaba jugando bien o podía desempeñarme, pumba, llegaba una lesión de hombro, dos lesiones de rodilla, una lesión de talón y todas con operaciones. Eran muy jodidas. Hasta que en un momento con terapia fue como: “Che, si esto está pasando y quiero que cambie, depende de mí” y me hice cargo. Luis: — ¿Por dónde arrancaste? Sebastián: — Arranqué por lo más importante para mí que es mi familia: mis padres, que viven en Gualeguaychú y mis hermanas. Tengo una hermana más grande y una hermana más chica. Ahora tengo sobrinos, pero en ese momento eran ellos cuatro. Luis: — ¿Y cómo fue ponerte frente a los viejos? Sebastián: — Muy duro. De hecho, yo fui a esa conversación con mi padre preparado para que me eche de mi casa, que ya no era mi casa, ¿no? Era la casa de mis padres porque yo vivía solo, pero fui totalmente resignado que él me iba a echar. Luis: — ¿Y te echó? Sebastián: — No. Tuvo las palabras de amor más lindas que me dijeron y me acompañó muchísimo. Me acompaña todo el tiempo. Luis: — ¿Qué te dijo? Sebastián: — Cuando yo se lo manifiesto medio que se arma ahí una situación novelesca. El se desvanece y mi madre llega a sentarlo en una silla. Yo muy nervioso, me puse enfrente de él y le empecé a decir: “Yo quiero que vos me acompañes en este camino. Sé que si no lo podés hacer o no querés, yo lo voy a hacer igual porque quiero ser feliz, pero me encantaría que lo hagas, que estés conmigo apoyándome en estos momentos”. Ahí él me agarra la cara, y yo pensaba que me iba a dar un bife, ¿viste cuando pones la caradura? Pero me dijo: “Hijo, yo te amo”. A partir de ahí fue todo mucho más ameno para mí. Antes de ese momento nosotros discutíamos todo el tiempo, no podíamos estar casi en el mismo lugar. De hecho mis hermanas cuando yo llegaba me decían: “Sebastián, calmate un poco” porque era todo el tiempo pelea. Y a partir de ese momento, donde yo pude decirle quién era, él también empezó su proceso de aceptación y de entender este nuevo Sebastián, nuestra relación cambió para mucho mejor. Siempre se lo digo: estoy muy agradecido, muy orgulloso y admiro muchísimo todo el proceso que hizo para, a través del amor, aceptarme a mí. Luis: — ¿Y mamá? ¿Cómo reaccionó? Sebastián: — Mamá también. Tiene una sensibilidad de madre, estuvo siempre bancándome y creo que ella inconscientemente lo sabía de antes. Luis: — ¿Y las hermanas? Sebastián: — A mi hermana más grande le costó un poco por mis padres, por cómo lo iban a tomar y demás, pero siempre con mucho amor también. Y mi hermana más chica es otra generación. Un día no sé si barriendo o pasando el trapo en casa, me dijo: “Che, Seba. ¿Vos sois gay?” “Sí”, le repondí. “Ah, bueno”. Y fin del tema. No tuve que explicarle nada y fue hermoso. Estoy muy orgulloso de mi familia. Luis: — ¿Qué pasó en marzo del 2020? Sebastián: — Hice pública una carta donde salgo abiertamente a decir que soy gay. Fue un gran momento. Luis: — Es una carta bellísima y de una poesía hermosa. Pero ¿qué pasó con eso? Sebastián: — Ahí empecé otra vida. Empezó un proceso bastante difícil también, porque hubo mucha presión, tanto en lo deportivo, lo emocional y a veces de la prensa. Pero sin duda empezó este nuevo Sebastián que realmente es muy feliz. Luis: — ¿Algún gesto de discriminación viviste? Sebastián: — Siempre hay. No te voy a mentir. El deporte es un lugar bastante hostil, bastante machista en un montón de situaciones, donde está lo que llaman el folclore, ¿no? Esto de insultar, discriminación, es como muy habitual y me pasa constantemente. Uno está bastante en el ojo de la tormenta con respecto a críticas. En mi caso puedo hacerlo público, doy entrevistas o que me toca ser un referente y muchas veces molesta que le den visibilidad al tema LGBT, como si uno estaría haciendo algo incorrecto. Entonces, yo hoy con esta edad, mucho mejor parado, creo que me puedo bancar un montón de cosas o haters, que siempre pasa en todos lados, pero me pongo a pensar en los chicos que vienen, que también va a ser muy duro para ellos y creo que estoy aportando mi granito de arena para que esto empiece a cambiar. Luis: — Me gusta porque decís “a esta edad”, como si tuvieras 70. ¿Cuántos años tenés? Sebastián: — 37 (risas). Pero para el deporte ya soy un veterano. Luis: — Jugás en Boca y en varios clubes. En el vestuario, ¿qué pasaba? ¿Qué te decían? Sebastián: — Tenía mucho miedo, me paralizaba totalmente. No solamente era mi miedo, sino también lo que se dice. Porque me ha tocado compañeros que me han dicho: “Y nosotros no sabíamos cómo tratarte cuando venías al club o cuando recién empezaste la temporada”. ¿Por qué? O sea, ¿qué cambia si es una parte más que compartimos como la cancha? Voy, me saco la ropa, me baño como todos y listo. No hay algo que sea distinto, que yo haga algo incorrecto o cosas que no sé, que la gente se imagina en su cabeza. Y siempre el vestuario es un espacio muy importante en el deporte. Luis: — Es que hay como un lugar común de creer que porque sos gay cualquier varón es un objeto del deseo. Sebastián: — Me pasó mucho eso. La última temporada yo tenía un compañero de habitación y una vez terminando la temporada tuvimos una charla súper linda y yo le agradecí porque nunca me hizo sentir diferente. Fue como tan natural todo que se te lo terminé agradeciendo. Y él me dijo: “A mí todavía me siguen preguntando: ‘Che, ¿estás con Seba Vega en la habitación? ¿Y qué onda? ¿Y qué hace?’”. Y él me dijo algo tan simple como: “No me podría haber tocado mejor compañero de habitación que vos”. Todavía en la cabeza de la gente es como que si yo puedo estar con otro hombre en la habitación, voy a hacer cualquiera. Y no. Luis: — Osvaldo Bazán, que escribió la historia de la homosexualidad en la Argentina, dice que uno siempre debe estar preparado para que en algún momento alguien te diga: “Put* de mierda”. Sebastián: — A mí me pasó y me pasa. Esa es la realidad. Hay veces que estás más preparado que otras. Me pasó en una cancha una vez y no reaccioné como me hubiese gustado. Hay veces que con las pulsaciones muy altas uno no puede contenerlo. Me enojé muchísimo y fue como: “¿Por qué todavía tengo que seguir pasando este tipo de situaciones?”. No me entra en la cabeza como por qué. Ya todo el mundo sabe que soy gay, ¿me querés decir put*? Ya está. Pero, ¿por qué todo el tiempo denigrándome con eso como si fuese algo tan importante para mí? ¿Cuál es tu objetivo? ¿Que yo deje de jugar? ¿Que me desconcentre y juegue mal? ¿Sacarme de partido? Me pasó una situación que me gritaban put* de mierda. Me enojé mucho y el entrenador lo vio y me sacó. De hecho, yo estaba haciendo un partido bárbaro. Me saca y yo estaba más enojado todavía. Y cuando vuelvo a entrar, todo el estadio me aplaudió. Eso es un precedente, no porque sea yo, sino que es un precedente de que antes por ahí esas cuatro personas quedaban como graciosas gritando. Peor hoy esas cuatro personas ya quedan excluidas y mal vistas. Entonces, yo ya gané. Ahí gané un partido que fue como... Me fui feliz. Obviamente un poco enojado porque soy cabrón, pero me fui feliz con esa situación. El basquetbolista campeón con el Xeneize se subió al aro, cortó la red y mostró el símbolo de la comunidad LGTB Luis: — ¿Cómo fue montarte con la bandera en el arco cuando ganaron? Sebastián: — Fue re loco. Todavía me impacta mucho verme en esa foto porque era algo que nunca hubiese pensado. El Seba de chico hubiese estado muy orgulloso, hubiese estado feliz de que yo hoy pueda estar en esa situación. Yo no tenía una bandera del orgullo y una amiga me la regaló porque justo había sido mi cumpleaños. Y cuando salimos campeones ella la llevó en la cartera y me dijo: “Seba, acá tengo la bandera”. Y yo era como: “Bueno, sí. Tranqui”. Y en el básquet cuando vos salís campeón está el ritual de cortar la red. Un compañero se había subido a un aro y al otro no se subió nadie. Y se me acercan unos chicos y me dicen: “Dale, Seba, es ahora. Sos vos”. Y ahí medio que fue un segundo que pensé y dije: “Es el momento”. Me subí y a uno de los chicos que estaba abajo, le digo: “Andá, pedile a mi amiga, esa chica, que te va a dar algo”. Y ahí fue que se dio la situación y me trajeron la bandera. Luis: — Se generó, por lo menos visto desde afuera, una catarata de buena cosa de los colegas que estaban en el campo hasta y la gente en la tribuna, ¿no? Sebastián: — Sí, fue muy lindo. Principalmente porque cuando me subí con la bandera todo el estadio me aplaudió. Fue hermoso. Es uno de los grandes momentos que voy a guardar en mi vida. Y poder haber vivido eso, no solamente con mis padres, con mis hermanas, con amigos, sino también con mis sobrinos, es algo hermoso. Mi papá estaba muy emocionado porque en esa situación que te contaba cuando sucedió que yo le conté que era gay, era impensado que todo esto suceda. Así que nada, todo era felicidad. Luis: — Te está viendo un chico de 18 o de 20 años que tiene miedo y no puede contarlo. ¿Qué le dirías a ese piba o esa piba? Sebastián: — Que se anime, que sea él, que sea ella, que la vida es muy linda y no hay nada más lindo que poder ser uno mismo. Que al fin y al cabo lo que los demás pueden llegar a decir queda en ellos, pero que la tranquilidad es poder ser uno mismo y no tiene precio. Más allá de que sea un momento o sean momentos medios turbios, al fin y al cabo van a terminar siendo felices y van a tener un futuro hermoso. Luis: — Cuando decís momentos turbios, ¿son personales o del entorno? Sebastián: — Ambos. Como diría mi psicóloga, es parte de los procesos, que no son lineales, duelen, pero sin dudas es hermoso. Y en el básquet, también. Obviamente que a mí hoy, desde este lugar, no más fácil, pero es mucho más lindo. Pero fueron momentos bastante turbios, donde equipos no me contrataron por ser gay… Luis: — ¿Pasó eso? Sebastián: — Sí, sí. Obviamente que uno está expuesto a un montón de situaciones y son momentos duros. Pero es parte del proceso. Luis: — Hablále al tipo de aquel equipo que no te contrató porque eras gay. Sebastián: — Hoy, desde este lugar, digo: “Él se lo pierde”. Él se lo pierde un excelente jugador, no solamente por lo que puedo hacer en la cancha, sino por todo lo que trabajo, lo que le aporto al equipo y por lo buena gente que soy, por lo que le genero a mis compañeros y creo que queda demostrado con todos los títulos que hemos ganado con Boca. Luis: — Pensaba en esto de lo turbio personal y del entorno. ¿Está más, menos o igual de turbio el entorno? Sebastián: — Cuesta. Creo que el deporte, comparado con la sociedad, va mucho más atrasado. Luis: — ¿Cuántos deportistas hay que dijeron que son gays? Vos y… Sebastián: — Muy pocos. En el básquet, uno solo. En el fútbol no hay. Vamos mucho más atrasados y todavía sigue costando. Cuando yo hice pública la carta, fue hace cinco años y se sigue hablando. Yo lo tomo súper natural, pero a mucha gente le sigue molestando. “¿Por qué tienen que hacerlo público? ¿Por qué tienen que hablar de esto?”, dicen algunos. Porque vos capaz que nunca tuviste que salir del clóset, nunca tuviste el miedo de quedarte sin laburo, de perder tu familia, amistades, solo por decir que te gusta una persona del mismo sexo. Entonces, muchas veces me duele que se cuestione como si yo estuviese haciendo algo mal. No, solamente estoy visibilizando. ¿Y por qué no puedo hacerlo? Muchos dicen: “¿Cuál es la necesidad? Sí, yo soy hétero y no lo digo”. Sí, pero vos no estás en un mundo donde en un montón de países todavía hay pena de muerte o donde te mataban por put*. Hace 30 años, más o menos, si no me equivoco, la Organización de la Salud dijo que era una enfermedad mental. Si volvemos a la historia, es muy corto el periodo de tiempo. Entonces, por toda la historia que tengo, visibilizarlo para mí es un gran acto. Luis: — ¿Querés tener hijos? Sebastián: — Por momentos sí quiero. Creo que es algo que me re gustaría y por momentos estoy muy feliz con mi vida así. Entonces, es como ahí dudo… Luis: — ¿Querés casarte? Sebastián: — Sí, soy bastante Susanita, creo (risas). "Hoy en día soy muy feliz y estoy viviendo un sueño", confesó Sebastián en diálogo con Luis Novaresio Luis: — ¿Con qué soñás? Sebastián: — Sueño con poder ser feliz y seguir este camino. Para ese Sebastián de todas las lesiones y el proceso, era impensado todo lo que estoy viviendo. Ni en mis mejores sueños, pensaba poder tener la vida que yo tengo hoy. Soy muy feliz. Ya todo lo que estoy viviendo es como un sueño, es como un upgrade para mí: estar en Boca, en uno de los mejores clubes del mundo, poder ser campeón, ser el capitán, ni más ni menos, no por el título, sino por todo lo que representa. Estoy viviendo un sueño. Luis: — ¿Qué es lo que más te hizo llorar? Sebastián: — El no poder entender por qué yo era diferente y tener que empezar a explicarlo, poder perder a mis padres... Tenía mucho miedo de perder a mis padres. Son muy importantes para mí. Me cuesta hablar de ellos. Yo los admiro muchísimo porque desde el amor siempre me acompañaron. Obviamente que fueron momentos donde por ahí ellos al principio decían: “No lo hagas público. ¿Qué vas a hacer con el básquet?” Como todo padre, para cuidar a su hijo. Porque sabían lo que venía: discriminación y la chance de quedarme sin laburo. De hecho, mi gran miedo de quedarme sin laburo fue: voy a estudiar una carrera universitaria para poder retirarme joven y hacer de mi vida personal lo que yo quiera. Ellos sabían lo que se venía. De hecho, una amiga también me dijo lo mismo: “Che, Seba. No lo hagas público”. Y no porque no quería que yo sea libre, sino porque sabía todo lo que eso traía. Era para cuidarme. Luis: — ¿Qué les dirías a tus papás? A Juan y Carlota... Sebastián: — Estoy muy feliz y muy orgulloso de ustedes. Son mi todo. Siempre se los digo: yo los amo profundamente y estoy tranquilo porque todo lo que hago lo hago en vida y los disfruto muchísimo. Me aliviaron mucho y me dieron mucha tranquilidad cuando me dijeron que estaban muy orgullosos de mí. Ahí empecé a entender lo que era el significado de la palabra orgullo. Luis: — Te doy una vida más, aparte de esta. ¿Volvés a ser gay? Sebastián: — Sí. Elijo nuevamente esta vida.
Ver noticia original